Capítulo 3: Un lugar olvidado.

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Cuando salí de esa habitación eché un último vistazo atrás y pude ver a ese chico tirado en el piso después de ser sedado. Todo había sido tan rápido, él había tenido una crisis emocional, algo muy común en este lugar de mierda.

Aún así, en el tiempo que llevaba en este lugar nunca me había topado con alguien tan joven con un problema como el suyo.

Era un chico aterrado y arruinado por la vida, una víctima más que despotricaba la humanidad de esa parte nauseabunda y vil. Él eran tan desgraciado por toparse con algo como eso.

Nunca creí en las coincidencias, yo sabía que las cosas sucedían por algo y en mi corta vida con veinticinco años siempre me había dado la razón el tiempo. Entonces, ¿Porqué a alguien tan joven como él le estaba pasando esto? ¿Podría alguien como yo enmendar las cosas con simples cuidados?

Yo era un pecador, y lo sigo siendo, al igual que toda la gente que existe en este mundo, sin embargo entre tanta sobrepoblación él había terminado aquí, estaba seguro que él no cargaba con ninguna culpa como otras personas que sin duda merecían estar en su lugar.

¿Entonces porqué la vida le había hecho tanto daño? ¿Había algo que compensaría tanto sufrimiento? ¿Había una razón?

No lo sé, solo esperaba poder ayudarlo.




Cuando desperté en la misma habitación fue una sensación de estar perdido, no recordé en dónde estaba por unos segundos, el dolor en mi nariz me despertó del todo, podía sentir la sangre seca en mi piel del golpe de ayer al golpear mi cara contra el piso, miré de arriba a bajo e intenté incorporarme con mucho trabajo pues mis brazos seguían privados de su libertad, cuando pude recargarme en la pared aterciopelada miré al techo respirando con dificultad, mis ojos aún pesaban pero ya no estaban tan hinchados como antes.

La luz ya no estaba, el foco estaba gris entre la oscuridad, supuse que era de noche y el hospital dormía. El silenció me asombró e incluso me intimidó, encojí de nuevo mis piernas haciéndome un ovillo en la habitación.

El frío me hizo temblar el resto de la noche, fue eterno para mí, a lo lejos se escuchaban de vez en cuando gritos y lamentos, a veces eran de ayuda, otros de irá, otros de miedo y otros de tristeza. Me recordaban el lugar en el que estaba insistentemente y así finalmente llegó la mañana. Aunque para mí fué eterno.

¿Qué como lo supe? Fue porque el cuidador de antes entró y me dió los buenos días, al principio estuve algo incómodo con su presencia, el incidente de ayer me había marcado, nunca antes me había portado así frente a alguien, siempre había sido sumiso y aunque muchas veces lo quise nunca agredí a nadie, ayer no había sido yo mismo y lo más irónico es que había sido con alguien que me había tratado bien.
Lo miré con timidez.

—Lo siento, no quise ser grosero ayer...

Él pareció no esperarse una disculpa y río levemente. Se acercó de nuevo con otra bandeja de comida y se sentó frente a mi, justo como el día anterior antes de que explotara.

—No tienes porque disculparte, solo fue un desliz, tal vez si hubieras echo lo mismo allá afuera me hubiera tomado un susto de muerte, pero aquí puedo estar preparado para ese tipo de cosas.— Movió un poco la sopa con la cuchara, saliendo vapor de ella.

—Además, estoy seguro que es duro enfrentarse a esta realidad, siempre lo veo cuando llega alguien nuevo e incluso hacen cosas peores. ¿Está vez comerás? Ayer tampoco comiste nada.

Cuando susurras a mi oído...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora