No se de que manera entraste
porque yo no abrí ninguna puerta.
Mis candados estaban cerrados
y aunque en mi memoria
hacia menos frío que en tu vida
derretiste con tu vientre
el iceberg de mi cama.
Me cacheaste el alma con la mirada
y con las manos en voz baja
me quitaste de encima la tristeza.
Des de que te conozco tengo alas
porque tu me enseñaste como usarlas.