Luz
Ahí está ella de nuevo, tan callada como siempre. Llega como todas las mañanas a sentarse en la misma mesa.
Sé perfectamente que pedirá un café y un pastel del día. Ella no sabe que siempre le traigo de chocolate porque he visto la cara que pone cuando lo prueba; adoro sus ojitos cuando da el primer bocado. Noto como me ve cada que pido su orden, y veo la batalla que lleva a cabo a diario contra su timidez. Sus blancas mejillas se colorean de un precioso tono rojizo cada que me ve reír, y yo lo hago con más ganas, todo por verla feliz.
Le llevo la rebanada más grande que hay de pastel. La pongo frente a ella, interrumpiendo brevemente sus pensamientos, y me quedo un poco junto a ella, esperando que diga algo, que diga eso que veo en sus ojos a diario; eso por lo que me levanto todos los días.
Pero no lo hace, y me llaman de otra mesa, por lo que tengo que irme. Sin embargo, antes de eso, logro escuchar su voz que me susurra un “te amo, ángel”, y el corazón me rebota entre la espalda y el pecho. Deseo girarme, tomar su rostro entre mis manos y besarla, pero no me atrevo, y creo que no le daría una buena reputación al local que vean a una camarera besándose con un cliente ¡Lo que pensarían de mí! En vez de eso me alejo fingiendo que no la escuche.
Varias veces la sorprendí mirándome, y se sonroja al instante cuando lo hago. Está ahí, en la mesa del rincón, con su café casi a punto de terminarse y su diario a la que siempre le dedica horas y horas. Me encantaría saber que escribe con tanto esmero.
Estoy decidida, hoy es el día que le hablaré; si ella no se atreve conmigo, yo lo haré con ella. Tengo una idea, le daré mi número en el ticket con la cuenta; le pondré mi nombre y mi teléfono, y le diré que me llame. Sí, estoy decidida.
Mi jefe me llama hacia la bodega, voy, pero cuando regreso ella ya no está. No me pidió la cuenta… corro hacia su mesa y encuentro el dinero de su orden, pero eso no me importa, me importa que se fue sin decirme nada, sin despedirse…
Aparto del dinero, encuentro su cuaderno; se le olvidó. Lo tomo en mis manos y salgo corriendo del café para ver si logro alcanzarla. Pero es tarde ya, y no la veo por ninguna parte. Entro de nuevo, esperando que se dé cuenta de que le falta su querido cuaderno y venga por él, tal vez, así tenga un pretexto para hablarle.
Pasan las horas, y termina pasando el día… ella no llegó. Estoy sentada en su mesa, con el cuaderno frente a mí, viendo su empastado de piel y sus hojas viejas. Ya estamos cerrando, y ella no regresó por él… Tal vez mañana lo haga… ¿Y si lo abro? Tal vez trae sus datos dentro, y así la pueda encontrar y devolvérselo. Me digo eso para justificar mi invasión a su privacidad, es obvio. Lo abro, y en la primera página encuentro algo, escrito con su letra; algo que me roba el aliento. "Querido ángel, si lees esto, es porque no me atreví..."
No debería leer algo tan personal, pero la curiosidad me mata y lo abro de todos modos, solo voy a leer un poco y ya.
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Cada Mañana
FanfictionLa relación entre Amity y Luz siempre ha sido... distante y complicada. La cafetería, donde se conocieron y pasaron años antes de volver a encontrarse, es un recuerdo cada vez más borroso. Pero ahora que Amity se ha accidentado en el trabajo y Luz e...