• Treinta y cinco - Presente •

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Harry cerró los ojos mientras se acurrucaba en el sillón de la habitación de su profesor de Pociones. Después de que Severus le hubiera informado de su última sesión con Dumbledore, el ojiverde no pudo volver a su habitación y le había insistido a su maestro que lo dejase quedar a dormir.

Snape le había ofrecido su cama, pero Harry no quería incomodar, así que hechizó el sillón para que se agrandará y fuera más cómodo de lo que ya era, convocó una sábana y se acostó para dormir.

Claramente no pudo hacerlo.

Un horrocrux era un fragmento de tu alma dentro de un objeto predeterminado, era tan difícil de pensar que se creara uno de manera accidental, sonaba casi como una tontería. Pero luego estaba lo dicho por Severus.

Dumbledore le había comentado sobre la existencia de ese horrocrux que tanto habían estado buscando. El objeto desconocido que podría poseer dos fragmentos de alma de su amante eran nada más ni menos que él mismo.

El viejo había ido a buscar uno de los horrocrux y se había preocupado al no encontrarlo. Harry no sabía porqué el anciano parecía tan seguro de que hubiera uno en la cabaña destrozada de los Gaunt, aunque tuviera razón, no habría ningún motivo para que tuviera una seguridad tan ciega a la existencia de ese horrocrux.

—Despierta —susurró Severus de forma fría, pero el hecho de que hubiera susurrado en vez de gruñirle ya era una gran muestra de afecto—, perderás tus clases.

Harry abrió los ojos y dio vuelta en el sillón para poder mirar al ojinegro. Cuando Severus lo miró, simplemente suspiró.

—¿Podrías decirles a los maestros que no asistiré por hoy? —preguntó con delicadeza, Harry estaba seguro que sus ojeras, su voz y que hasta los leves temblores de su cuerpo era suficiente razón para que Severus aceptara— Necesito pensar y, en este estado, estoy seguro que me lanzaría a matar al viejo si lo veo.

—Hablaremos cuando terminen las clases. —No era pregunta, aunque Harry tampoco lo tomó como orden, era sólo una invitación a expresar lo que estaba pasando realmente por su cabeza.

—Hablaremos. —Estuvo de acuerdo el menor.

Cuando el profesor salió de la habitación, el ojiverde volvió a darse la vuelta y permanecer en su antigua posición, esta vez tapándose hasta la cabeza con la cobija, dejando solamente su rostro libre para poder respirar.

Si realmente existía un horrocrux dentro de él, eso quiere decir que podría, en teoría, comunicarse con los otros fragmentos o con el alma principal.

Volvió a cerrar los ojos y se concentró.

Había sentido esas conexiones años atrás, con sus pesadillas o cuando empezaba a ver lo que hacían Tom o Nagini en su cuarto año, ya no lo había sentido gracias a que Tom ya no se encontraba enojado o frustrado... Si podía sentirlo con esas emociones, ¿podría conectarse buscando otras de igual medida?

Se concentró en sus recuerdos, primero llegó su primera conversación, luego las veces que se quedaban platicando en el descanso de la escuela muggle, las visitas a su casa, cuando el sombrero seleccionador dijo el nombre de Tom Riddle... Sus abrazos, sus risas, la forma en la que su chico lo cuidaba, su primer beso...

Si Harry tuviera que elegir su momento más feliz, definitivamente fue la vez que vio a un Tom de quince años usar el suéter viejo y gastado que le había hecho a mano cuando eran niños... O la primera vez que Tom le sonrió. Cuando escuchó su voz decir su nombre...

Un pequeño flash y, donde antes hubo recuerdos, ahora se encontraban los diferentes Tom Riddle que había conocido año tras año hasta que tuvo al Tom actual frente a él. Los otros jóvenes desaparecieron y, justo cuando Harry iba a levantar una mano para tocarlo, su novio se empezó a transformar.

          

Como si de plata líquida se tratase, Tom se derritió hasta convertirse en una serpiente platinada, la cual comenzó a deslizarse por los pasadizos mentales, causando que a Harry le costara seguirla. Cuando pensaba que la iba a alcanzar, la pequeña serpiente aceleraba su deslizada.

Duró así por un largo momento hasta que se topó con una gran puerta. La platinada sólo traspasó ésta, pero Harry tuvo que empujar con fuerza, casi podía jurar que se trataba de una pared con forma de puerta. Claro, de no ser hasta que, de la nada, ésta se abrió. El ojiverde casi se cae si no fuera porque Lord Voldemort logró agarrarlo con una mueca asombrada en sus labios.

—¿Harry?

El nombrado abrió los ojos y miró a su novio (¿o debería decir esposo? Después de todo, una vez que haces un enlace mágico, éste sigue hasta que las dos partes mágicas se extingan y, claramente, Tom seguía intacto de su magia). Sonrió, pero no dejó que la hermosa vista de su chico lo detuviera a inspeccionar la habitación.

Se encontraba en la oficina de Tom Riddle. La serpiente que lo había traído hasta ahí lo miró y luego se disolvió. No entendía lo que estaba pasando, pero Harry sintió que había logrado su cometido.

Había hecho un puente mental entre Tom y él.

—Ya sabemos quién es tu horrocrux perdido —dijo con rapidez, saliendo se su pequeño estado de shock.

Tom parecía que le habían arrojado las palabras, porque sólo se le quedó viendo sin saber qué estaba pasando.

—¿Mi horrocrux perdido? —cuestionó antes de que su mente procesara toda la frase y el momento que estaba pasando— ¿Cómo que "quién"?, ¿"sabemos"?, ¿quién más sabe?, ¿qué haces aquí?, ¿cómo lograste esto?, ¿por qué...?

Harry se escondió entre los brazos de su novio, el cual guardó silencio en ese momento. Algo pasó, lo sentía en su pecho, esa angustia y preocupación que se instalaba cada vez que a Henry Sant-Sayre le pasaba algo.

—Dumbledore tiene conocimiento de los horrocrux —murmuró sin poder separar la cara del pecho de Tom, éste solamente pudo abrazarlo más—. Me había mandado a llamar y me mostró algunos recuerdos de tu yo joven, enseñándome sobre cómo eras de pequeño y algunos datos más, tal parece que una elfina doméstica le dio su recuerdo de cómo pudiste haberte robado la copa de Hufflepuff y... —Harry estaba hablando muy rápido para ese entonces, tomó una bocanada de aire y pudo sentir las pequeñas caricias que Tom le daba a su espalda—. No sé cómo iniciar... mandó a llamar a Severus y le dijo, le comentó sobre los horrocrux, eso fue antes de que yo llegara y...

—Henry... —el uso de su antiguo nombre hizo el efecto que Tom quería causar en su niño, quien sólo levantó su mirada para fijar sus ojos verdes en los suyo. Acarició la mejilla con cariño antes de volver a prestar completa atención a los ojos contrarios— ¿Puedo?

La pregunta fue suave, casi cariñosa. Harry no necesitó más explicación, sabía a lo que se refería.

Era raro cómo alguien podía usar la legeremancia cuando ya se encontraban hablando de forma mental. Al menor no pudo importarle menos, tal vez ésa era la razón por la que mostrarle sus recuerdos era más sencillo que si estuvieran en persona o usaran un pensadero.

Tom vio todo, no le guardó nada. No podía y no quería. Harry sólo se aferró a la túnica del mayor, sintiendo cómo las lágrimas volvían a salir por sus ojos. Cuando terminó, el Lord Oscuro simplemente comenzó a secar sus lágrimas, pasando sus dedos de forma delicada por sus mejillas.

La mente era una cosa asombrosa, parecía tan real, casi como si estuvieran cerca.

Suspiró y volvió a recargar su cabeza en el pecho de Tom, quien lo acariciaba con tranquilidad.

Sueños profundos.Where stories live. Discover now