•𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐

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Imprevistamente se las había ingeniado para convencer a la directora que la visita se alargara dos días más, con el pretexto de una serie de sorpresas que tenía preparadas para los chicos.

No lo vi más ese día, pasé el resto atareado realizando las actividades diarias para los niños.

Muy entrada la noche, por fin después de un día de arduo trabajo me tiré en la cama. Estába mental y físicamente agotado, eso sin contar que llevaba más de veinticuatro horas sin dormir, en seguida debido al fulminante cansancio mis párpados cedieron y caí en un profundo sueño.

El abrupto y desconocido timbre de un teléfono irrumpió mi placentera siesta, desperté y me percaté que era el teléfono que estaba en la habitación, así que sin pensarlo demasiado lo tomé con prisa para atender la llamada.

—¿Si? —Contesté adormilado aún, me había parado de un brinco y aún sentía estar ausente, levitando entre la delgada línea de sueño/realidad.

—¿Dormías? —Me preguntó una voz suave y a continuación escuché una pequeña risita perversa. —Estaba a punto de colgar, pensé que no estabas, es mi cuarta llamada. —Sin duda estaba riéndose, abrí los ojos como platos y cualquier vestigio de sueño, se evaporó. Empecé a balbucear, intentando buscar en mi mente alguna explicación decente para darle, sin parecer un idota.

—Hmm... Yo-o me quedé dormido. Es que ha sido un día extenuante, de muchas cosas... ¿Sabes? —Respondí con un tono lánguido, tallando con mi mano derecha mis ojos con el fin de deshacerme de las lagañas que picaban en mi lagrimal.

—Oh ¿Así que... Estás agotado? —Hizo una pausa entre suspiros. Inmediatamente supe a donde se dirigían sus pensamientos, y me arrepentí de mis anteriores palabras. —Me gustaría que cenaras conmigo. —Escuché su respiración acompasada. —Es que, yo quería empezar las cosas de otra manera, como debieron empezar.

Estaba seguro que podía escuchar mi corazón bombeando agitadamente a través del teléfono. Comencé a hiperventilar y tapé la bocina para lanzar un grito insonoro, respiré hondo y le contesté con una calma que realmente me asombró...

—Me encantaría. —Enrosqué mi dedo índice en el cable del teléfono, reteniendo entre mis dientes mi labio inferior para no soltar ni un mínimo ruidito que delatara mi euforia.

—Perfecto. —Contestó con voz de satisfacción. —Ve al estar, te enviaré un fax con la ruta para llegar al sitio. Te veo luego, pequeño. —Terminó con un último suspiro, no sin antes escuchar mi despedida para después colgar la llamada.

Me quedé pegado al teléfono negro con una gran sonrisa de oreja a oreja, a pesar de que ya no lo escuchara me encontraba asombrado de que quisiera "Empezar bien conmigo" ¿Acaso eso era una señal? Esperaba ilusionado que sí.

Cuando mi pequeño y usado reloj que portaba en la mano izquierda marcaban dos horas después, me dirigía a nuestro incógnito encuentro en un carrito de golf tal y como él me lo había sugerido. De pronto alcancé a ver una bonita mesa para dos adornada con velas y unas cuantas rosas, que se encontraba en una glorietita al costado de uno de los deslumbrantes lagos, un poco alejado de la residencia.

Visualicé su grácil silueta enforrada en un traje negro elegante, me daba la espalda ya que se encontraba admirando el lago, quizás perdido en sus propios pensamientos. Ay, como rogaba estar dentro de sus cavilaciones ocupando un bonito lugar en su mente. Era una bellísima estampa romántica.

—Jungkook... —Lo llamé con modestia, en seguida se volteó deslumbrándome con su perfecta sonrisa.

Estaba hermoso como siempre, y por un momento mi respirar se detuvo. Vestía de negro y su cabello oscuro como la noche estaba recogido pulcramente en un pequeño moño para hombre, no tenía en su frente ninguno de sus acostumbrados flequillos.

Me contempló intensamente de arriba a abajo, sus grandes y expresivos ojos me atraparon... Fue a mi dirección con calma y me tomó de la mano, para después acomodar la silla caballerosamente dándome a entender que me sentara.
De inmediato un mayordomo apareció de la nada y llenó nuestras copas de burbujeante champaña. ¡Era mágico! Imágenes de los íntimos momentos compartidos, pasaron por mi mente y las mariposas en mi vientre no se hicieron esperar.

—Pensé que no tomabas. —Comenté observándolo a través del cristal de la delicada copa de vidrio. Él sonrió y me contestó pausadamente.

—Sólo y únicamente cuando la ocasión es especial y lo amerita. ¡Brindemos! —Levantó su copa y sus ojos me desnudaron. —Por lo que estamos viviendo.

Desvié la mirada sonrojado sin ocultar mi sonrisa, tenía miedo de lo que mis ojos le revelaran. No quería que se diera cuenta de lo perdido que estaba por él... ¡No, todavía no!

La velada fue más que maravillosa, comí y bebí manjares exquisitos que jamás en mi vida imaginé probar. Jeon era un acompañante fabuloso, un hombre culto conocedor de muchas cosas.

Hablamos de varios temas saltando indistintamente de tópicos, me asombraba la profundidad y madurez de sus pensamientos.

No me percaté del tiempo, ni mucho menos de que era casi medianoche debido al ameno momento que estaba viviendo. Ya un poco mareado por el champan, me arriesgué a hacerle una pregunta indiscreta que en mi sobriedad jamás me atrevería a hacer.

—¿Qué ves en mí? —Lo encaré mirándole directo a los ojos. —Podrías estar con muchas mujeres, podrías conseguirte a la mas bella si tu quisieras... —Estaba dispuesto a continuar, pero su ceño se frunció tanto dedicándome una mirada que no supe descifrar por las copas de más que traía encima.

—¿Pero de qué estás hablando? ¿Acaso no sientes esta conexión? Contigo ha pasado. —Afirmó mientras extendía la mano y me acariciaba la mejilla. —Quizás sea tu entrega con esos niños desventurados, eres un chico joven, mas sin embargo te dedicas en cuerpo y alma a ellos. Hace mucho que te observo ¿Sabes?... De hecho hace meses. —Admitió bajando deliberadamente el tono de su voz, hasta que se convirtió en casi un murmuro.

Y aquella confesión me dejó perplejo, aunque supe disimularlo por dentro estaba con la sangre hirviendo por la pura expectativa. No le debía ser alguien indiferente si se había tomado la molestia y el interés de investigarme. Lejos de preocuparme o asustarme debido a su confesión, aquello provocó un brote de dicha en el fondo de mi pecho.

Quizás era la situación del momento, o tal vez que el alcohol se me había subido a la cabeza, pero no podía sentirme más feliz y adulado.

























Es cortito lo sé, pero espero sea de su agrado y lo disfruten, porfavor no olviden comentar ya que eso me indica que les está gustando y que debo seguir la historia... - ᴍᴏᴏɴ ♡

▶𝑴𝒚 𝒍𝒊𝒕𝒕𝒍𝒆 𝒔𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕 •|ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ|• 𝐀.𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora