Claire
Hemos llegado a otro refugio. La discusión del otro día todavía sigue en nuestras mentes, de hecho a generado una fuerte tensión en el grupo. A penas nos hablamos unos a otros. Todo está muy reciente aún.
Por suerte este refugio es mucho mas grande que el anterior. Tenemos una habitación para cada uno y un baño decente. Estoy tirada en la cama pensando. Entra Daniels y me mira preocupado.
-¿En qué piensas? -pregunta sentándose al pie de la de la cama.
-En Yaskbill, el ataque y si estarán todos bien.
-Seguro que sí Claire. Tus amigos son tan fuerte como tú -intenta tranquilizarme.
-No me preocupan mis amigos. Me preocupa Rebeca, creo que le está pasando algo malo, muy malo.
-Si tu hermana se parece algo en ti estoy seguro que será en la valentía. No te preocupes por ella, sabrá apañárselas sola.
-Además, hay demasiada tranquilidad. No ha habido más ataques, ni en academias ni a pueblos o ciudades. Nos han dejado de buscar. Estoy segura de que el Señor Oscuro está tramando algo realmente gordo.
-No pienses en eso ahora Claire. Tenemos cosas que hacer.
-¿Cómo qué? -me incorporo de la cama.
-Creo que no vamos hacia donde Ian te dijo -susurra.
-¿Qué estás diciendo? -le pregunto asustada.
-Estoy diciendo que nuestro destino no es encontrar al mejor invocador sino otra cosa -susurra en voz baja.
-¿Como qué? -le pregunto curiosa.
-No lo sé pero debe ser importante. ¿Si no por qué Ian se pondría tan irritado el día de la discusión? Tal vez ocurra algo que no nos estén contando.
-Daniels si eso es verdad. Creo que Jonathan tampoco sabe la verdad.
-Ian y Bruno se mueven por sus propios intereses. Lo peor de todo es que su mierda nos va acabar salpicando a todos.
Ian llama a la puerta y luego entra. Nos mira con desprecio aunque lo intenta disimular con una sonrisa.
-La comida está lista. Podéis bajar cuando queráis.
-En seguida bajamos -contesta Daniels con educación y una sonrisa más creíble que la de Ian.
-Daniels, esto comienza a darme mala espina.
-Deberíamos de entrar en su habitación. Seguro que esconde algo.
-¿Estás loco? Eso es una locura.
-¿Y si no solo tiene engañado a Jonathan? ¿Y si también tiene engañado a Allen? Tenemos que salir de dudas.
-Daniels no sé, no estoy tan segura.
-Además los invocadores llevan años extinguido. Murieron todos a manos del Señor Oscuro. ¿Como puede seguir vivo el mejor invocador?
-No lo sé, a lo mejor se escondió.
-¿En serio has dicho eso? -me mira estupefacto.
-Solo era una idea -me encojo de hombros.
-En el caso hipotético de que se hubiera escondido, estoy seguro de que el Señor Oscuro no hubiera parado hasta encontrarle.
-Tienes razón-susurro.
-Aquí está pasando algo más Claire. Tenemos que saber que es.
-Estoy de acuerdo Daniels. Pero debemos tomar esto con calma.
Bajamos a la cocina y comemos con un gran silencio. Nadie dice nada. Nos miramos unos a otros sin decir nada, solo se escucha el ruido de la comida contra nuestros dientes. Cuando acabamos de comer, Daniels y yo nos subimos a la habitación.
-La tensión se nota en el aire -susurra Daniels tras cerrar la puerta.
-Y que lo digas -me dejo caer en la cama.
Daniels se acerca al ventanal y se queda un rato mirando sin decir nada. Solo observa. Me quedo mirándole esperando que diga algo.
-¿Se puede? -entra Jonathan con una sonrisa.
-Es ahora Claire -me dice Daniels que no se ha percatado de la presencia de Jonathan.
-¿Es ahora que? -pregunta confuso.
Daniels me mira sorprendido. Sin saber que decir.
-Creemos que Ian y Bruno esconden algo -digo yo tras un largo silencio incómodo.
-Venga ya -se ríe Jonathan.
-Piénsalo Mils -comienza a decir Daniels. Se puso histérico nada más que de pensar en que tendríamos que esperar a tu recuperación.
-Visto de ese modo, tal vez, escondiese algo -susurro.
Mils no mira sin decir nada.
-Claire y yo pensamos que él y Bruno nos están engañando sobre la búsqueda del invocador -le explica.
-¿Y qué tenéis pensado hacer? -pregunta tras haber estado callado.
-Hemos pensado en entrar a su dormitorio -le contesto.
-Y ahora es el mejor momento, Ian y Bruno se han ido a correr -añade Daniels.
-Está bien, me apunto -sonríe Jonathan.
-Ahora solo nos queda encargarnos de Allen -susurra Daniels.
-Yo me encargo, tú y Claire id a la habitación.
Daniels y yo asentimos. Salimos de mi habitación. Jonathan baja al salón a entretener a Allen. Daniels y yo con sigilo nos dirigimos al cuarto de Ian. Entramos de puntillas y luego pisamos flojo para que la madera no cruja.
Daniels mira en el armario y los cajones. Yo empiezo a registrar su escritorio. No encuentro nada. Comienzo a abrir los cajones hasta que llego a uno que no se abre. Vuelvo a intentarlo, no se abre. Está cerrado con llave.
-Daniels -susurro y se acerca a mí. Este cajón no se abre, está cerrado con llave.
Daniels se pone en cuclillas, abre la palma de su mano y un montón de raíces pequeñas van apareciendo y tomando la forma de una pequeña llave que cabe perfectamente en la cerradura del cajón. Introduce la llave que acaba de crear y tras un sonido y un leve crujido el cajón se abre. Hay un montón de papeles y carpetas. Daniels coge unos papeles sueltos y comienza a leerlos. A mí me llama la atención una carpeta negra con gomas rojas. La abro y comienzo a leer.
Hay varias fichas de personas. También hay trozos de periódicos. Leo el titular de uno de los periódicos. "Siervos del Señor Oscuro liberados" la fecha es de hace cuatro días. Miro la foto que hay de bajo del titular. Son un grupo de adultos entre mujeres y hombres. Hay siete hombres y seis mujeres. Uno de los hombres está rodeado con un círculo rojo. ¿Quién es ese hombre?
-Claire -me llama Daniels.
-Dime -le contesto sin dejar de mirar la foto.
-Escucha. Aquí dice que los trece siervos del Señor Oscuro fueron liberados la otra noche a manos del Señor Oscuro. Uno de ellos se llama Lincoln Bruce.
Daniels se acerca y me muestra una foto. Cojo la foto y la miro de cerca.
-No puede ser -susurro.
-¿Qué pasa? -me pregunta curioso.
Le muestro el periódico que he leído antes y le señalo el hombre rodeado.
-Es él Daniels. Es el mismo hombre de la foto que me acabas de mostrar.
-¿Por qué se iba a interesar Ian por este hombre? -me pregunta Daniels.
-No tengo ni idea Daniels. Pero la mayoría de papeles y trozos de periódicos que he leído solo hablan de él y de las atrocidades que cometió siendo siervo del Señor Oscuro.
-Claire mira -me llama Daniels que tiene una chaqueta de Ian en las manos.
Me acerco y miro la chaqueta.
-Mira el nombre que tiene bordado -me susurra.
-Ian Bruce -susurro anonadada.
-¿Es su padre? -me pregunta Daniels.
-Eso creo.
Se escucha un ruido y me asomo a la ventana.
-Mierda están aquí -le digo a Daniels.
Recogemos todo deprisa, dejamos todo exactamente en el lugar en que lo encontramos. Salimos de la habitación con sigilo y volvemos a mi cuarto.
Una vez estamos en mi cuarto, Jonathan entra más tarde. Nos mira.
-¿Habéis encontrado algo? -nos pregunta con curiosidad.
-Ian es el hijo del famoso Lincoln Bruce -le contesto.
-Eso no puede ser -susurra Jonathan sorprendido.
-¿Y esa cara de sorpresa? -pregunta Daniels.
-Lincoln Bruce fue uno de los siervos del Señor Oscuro. Fue uno de todos aquellos que participaron en la caza de invocadores.
Daniels y yo nos miramos.
-Ahora que Lincoln ha sido liberado, ¿creéis que Ian contactará con él? -pregunta asustado Jonathan.
-Peor aún -comienza a decir Daniels. ¿Y se os ha mantenido juntos para decirle dónde estáis y entregaros al Señor Oscuro como parte de un pacto?
-Si eso fuera así, se entendería porque Lincoln Bruce fue el primero en ser liberado -susurro.
-Ian está trabajando con el Señor Oscuro -añade Jonathan.
La puerta se abre y entra Allen. Nos mira, su cara muestra pavor.
-¿Qué pasa? -le pregunto preocupada.
-Mirad por la ventana -nos dice.
Todos nos acercamos al enorme ventanal de mi habitación. No me puedo creer lo que estoy viendo. Alrededor de nuestro refugio se encuentra un grupo de hombres y mujeres vestidos de negro, en el centro de ellos se encuentra Lincoln Bruce.
Breasen
Dylan se quedó anoche a dormir en mi habitación. No sabría definir nuestra relación pero me gusta. Además me trata sin juzgarme, respeta mis opiniones y se ríe hasta de mis bromas malas.
-¿Esta noche iremos a Paradise? -me pregunta con una sonrisa de oreja a oreja mientras se pone una de mis camisetas.
-Por su puesto. Estoy deseando de ir -le sonrío. ¿Sabes que esa es mi camiseta no? -le pregunto desde la cama.
-Claro que lo sé pero no me da tiempo ir a mi cuarto a cambiarme, tengo clase a primera hora.
-¿Y por qué no te quedas? -me muerdo el labio.
-Porque nos ha citado el director a toda la clase Z en el salón de actos -Dylan mira su reloj- Pierrs y Henry me van a matar cuando llegue- me sonríe.
-¿Nos vemos después? -me incorporo y veo como mira mi torso desnudo.
-Claro -me sonríe.
Dylan se va y antes de salir me hace burla. Le sonrío. Me vuelvo a tumbar en la cama. No sé qué hacer. Entro al baño y me doy una ducha rápida. Me visto con lo primero que pillo. Una camiseta ancha, unos pantalones de algodón negros y unas deportivas blancas. Llaman a mi puerta. Me acerco a abrir. Para mi sorpresa es Molly.
-Buenos días -le sonrío.
-Buenos días Breasen -me devuelve la sonrisa.
-¿Qué hace usted aquí? -le pregunto lo más educado que puedo.
-Puede tutearme -sonríe. Necesito tú ayuda -añade.
La miro de forma extraña. ¿Por qué Molly iba a necesitar la ayuda de alguien como yo? Y en el caso de que necesitase mi ayuda, ¿para qué la querría?
-¿Para qué necesitas mi ayuda exactamente? -le pregunto mientras me ato los cordones de las deportivas.
Molly no me contesta. Agita su varita y la habitación comienza a ordenarse. Desde la ropa tirada por los suelos, los libros en las mesitas o abiertos en las camas, la cortinas y las camas desechas. Luego me mira y me sonríe.
-Me gustaría hablar de esto mientras le invito a un café en el comedor.
-Está bien -susurro. Tengo que admitir que en estos momentos, Molly me da un poco de miedo. ¿Qué quiere de mí?
Bajamos las escaleras en silencio hasta llegar al comedor. No queda nadie, todos están en clase. Nos sentamos en una de las esquinas de las mesas. Dos platos y dos tazas aparecen de la nada y se colocan delante de nosotros. La taza se va llenando de café. Me encanta el olor a café.
-¿Cuántas cucharitas de azúcar quieres? -me pregunta con su voz tierna y dulce.
-Dos, por favor -susurro.
Una azucarero aparece del final de la mesa, la cuchara se eleva llena de azúcar y cae en mi café, luego otra vez y una vez más para la taza de café de Molly.
-Profesora, siento ser tan directo pero, ¿para qué quiere mi ayuda?
-Tengo entendido que es bueno con el arco -susurra mientras gira la cuchara en sentido a las agujas del reloj.
-Yo no diría bueno pero sí me manejo bien con el arco -digo al nervioso.
-Me gustaría que me acompañase a un lugar lejano, tengo unos asuntos que solucionar.
-¿Asuntos? -pregunto con curiosidad.
-¿Has escuchado hablar de Jude Goldwater?
-Por supuesto. Fue el mejor director de Yaskbill.
-Jude me encomendó una misión para cuando regresará el Señor Oscuro.
Pongo todos mis sentidos en alerta. Molly me está pidiendo que la ayude en algo que el mismísimo Jude Goldwater le encomendó.
-¿Y de qué se trata esa misión? -pregunto con más interés.
-Encontrarle y despertarle de su letargo sueño.
Me quedo boquiabierto.
-No ponga esa cara jovencito -se ríe con timidez. Si le estoy contando esto y pidiéndole su ayuda es porque es un tema muy serio.
-Lo sé. Lo siento. Pero, ¿por qué a mí?
-Porque el propio Jude Goldwater, me pidió que fueras tú y no otro quién me acompañase.
-Pero profesora, ¿cómo puede ser eso posible? -pregunto confuso.
-Me temo jovencito que no sabes nada de la complejidad del mundo mágico.
Me quedo perplejo repitiendo una y otra vez esa frase. Con el fin de encontrar un mensaje oculto.
-¿Entonces está dispuesto a venir conmigo? -le da un pequeño sorbo a su taza de café.
-Por supuesto -sonrío.
-Así se habla -me mira con orgullo.Estoy en mi cuarto. He preparado una mochila negra de cuero, con las cosas que me llevaré a la misión con Molly. Todavía no me creo que vaya ayudarla a encontrar al mismísimo Jude Goldwater. Acabo de empacar las cosas y me dejo caer en la cama. La puerta se abre de en par en par y entra Lily furiosa.
-¡Es injusto! -grita mientras se pasea de un lado a otro.
-¿Qué es injusto? -pregunto sin entender nada.
-¡Tú expulsión! -me grita.
¿Mi expulsión? Pienso sin saber a lo que se refiere.
-Menos mal que Molly se ha ofrecido acompañarte hasta que encuentres un lugar seguro dónde quedarte.
En mi cabeza todo ahora tiene más sentido. La misión que voy a realizar con Molly, es entre ella y yo. El resto creerán que he sido expulsado por mi mal comportamiento.
-Lily, no le des importancia -intento que se calme.
-¡Claro que se la doy! -grita. ¿Por qué siempre se tienen que ir las personas que me importan? -añade emocionada.
-Lily por muy lejos que me vaya, por muy lejos que estés de mí. Siempre estaré pensando en ti -le contesto y ella rompe a llorar. Me acerco a ella y la envuelvo con mis brazos.
-No quiero que te vayas. No quiero que te pase nada. Eres lo único que me queda -susurra sin dejar de abrazarme, sin dejar de llorar.
-No me va a pasar nada. Soy Breasen, soy indestructible. He sobrevivido a una maldición -me río.
-Fue pura suerte -susurra e intenta esconder la sonrisa que ha esbozado.
-Suerte o no, sigo vivo. Solo el Señor Oscuro podrá acabar conmigo -le guiño el ojo.
-Para antes de que eso ocurra, él ya estará muerto.
-¿Estás más tranquila? -le pregunto con un tono entre cariñoso y de preocupación.
-Mucho mejor -me sonríe.
-Tienes que prometerme una cosa.
-Lo que sea.
-Prométeme que serás la mejor alumna de Rinkston. Que dejarás a estos pijos malcriados en vergüenza.
-Lo haré encantada.
-Y también quiero que cuides de...
-¿Dylan? -me mira sonriendo.
-Sí... -digo con vergüenza.
-También lo haré -me sonríe.
Le devuelvo la sonrisa y luego le beso la frente.
-Ahora tienes que irte a clase -susurro.
-Está bien...
Lily se va y me quedo allí solo. Pensando en que, tal vez, no vuelva a verla nunca más ni a ella, ni a Dylan, ni siquiera a estos pijos de Rinkston.