Capítulo 4

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Capitulo 4

La había llamado "cielo" y le había gustado cómo los ojos de Jos habían brillado ligeramente al oírlo. Ella había perdido un poco de su autocontrol, pero después, todo cambió de repente. Fue como si se colocara un velo o una mascara. Sus sentimientos habían pasado del deseo abierto a la confusión, del anhelo a la incredulidad.

El instinto y la rabia lo empujaban a abrazarla y a besarla. Con una arrogancia tan grande como la de ella, supo que podía hacer que lo deseara otra vez. La inteligencia le advirtió que sería un error. El asunto era seguir el juego y comprobar dónde quería Josephin Smith que terminara aquello.

Se escuchó una salva de aplausos cuando ella lo condujo a la pista de baile. La orquesta dejó de tocar y la presidenta agarró el micrófono.

- Señoras y caballeros, me satisface presentarles a la señorita Josephin Smith y a su premio.

Se oyeron risas y más aplausos. Jos sonrió y se giró hacia Can, pero su sonrisa se desvaneció al ver el modo en que la estaba mirando. La orquesta comenzó a tocar. La música era romántica. Can la tomo entre sus brazos.

- ¿Es buena bailarina, señorita Smith? –preguntó. –¿Sabe cómo dejarse llevar por el ritmo de la música?

- Soy una bailarina extraordinaria. Pero no me gusta que me agarren tan fuerte.

Can sonrió y la apretó aún más.

- Está un poco rígida. ¿Hace tiempo que no... baila?

- No entiendo qué quiere decir –replicó Jos sonrojada.

- Quizá no haya encontrado al hombre adecuado, me refiero para bailar. Podría enseñarle unos pasos que no ha soñado jamás, señorita Smith. Lo único que tiene que hacer es admitir que desea que la enseñe.

- ¡Ya es suficiente!

Ella intentó separarse, pero Can la sujetó con más fuerza.

- ¿Por qué ha pagado veinte mil dólares por mí? Su rostro es como un libro abierto, señorita Smith. Está debatiéndose entre darme un puñetazo en la cara o huir corriendo como un conejo asustado.

- Yo nunca huyo de nada –protestó con furia. –Pero ha acertado con la primera parte.

- De todos modos, hay quinientas personas mirándonos. ¿De verdad quiere darles un buen titular?

- ¡Es un hombre horrible!

- Soy un hombre sincero. Pagó un montón de dinero por mí, y no fue por caridad.

- Sobre estima usted su encanto, señor.

- Pagó para irse a la cama con un hombre que la hiciera sentir algo. Y después se acobardó.

Jos dejó de bailar y Can también. La miró con los ojos llameantes.

- ¡Lo desprecio!

- Querida, no se dé ínfulas –dijo riendo. –Ya sé que es una palabra demasiado culta para un vaquero, pero nunca dije que yo lo fuera. Usted lo dedujo por su cuenta.

La música cambió y sonó un vals. Can empezó a bailar. No tenía elección. Jos lo siguió. Él giro por el salón cada vez más deprisa apretándola contra su cuerpo. Cuánto la deseaba. Casi podía sentir su calor quemándole la piel. Tenía la mirada llena de odio, pero él pudo ver algo más en ella.

- ¿Qué le da miedo admitir, Jos? –susurró suavemente.

Ella se quedó sin aliento. ¿Cómo había sucedido? ¿Cómo había tomado él el control?

Más allá de un sueño (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora