Maestro Echleón, estamos asustados, hemos venido por algo que sucedió esta madrugada... –dijo un pequeño hombre de pueblo, de barbas y cabello color cobrizo brillante y desordenado, con sus manos curtidas y ennegrecidas por la tierra que trabajaba todos los días en su campo personal, sacudiéndolas en el aire como si intentara atajar objetos que caían frente a él, agarrándose la cabeza, permitiéndole recién avanzar a su mujer, quien caminaba con lentos pasos debido a su evidente estado de gravidez, además del tamaño de su cuerpo, superando en altura a su lánguido esposo.
¿Estamos? Eso me suena a manada –respondió la embarazada mujer con evidente molestia, quitando de su rostro su liso y marrón cabello, dejando descubierta su lechosa tez, debido al abandono temprano de su trabajo en el campo—. Creo saber lo que me pasa, el maestro aquí presente nos ayudará, te lo aseguro.
Pero, si es lo que tú dices... –dijo el hombre, callándose y apuntando al abultado abdomen de su esposa, para luego pasar su dedo índice sobre su cuello, abriendo su boca y poniendo blancos sus ojos.
Si fuera tan grave, ¿no crees que ella y yo ya estaríamos muertas? –respondió la mujer con seguridad, sentándose frente a Echleón, quien estaba sentado en su silla de madera negra en silencio, aparentemente mirando a los recién llegados vecinos—. ¿Cierto?
Lo dices como si supieras que es una niña... –interrumpió el esposo, callándose al ver en movimiento los labios del mago del pueblo.
Hola, Helena –saludó el viejo mago a la mujer, luego mirando al hombre—. Robert. ¿Qué les trae por acá este ocupadísimo día?
Pues, esto, creo que estoy poseída –dijo Helena mientras agarraba su vientre con ambas manos, entretanto Robert llevaba nuevamente sus manos a su cabeza, girándose contra la pared, temiendo que fuera verdad lo que su amada esposa decía—. Quiero que nos revise.
¿Qué te hace pensar que estás "poseída"? –preguntó el mago, revisando inadvertidamente a Helena con su energía mágica, no encontrando rastros de presencias demoníacas en su cuerpo o en el bebé.
Bueno, esta noche, un poco antes de la madrugada, Robert estaba quejándose de que lo golpeé en sus cosas allá abajo, además de que reclamaba estar muriéndose de frío, culpándome de eso por "estar flotando sobre la cama", llevándome las cobijas con mi inmensa barriga –explicó Helena.
¿Y qué tiene que ver el supuesto golpe? –preguntó Echleón, sin inmutarse.
Caí sobre Robert cuando lo escuché llamándome entre sueños, el pobrecito estaba completamente helado, no sé si por el susto de verme flotando o por el frío de la noche –respondió Helena, burlándose de su cónyuge.
Tuve miedo por ustedes después de verte caer y también porque vomitaste. Y caíste con tu codo en mi entrepierna, nunca se me pasó por la mente que pudieras flotar por una posesión demoníaca hasta que lo mencionaste –intervino Robert, nervioso, frotándose las manos para secarse el sudor.
El vómito fue porque estaba mareada, alcancé a soñar que estaba cayendo desde una inmensa altura, agradece que fue sólo un golpe involuntario –rezongó Helena, sobándose el pecho, recordando la acidez del vómito y las náuseas.
No estás poseída, ya lo comprobé, esto es algo completamente normal... –dijo Echleón pausadamente, callándose ante la impetuosa interrupción de Robert.
¿Normal? ¡Mi mamá que en paz descansa tuvo diez hijos, yo fui el tercero, y nunca la vi flotar cuando esperaba a mis otros hermanos! –gritó Robert, agarrándose la cabeza, desesperado, callándose ante las miradas de reprobación de su mujer y del mago.
Como decía, es normal para tu tipo de embarazo, su retoño está mostrando su potencial mágico, sólo eso –finalizó de explicar Echleón, sin siquiera pararse de su asiento, esperando que con esas palabras los visitantes no invitados se fueran.
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Blaze! [Temporada 1]
FantasyEsta es la historia de Blaze, la más grande guerrera que podrás encontrar... Entrenada en artes esotéricas y militares por sus maestros Echleón y Bel, respectivamente, Blaze recorre las tierras medievales en la búsqueda de aventuras y peligros a los...