14-La fiesta

795 51 13
                                    

No recordaba exactamente sus facciones, o sus gestos. Era tan joven cuando me enamoré de ella, que muchas cosas quedaron atrapadas en el tiempo. Pero hoy después de tantos años, volver a ver su rostro, volver a recordar su belleza física, me hacía querer desmayar. 

Había llegado a casa de Tate, con una sonrisa en mi rostro justo cuando toqué la puerta, pero mi sonrisa murió en cuanto la vi. Por un momento me parece que el tiempo no ha transcurrido.

¿Por qué los años la tienen que hacer lucir impresionante?.

No sabía que hacía en casa de Tate, ni tampoco entiendo porque está desnuda vistiendo únicamente con una toalla de baño. El cabello lo tenía mojado, pero con un color diferente al que recordaba, ahora lo tenía un poco castaño claro con algunos reflejos rubios.

Sentía un quebranto en mi pecho al verla ahí, tan linda, tan dulce, tan hermosa como siempre. Juro que no me había percatado de una cosa hasta el momento, una lágrima estaba bajando con lentitud por toda mi mejilla. Y fue en ese momento que mi mundo tembló, no había marcha atrás la tenía frente a mi y me sentía incapaz de decir una sola palabra. 

-¡Anahí, aquí estás amiga!- Tate, se colocó en medio de ambas y me abrazó. Para cuando salí de su abrazo ya Dulce no estaba.

-¿Qué demonios hace ella aquí?- le pregunté muy confundida- Ella... ella... no debería de estar aquí- mis manos estaban desesperadas secando las malditas lágrimas que salían sin permiso ganándome la partida. 

-Te tranquilizas en este preciso momento, o te abofeteo Anahí- Tate, agarró mis manos y me hizo sentarme en un sofá- Nos hicimos amigos de ella cuando Will entró a trabajar al mismo bufete, ¿entiendes?- asiento y trato de respirar más profundamente.

-¿Por que no me contaste nunca, eh?.

-Any, para serte sincera ni Will ni yo pensamos que fueras a volver... no creímos necesario decirte y que te sintieras mal después. Dulce, es la hermana que nunca tuve Any, y Will la adora también... lo siento. 

-Me tengo que ir de aquí- me puse de pie, no era capaz de estar cinco minutos mas aquí, por una extraña razón me sentía traicionada por mi amiga, me sentía muy ofendida por el silencio de Tate todos estos años. Cuando estuve a punto de salir por la puerta con Tate detrás mío, Poncho entró a la casa y me atrapó en un abrazo.

-Mi amor- él sonríe y no soy capaz de responder a esa sonrisa- No sabía que vendrías- besa mis labios y al separarse de mi observo a un chico que viene con él, tenía el cabello rapado pero no demasiado, su piel es blanca y tiene los ojos cafés, más una sonrisa que parece ser sincera- Ven mi amor, Tate, les presento a mi mejor amigo- Poncho sonríe como si estuviera muy orgulloso de su amigo y este último sonríe expresando felicidad- Es Christopher.

-Ucker para los amigos- él sonríe de medio lado y nos guiña un ojo.

-Hermano, ella es mi novia- toma mi mano y seguido de eso posa un brazo sobre los hombros de Tate- Y ella es la mejor amiga de mi novia... por cierto- él se voltea y busca algo- ¿En dónde está Dulce?.

Lo único que me faltaba, ahora resulta que hasta Poncho entabló una amistad con esa idiota, no puedo creer que el destino me esté haciendo esto. No cuando llevo años queriendo olvidarla, cuando he tratado de olvidar hasta las pequeñas cosas que la hacen única. 

Desde que llegué no he dejado de temblar, me siento muy nerviosa y las taquicardias que tenía años de no sentir se estaban haciendo presentes en este momento. Tenía el corazón corriendo a un ritmo alarmante, y en ocasiones sentía como el aire me fallaba. Tenía que tranquilizarme, porque enfermar no es parte de mis planes.

La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora