No recordaba exactamente sus facciones, o sus gestos. Era tan joven cuando me enamoré de ella, que muchas cosas quedaron atrapadas en el tiempo. Pero hoy después de tantos años, volver a ver su rostro, volver a recordar su belleza física, me hacía querer desmayar.
Había llegado a casa de Tate, con una sonrisa en mi rostro justo cuando toqué la puerta, pero mi sonrisa murió en cuanto la vi. Por un momento me parece que el tiempo no ha transcurrido.
¿Por qué los años la tienen que hacer lucir impresionante?.
No sabía que hacía en casa de Tate, ni tampoco entiendo porque está desnuda vistiendo únicamente con una toalla de baño. El cabello lo tenía mojado, pero con un color diferente al que recordaba, ahora lo tenía un poco castaño claro con algunos reflejos rubios.
Sentía un quebranto en mi pecho al verla ahí, tan linda, tan dulce, tan hermosa como siempre. Juro que no me había percatado de una cosa hasta el momento, una lágrima estaba bajando con lentitud por toda mi mejilla. Y fue en ese momento que mi mundo tembló, no había marcha atrás la tenía frente a mi y me sentía incapaz de decir una sola palabra.
-¡Anahí, aquí estás amiga!- Tate, se colocó en medio de ambas y me abrazó. Para cuando salí de su abrazo ya Dulce no estaba.
-¿Qué demonios hace ella aquí?- le pregunté muy confundida- Ella... ella... no debería de estar aquí- mis manos estaban desesperadas secando las malditas lágrimas que salían sin permiso ganándome la partida.
-Te tranquilizas en este preciso momento, o te abofeteo Anahí- Tate, agarró mis manos y me hizo sentarme en un sofá- Nos hicimos amigos de ella cuando Will entró a trabajar al mismo bufete, ¿entiendes?- asiento y trato de respirar más profundamente.
-¿Por que no me contaste nunca, eh?.
-Any, para serte sincera ni Will ni yo pensamos que fueras a volver... no creímos necesario decirte y que te sintieras mal después. Dulce, es la hermana que nunca tuve Any, y Will la adora también... lo siento.
-Me tengo que ir de aquí- me puse de pie, no era capaz de estar cinco minutos mas aquí, por una extraña razón me sentía traicionada por mi amiga, me sentía muy ofendida por el silencio de Tate todos estos años. Cuando estuve a punto de salir por la puerta con Tate detrás mío, Poncho entró a la casa y me atrapó en un abrazo.
-Mi amor- él sonríe y no soy capaz de responder a esa sonrisa- No sabía que vendrías- besa mis labios y al separarse de mi observo a un chico que viene con él, tenía el cabello rapado pero no demasiado, su piel es blanca y tiene los ojos cafés, más una sonrisa que parece ser sincera- Ven mi amor, Tate, les presento a mi mejor amigo- Poncho sonríe como si estuviera muy orgulloso de su amigo y este último sonríe expresando felicidad- Es Christopher.
-Ucker para los amigos- él sonríe de medio lado y nos guiña un ojo.
-Hermano, ella es mi novia- toma mi mano y seguido de eso posa un brazo sobre los hombros de Tate- Y ella es la mejor amiga de mi novia... por cierto- él se voltea y busca algo- ¿En dónde está Dulce?.
Lo único que me faltaba, ahora resulta que hasta Poncho entabló una amistad con esa idiota, no puedo creer que el destino me esté haciendo esto. No cuando llevo años queriendo olvidarla, cuando he tratado de olvidar hasta las pequeñas cosas que la hacen única.
Desde que llegué no he dejado de temblar, me siento muy nerviosa y las taquicardias que tenía años de no sentir se estaban haciendo presentes en este momento. Tenía el corazón corriendo a un ritmo alarmante, y en ocasiones sentía como el aire me fallaba. Tenía que tranquilizarme, porque enfermar no es parte de mis planes.
-Se está vistiendo- dijo Tate completamente sería sin quitarme los ojos de encima- Pasen chicos, mucho gusto Ucker- le dijo ella con una sonrisa.
Me sentía tan en mi mundo que olvidé ser cortes con el amigo de mi novio, mi mente sólo podía pensar en que Dulce está en esta casa con mi mejor amiga.
¿Cuánto rato tenía de estar presente físicamente pero de mente ausente?. Cuando de pensar de más se trata, soy la reina de ello, en serio. Transformó lo chiquito en grande, o genero algo que no era necesario. Pensar de más sobre analizar mucho las cosas, no es sano al menos para mi que no puedo tener emociones fuertes por mi corazón, y pese a que lo sepa, aquí estoy, pensando de más, sobre analizando todo.
Mis ojos caen en Poncho y siento que mi cuerpo se llena aún más de terror, ya la conoce, ya sabe de su existencia, ¿qué pasa si él se entera que Dulce es esa persona por la que tanto he sufrido?, esa persona que él tan pacientemente a intentado alejar de mi mente sin éxito alguno. No lo amo, pero indudablemente lo quiero muchísimo, ¿se alejará?, cuando conozca mi parte más emocional y sensible, ¿qué va a pasar?.
Mis pensamientos giran en torno a esas preguntas, y a otras que prefiero no darles suficiente entidad.
Mi mente da vueltas sin una aparente salida, no me gusta lo que estoy viviendo, necesito dejar de pensar.
-¡Any!- me llama alguien. No alguien, Poncho. Está parado frente a mi, pasando su mano cerca de mis ojos, como si hace rato estuviera intentando captar mi atención.
Cuando mis ojos caen en él por fin, siento que no sabe si sonreír, o no.
-¿Está todo bien bonita?- me pregunta- Luces un poco... ¿ida?.
Suspiro. No puedo contarle todo lo que tengo en mi interior, y si no puedo es por miedo. Porque nunca he sido capaz de contarle 100% mi historia.
-Sí, Ponchito, todo marcha bien... es sólo que desde que llegamos de Inglaterra todo se torna un poco...
-¿Complicado?- sonríe y me acaricia.
-Sí.
-Todo va a estar bien- besa mi frente.
-Buenas tardes.
Ahí estaba esa voz, esa voz que tenía ocho años sin escuchar. Mi corazón ahora sí, se quería salir a dar un paseo, ahora si siento mis manos temblar, era ella, Dulce, mi Dulce. Mis ojos caen en ella, y nuevamente siento que mis ojos se inundan, ¡cálmate Anahí o Poncho se dará cuenta!.
-¡Aquí estás!- exclama Poncho, como si la conociera de toda la vida- Ven te presento a mi amigo- él besa mi frente y acto seguido se acerca a Dulce- Ucker- él sonríe- Ella es la chica de la que te hablé, es Dulce.
-Es un placer, Dulce- el tal Ucker es un hombre bastante guapo, de hecho luce un poco menor que Poncho- Realmente encantado- él hace un gesto con su rostro ganándose una sonrisa de Dulce, quién lo miraba como si estuviera divertida con el chico en cuestión, al parecer le agradó.
-El gusto es mío- ella le sonríe nuevamente pero esta vez es una gran sonrisa, dejando ver sus brillantes dientes.
Realmente no puedo creer que esté aquí.
Finalmente sus ojos caen en mi, y tras esa mirada nuevamente su sonrisa se hace presente. Arqueo una ceja y le hice un gesto serio, para fingir ante ella que no me importa, que no me interesa su presencia aquí.
¡Mierda!, viene hacía mi. Se disculpó con los chicos, y comenzó a caminar a mi dirección. Tierra trágame por favor, y escupeme nuevamente en Inglaterra en dónde mi vida es feliz y perfecta sin ella.