29. No te acerques a desconocidos

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Caminando con total normalidad por la calle se encontraba el Superintendente junto al pequeño Segismundo.

Era increible la conexión y sincronía que habían desarrollado en unos pocos meses, el pequeño correteaba saltando y jugando al rededor del adulto mientras este avanzaba, pasando entre sus piernas y de vez en cuando usando su brazo para balancearse y Conway continuando como si nada.

- Segismundooo, donde pueda verte - Ordenaba cada que veía que este se alejaba un poco mas de lo debido por estar metido en su juego interno.

Inmediatamente el menor calmó un poco su hiperactividad colocándose al lado del adulto sin quitar su sonrisa traviesa.

Tenía que confesarlo, cuando todo esto había iniciado Segismundo planeaba escapar de Conway todas las veces que tuviera la oportunidad para así continuar con los trabajos que como adulto había dejado pendientes.

Para su mala suerte el Superintendente era extremadamente atento cuando se trata de niños y jamás tuvo chance de irse, sin embargo, actualmente no podía estar mas agradecido.

Cuando era realmente un niño, debido a la situación de su familia y los integrantes adultos de la misma jamás pudo divertirse como cualquier niño debería, y ahora como adulto intentaba liberar de vez en cuando esa infancia perdida, pero es difícil hacerlo cuando tienes a todo el mundo diciéndote que te comportes según tu edad.

No tenía ni puta idea de como se había transformado, lo unico que sabía es que por una vez en su vida podía gozar de juegos infantiles y un adulto que realmente le muestra afecto y preocupación por su bienestar.

Por fin habían llegado a su destino el cual era el banco, pues Conway tenía que hacer un pequeño tramite ahí y Segis lo acompañaba.

(...)

Mientras el adulto discutía la situación, el pequeño se encontraba sentado en los asientos de espera, aburrido por el ambiente y por no tener nada que hacer.

En eso otra persona se sentó a su lado, un hombre de piel morena y pelo largo y oscuro envuelto en una coleta, vestía una camisa negra arremangada y pantalones blancos. Evidentemente podía ser alguien cualquiera, pero para Segismundo.. había algo en él que lo inquietaba.

No paraba de mirarlo de reojo, sentía que era sospechoso pero el hombre no hacía nada mas que mirar su teléfono móvil mientras esperaba su turno, si es que eso hacía.

Sin dejar de disimular dirigió su mirar hacia la pantalla del celular, estaba mensajeándose con alguien, muy a duras penas alcanzaba a leer algo.

Platicaban sobre una base, una especie de plan y... unos supuestos ingredientes que en sus 60 años de vida jamás había oído hablar.

- Es de mala educación - Repentinamente escuchó al mayor hablándole, rápidamente desvió la mirada, pudo sentir un escalofrío al saber que tenía los ojos sobre su ahora pequeño e indefenso cuerpo.

Lo que no notó fue como en su rostro se formaba una pequeña sonrisa de lado mientras bajaba levemente sus párpados.

- ¿Tienes nombre? - Volvió a hablarle.

No sabía si debía responder, no podía evitar sentirse intimidado pero, al mismo tiempo eso le decía que debía hacerle caso.

- Se-segismundo... - Musitó.

- ¿Tus padres están aquí, Sesegismundo? -

El pequeño soltó una diminuta risita por su sarcasmo, no sabía si era porque realmente le hizo gracia o porque estaba demasiado nervioso.

- No... -

- ¿Y qué hace un niño solo en un lugar aburrido como el banco? -

- ¡Segismundo! - Antes de que pensara en una explicación pudo oír la voz del adulto de confianza llamándolo.

Ambos hombres cruzaron miradas, Conway no lo conocía y tampoco quería conocerlo, luego del secuestro no confiaba en absolutamente nadie ajeno a ellos que interactuara con el niño incluso si era con buenas intenciones.

- A casa - Decretó tomando al menor del brazo, quien se bajó del asiento por inercia y empezó a seguir al mayor que lo guiaba a la salida.

- ¿Cuantas veces te eh dicho que no hables con desconocidos? - Comenzó a regañarlo una vez estaban lejos de él.

Mientras continuaban avanzando Segismundo miró al hombre con el que había hablado, nisiquiera alcanzó a saber su nombre, y le enteresaba porque había algo en el que le generaba dudas y una extraña parte de él le decía.. que por mucho miedo que le diera, debía mantenerse cerca.

Cuando ambos ya se habían retirado del establecimiento, el de coleta volvió a sonreir tomando nuevamente su móvil y escribiendo hacia la persona que necesitaba saber, que ya lo había localizado.

Continuara...

"Un nuevo motivo para continuar" - GTARP (SegisKidAU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora