Solangelo | ¿Miedo? Ya quisieras

22

Nico se dirigía a la cabaña de Apolo a buscar a Will. Había prometido pasarlo a buscar para llevarlo a un lugar sorpresa. Se sentía muy incómodo en el camino. Todavía había sol en el campamento, por lo que no podía pasar desapercibido entre las sombras, y mucho menos con su nuevo look.

Estaba por llegar a la cabaña del rubio y no daba más de los nervios. No podía dejar de jugar con su anillo, como hacía siempre en casos como ese, pero ahora tampoco podía dejar de tocarse el pelo. Estaba muy raro: suave, desenredado, liso... Bueno, estaba lindo. Probablemente haya sido la primera vez que quedó conforme frente a un espejo, sobre todo teniendo en cuenta que Piper le permitió ponerse delineador bajo los ojos como solía hacer, lo que permitió que se sienta aún más cómodo consigo mismo.

Finalmente llegó a la cabaña 7. Tocó la puerta y preguntó por Will.

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Will Solace se estaba terminando de preparar. No sabía como vestirse, por lo que optó por algo cómodo y lindo: un short de jean blanco y una remera lila. Simple pero efectivo. Justo cuando termina de ponerse sus vans, también violetas, su hermano Austyn corre a decirle que Nico Di Angelo lo estaba buscando. El rubio sonríe ampliamente y sale.

"Wow" probablemente se quedó con la boca abierta, pero Nico lo sorprendió. Estaba hermoso. Bueno, siempre lo era, pero en ese momento mucho más. Se había cortado y planchado el pelo, y encima estaba llevando una remera DE COLOR. ¿Qué? ¿Cómo era eso posible? Will cada día estaba más enamorado. Es decir, era imposible no hacerlo si observas bien la belleza de Nico. Los ojos marrones, con pestañas largas y achinadas naturalmente, que tocaban sus párpados y realzaban sus ojos, más que nada teniendo en cuenta el detalle del delineador; su pelo, del mismo color que sus ojos, cayendo suavemente sobre un lado de su cara; sus labios, simplemente perfectos, rosados y carnosos; su mandíbula, su cuello adornado con una cadenita sin colgante, sus brazos, sus manos... todo él era perfecto. Sacude su cabeza, volviendo a la realidad. Nico se encontraba frente a él, totalmente sonrojado y jugando con su anillo.

—¿Podes cerrar la boca Solace o es mucho pedir? —De todos modos, Nico también estaba apreciando la belleza del chico enfrente suyo. Con su cabello rubio largo y ondulado, y su piel bronceada, lucía como un surfer californiano, además de que sus hermosos ojos azules realzaban ante el lila de su remera. Era muy alto, algo que le encantaba al pelinegro, y siempre estaba sonriendo, con sus dientes perfectamente alineados y sus labios suaves y carnosos que tantas tenía de probar.

—Eh... Ah, sí, claro... Estás hermoso Di Angelo —sonríe nuevamente Will, pensando en qué había hecho él para merecer esa tortura de solo ser amigos. "Nada" respondió en su inconsciente, con toda la razón del mundo.

—Vos también estás bien —responde Nico haciendo una mueca debido a los nervios que le causaba estar en esa situación —Te diría que viajemos por las sombras pero no quiero arriesgarme a que me mate por no cumplir las "órdenes del doctor", por lo que vamos a tomar prestado un auto ¿dale?

—Me parece perfecto, pero ¿se puede saber a dónde vamos?

—No seas ansioso, ya lo vas a ver —Nico vuelve a acomodarse el pelo, lo que se había convertido en el gesto favorito de Will —Ahora seguime.

Juntos, salieron del campamento mestizo, nuevamente con el permiso de Quirón, y se subieron a un auto que encontraron por allí. De la nada, surge un zombie en el asiento del conductor, y Nico le dice la dirección en el oído, como para que Will no escuche.

—Creo que no te conté antes, pero mi padre una vez para mi cumpleaños me regaló un conductor. Era corredor de carreras y ahora cada vez que tiene la oportunidad ama seguir conduciendo.

—Wow —Will no sabía que decir, pero le encantaba eso del conductor.

Se quedaron en silencio, pero no era incómodo. El zombie había puesto música de fondo y justo sonaba una de las canciones favoritas del rubio, quien hacía el fallido intento de no cantar, aunque algunas frases se le salían. The one that got away era la canción, de Katy Perry. Nico no la conocía y sinceramente no era de su estilo, pero tenía muchas ganas de sonreír al ver al hijo de Apolo moviendo su cabeza al ritmo de la canción y cantando algunas partes. Sip, definitivamente le encantaba.

Finalmente, el auto frena en una esquina oscura, que llevaba directo a un callejón.

—Di Angelo, si querías matarme no hacía falta traerme acá, podrías hasta abrir un huevo en mis pies.

—No voy a tratar de matarte Solace, tranquilo. Tan solo ven —le toma de la mano y lo lleva hacia el callejón. Al final había una puerta negra sobre una pared de ladrillos. Nico la abre y pasan, aún de la mano. Todo se vuelve oscuro por unos minutos hasta que llegan a la puerta de salida.