-Ya callate, César Évora.

Y no se lo tuvo que decir dos veces, la tomó de las caderas para que le bajara un poco el ritmo, o iba a terminar en sus pantalones, cosa que no le pasó ni cuando era un adolescente.

Pero cuando se concentraba para que su miembro resistiera, le llegaban corrientazos de su cuello, sus mordiscos, y ahora estaba bajando a su pecho.

-¡Ay, César!, siempre me has vuelto loca, me dan cosquillas entre las piernas cada que estas junto a mi, que me miras, cuando posas tus grandes manos en mi, siempre soñaba con que me agarraras así y me cogieras sin reservas, suciamente.

César se sorprendió siempre le pareció que Victoria era una mujer apasionada, pero a decir verdad era tan delicada y fina, que no se imaginó que se soñara con él teniendo sexo sucio y duro.

-¿Te gusta sucio y duro? Me sorprende, señora Ruffo.

Sintió su corazón latir un poco mas fuerte pero por otra clase de emoción que no se molestaría en profundizar en ese momento al ver como sus mejillas de teñian de un rosa profundo, que iba mas allá del sonrojo de la excitación de la que estaba siendo victima.

-Bueno yo... la verdad nunca ha sido así, con los hombres que he coincidido han sido buenos conmigo, tiernos, así que realmente nunca se me pasó otra clase de sexo por la cabeza, solo contigo, aunque no me sorprende... - lo envolvió en un abrazo y unió sus labios a él, suave, lento, humedo. -... tu despiertas cosas dentro de mi, que nadie nunca ha hecho.- confesó tan suave, que si no hubiesen estado boca a boca, César no habría podido escucharlo.

-Me alegra, me alegra mucho saber que soy el unico hombre capaz de despertar la fiera dentro de ti, seré todo lo duro y sucio que quieras, pero te pido por favor, que en el momento que te sientas incomoda con algo que diga o haga, me lo hagas saber inmediatamente, este será nuestro juego, pero primero me corto una mano, antes que dañarte, ¿me lo prometes?

Victoria tragó en seco, imaginando todas las posibilidades, todas aquellas cosas que ese hombre podria hacerle, lo mas irónico era que jamás se le pasó por la cabeza que él pudiera hacerle daño, y sintió una descarga de ternura al ver su gesto de seriedad.

-Creo que si existe un hombre en el que confie mi vida, es en ti, César y ahora basta de palabras y hazme todo aquello que siempre me prometiste con tu mirada hacer.
Soy toda tuya...

César gruñó, al escuchar como ella aceptaba ser solo de él, sus mas anhelos secretos se revelaban y no era ese momento, mutuamente habian reconocido desearse desde que se conocieron, pero nada mas, no arruinaría el momento con preguntas que no iban.

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En otra parte del mundo, o del universo, o quizá en el mismo lugar y otra realidad diferente, había dos personas en sus respectivas casas, ajenas a las jugadas que tenía el destino.

El mundo seguía su curso normal, nadie podría imaginar que habían dos personas que ya no pertenecían a su misma realidad, si no que habian decidido con ayuda extra del universo, crear la suya propia.

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Decidieron darse un baño, sentían que estaban a mil, y prefieron frenar un poco las cosas, querían llevar al límite de su mayor estado de excitación, para que llegado el momento, dejarse caer en caída libre, pero disfrutarían el viaje a la cima del placer, vaya que si lo harían.

Obviamente para evitar tentaciones, lo hicieron por separado, Victoria decidió ir al cuarto que se suponía era de la otra chica que vivía con ella en la novela, y que afortunadamente no se encontraba en la ciudad, y tomó prestado algo menos aburrido que las batas de María.

Entró nuevamente a la habitación y se dirigió al baño, cortando de gritó la tarea de César, que se estaba preparando para afeitar, haciendo que por poco ocurriera un accidente.

-Por Dios, Victoria, ¿que pasó? ¿Por qué gritas?

-Deja inmediatamente lo que estas haciendo, no quiero que te rasures.

-Bueno, lo hice por ti precisamente, te dejé el cuello un poco colorado.

-No importa- Dijo ella acercándose, en su camino, él pudo notar como iba vestida, o desvestida, una lindas bragas de algodón y una camisa de tirantes negra, y nada más, ella se recostó entre sus piernas, como si fuera lo más natural del mundo uniendo sus labios en un beso fogoso, sin perder oportunidad, César apresó sus nalgas y la alzo un poco contra su cuerpo, enredando su lengua con la de ella. -Quiero que te la dejes, me hace cosquillas.

-¿Ah si?

César se metió en su cuello nuevamente, generando un ataque de risa en Victoria, pero que inevitablemente como les pasaba, una cosa llevó a la otra.

Cayeron en la cama en un lío de brazos y gemidos incontrolables.

-Ahora si, ¿estas dispuesto a cumplir todos esos pensamientos obscenos que dices tener por mi?

-¿Me estas retando?- interrogó él adueñandose de sus senos con ambas manos. - Mas te vale que estes lista para lo que se te viene.

-¡Uy que miedo!

Victoria sonrió, totalmente relajada y excitada, esperando el primer paso de César.

Se calentó mas cuando vio que César borraba cualquier rastro de diversión de su rostro, se vio de repente boca abajo en la cama y grito fuerte cuando el soltó la primera nalgada que hizo que el deseo liquido brotara de su ser con más fuerza.

-Esto es por tu altanería- cacheteó su otra nalga igual de fuerte. -Este otro por provocarme.

Victoria sentía el corazón a mil, y sentía como le escocian las nalgas, las manos de él eran siempre pesadas, pero quería mas, así  que levantó y agitó un poco sus nalgas, esperando ansiosa el proximo cachetazo.

César por un momento creyó que se había pasado con los golpes, pero al escuchar los gemidos de ella y como levantaba su linda colita para mas, comprendió que había encontrado a su compañera ideal para todas sus guarradas.

La azotó una y otea vez, obteniendo de respuesta los eroticos grititos de esa mujer que lo estaba volviendo loco.

-Tienes las nalgas todas rojitas, parece que disfrutaste mucho tu castigo, caperucita, ¿quieres mas?

-Si, por favor, quiero más.

César bajó sus bragas y si tenía alguna duda de si habia disfrutado, se resolvió al ver toda la humeda que bañaba a esta.

Se agachó y beso primero una nalga y luego la otra, sonrió como un lobo al sentir el brinco de Victoria cuando le clavó los dientes en una.

Abrió sus cachetes y se lamió los labios al ver ese pequeño agujerito sonrojado.

Victoria por su partr estaba ansiosa por el siguiente paso de César, la estaba matando su pasividad, como si no tuviera ninguna prisa.

Sonrió cuando el llenó de besos su espalda y fue subiendo a sus hombros, ella volteo un poco mas su rostro, hasta que ambos estuvieron frente a frente, César lamió sus labios y ella abrió su boca, anhelando el contacto de su lengua con la de ella.

-Victoria...

-Dime...

Hablaban sin soltar los labios del otro.

-¿Me das permiso para entrar aquí?

Victoria en un momento confundida sin entender a que se refería, pegó un pequeño brinco y un escalofrío subió por su cuerpo, al sentir como un dedo de César jugaba con ese agujerito fruncido entre sus piernas, y entendiendo de sopetón la petición que le estaba haciendo él.



CONTINUARÁ...


Vi que estuvieron activas, entonces me anime con otro cap de una.😏

¿Que creen que pasará? ¿Les esta gustando la historia?🔥🔥

Espero sus votos y comentarios para animarme a seguir sin demora.

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