Capítulo 10

31 1 0
                                    

Joshua Henderson

Estaciono mi auto fuera del bar. Aún faltan un par de horas para abrirlo, pero me gusta llegar antes para dedicarle algo de tiempo a la contabilidad del lugar. Es difícil encontrar otro sitio con el silencio, la calma y el ambiente propicio para llevar cuentas importantes.

Y lo cierto es que tampoco me apetecía mucho estar en casa en estos momentos.

Ahora más que nunca quería poner en marcha la búsqueda de un apartamento, pero lo único que parece que puedo tener en mente es la investigación de la muerte de Connor. Realmente me gustaría dejar de pensar en eso, pero mis padres, mi abogado y todas las personas que conozco, no dejan de recordarme el mismo tema, especialmente después de decir la verdad de lo que sucedió a mi abogado. Decidí ahorrarme los detalles para los demás, pero dejé muy en claro que estaba dispuesto a declarar frente a un juez si era necesario. Todo este asunto había pasado de cuidarnos entre todos a que cada uno intentara salvarse el pellejo por su cuenta.

Bryce se sentía traicionado, Chloe no me hablaba, Keira ha estado perdida estos últimos días desde que liberaron a Andrew, Isabel no muestra señales de vida y Daniela es la única que se ha mostrado de acuerdo conmigo. Eso, y que ambos sabemos que es la mejor opción que tenemos para proteger a los que amamos, aunque Andrew y Chloe parezcan estar totalmente ajenos al tema. Es como si les diera miedo enfrentar la verdad.

Porque solo hay una verdad: Connor murió ahogado gracias a una droga que él mismo consumió esa noche por decisión propia.

Nadie tendría intenciones de hacerle daño, y es normal que los Blake intenten encontrar un culpable cuando no saben que no era la primera vez que su hijo se metía esa mierda en el cuerpo. Y sí, probablemente todos estábamos un poco pasados de copas esa noche y eso fue lo que hizo que ninguno reaccionara de la forma adecuada ante la situación, pero ese es otro tema que ya la policía revisará a su debido tiempo.

Saco las llaves de repuesto que tengo guardadas debajo del tapete de la puerta trasera, y abro las puertas del bar, pensando que tengo que abandonar la mala costumbre de dejar las llaves adentro en la oficina. Vuelvo a cerrar la puerta cuando ingreso, pero no puedo avanzar mucho porque me sorprende encontrar a alguien más ahí dentro.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto.

—¿Hace cuánto tienes apagado tu teléfono, Josh? —me pregunta devuelta.

—¿Cómo entraste?

—¿Esconder las llaves bajo el tapete? Muy poco original y bastante obvio, si quieres mi opinión —se da cuenta de que no estoy para juegos, por lo que continúa—. Tengo información importante.

Connor.

Era bastante obvio que se trataba de él. Es de lo único que podemos hablar.

—Isabel, ¿no sería más fácil decírmelo por teléfono? Creí que no era prudente vernos a escondidas —le recuerdo, acercándome.

—Como ya te dije, tienes el teléfono apagado —cruza los brazos—. Y esta información es mejor decirla personalmente.

—¿Y por qué a mí?

—A todos —me corrige—. Los demás vienen en camino.

La miro, incrédulo.

—Tienes que estar bromeando. ¿Los invitaste a todos aquí? ¿Y cómo sabías que yo vendría a esta hora?

Isabel luce cansada, pero después de respirar profundamente me responde.

—No te hagas el interesante, ¿quieres? Siempre has sido muy organizado y metódico, Josh. Todos saben que abres el negocio una hora antes de la indicada, y que los lunes vienes dos horas antes a asegurarte que todo el papeleo esté en orden —responde—. Dudo que alguno de nosotros olvide cómo Chloe siempre quería venir a esta hora para hacerte compañía. Connor nunca estuvo muy cómodo con eso, y por eso convencía a McBlack de llegar más temprano para ensayar.

NOSOTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora