El llanto de la bebé los sorprendió a ambos en medio de la tensión del parto. Frank cortó el cordón de Sally y fue el primero en sostenerla antes de que se le fuera quitada para poder examinarla brevemente y limpiada lo mejor posible antes de que Gerard lograra sostenerla también.
Lloró como todo un niño mientras miraba a su bebé, besando repetidamente su cabecita, negando y susurando algo como "papá ha sido valiente, Sally, no lloró, fui fuerte para recibirte", Frank casi se pone a llorar también al escucharle, aunque prefirió acercarse a ambos mientras disfrutaba con vehemencia el observar con amor a su familia.
Su familia...
Un par de horas más tarde Gerard ya estaba irritable en su habitación mientras le obligaban a ponerse de pie para que empezara a caminar.
—¡Pero me duele!—Frank se aguantaba la risa mientras sostenía de nuevo a Sally.
Sally Iero Way había nacido con dos kilos seiscientos, era diminuta, delgada, pálida, con los cabellos negros de su padre, su nariz respingada y labios curveados que podía reconocer iguales a los suyos. Estaba completamente sana y era hermosa.
—Vamos, papá, tú puedes—el doctor Lee entró a la habitación mientras sonreía burdamente. Gerard le gruñó ya empapado en sudor, soltándo un suspiro de alivio cuando al fin le dejaron sentarse. Enseguida se volteó hacia Frank haciendo una mueca de dolor que pronto ignoró al extender sus brazos pidiéndo su turno.
—Dame, dame, dame—sonrió como un pequeño. Frank asintió acercando entonces a su pequeña a los brazos de su padre que enseguida la arrulló embelesado—. Es hermosa... muchas gracias doctor Lee—. El hombre solo asintió.
—Los felicito. Lo han hecho muy bien los dos. En serio—alardeó—. Mis mejores pacientes masculinos hasta ahora.
—Seguro somos los únicos—canturreó el tatuado. La enfermera a su lado se rio entonces mientras el hombre respingaba en su lugar balbuceando nervioso.
—¡Frank!—regañó el castaño, sin dejar de sonreirle a la pequeña—. Mejor tomanos una foto... anda, anda—. El tatuado arrugó la nariz frunciendo los labios en un puchero.
—Pero yo igual quiero foto...
—Yo puedo tomarla por ustedes—la enfermera japonesa al lado del doctor asintió con una sonrisa. Frank le dio enseguida su celular con una sonrisa sincera, sentándose al lado de su esposo y su pequeña, abrazando al mayor con cuidado mientras pasaba una de sus manos a arreglar un par de mechones de pelo, acariciándo su mejilla. Gerard le miró enternecido algo sonrojado, dejando que posara un beso en su frente antes de mirar brevemente a Sally y posar para la cámara.
—Digan cheese...
—¡Cheese!
Habían sido dados de alta a los pocos días, regresando a casa envueltos de abrigos cómodos y afelpados cortesía del maravilloso tio Mikey, que se había tomado la enorme molestia de diseñar a última hora un conjunto de invierno de color blanco de algodón para la hermosa familia. Eran tan calientitos que jamás sintieron frio, y llegaron a casa sin ni una preocupación.
La habitación de la pequeña estaba lista, aún así, no pudieron dejarla sola ni un momento durante varios meses hasta que Sally empezó a gatear. Para entonces, Gerard había recuperado su empleo en la escuela y daba clases a los niños de primer grado mientras miraba por el monitor de video que había comprado tiempo atrás, a su preciosa hija que era cuidada por su hermano menor mientras él no estaba. Frank le había dicho de una guardería pero el diseñador se negó rotundamente a ello, ofreciéndose enseguida a cuidar de la pequeña junto a Robert, que parecía fiel cachorro del rubio siguiéndole a todas partes.
Muy rara vez les veía separados, y había aprendido perfectamente a tolerar su ya no tan repentina relación. Desde que observó aquella tarde un par de semanas atrás como cuando Mikey cargaba a Sally arrullándola, Robert les miraba con vehemencia y algo más, acercándoles una manta que los envolvió a ambos mientras los guiaba a una mecedora de roble que el diseñador había comprado de Corea. Solo ahí notó que quizá, solo quizás, ese mastodonte no era tan desagradable después de todo.
Volvía a casa para la tarde y recogía a su pequeña de los brazos de su hermano que parecía sufrir cada vez que se la llevaba a casa, aún así, sonreía con cariño besando su frente y se despedía alegando que la vería al día siguiente. Gerard le agradecía con cariño mientras cargaba con cuidado a su bebé de vuelta al departamento, besándola cada cinco segundos por todo el trayecto.
Frank solía llegar una hora después con una sonrisa siempre en su rostro. Traía a casa algún postre o la cena y juntos cenaban mientras veían a su pequeña que no paraba de observales con esos grandes ojos avellanas mientras agarraba su pie llevándoselo a la boca. Reían y platicaban de sus días con normalidad, siendo felices.
Su vida seguía siendo la misma, nada había cambiado realmente, solo el hecho de que ahora eran papás.
Eran más felices, afortunados, llenos de amor, y era lo único que necesitaban en la vida; el recordamiento de que mientras estuvieran juntos, todo estaría bien.
Fin.
Agradecimientos.
Hace mucho que no escribría esto, pues como saben, me tomé un largo hiatus que me costó muchas cosas. Volver fue difícil, pero estoy aquí rotundamente felíz de poder volver a escribír para ustedes.
Embarazado fue una historia suave, intento de drama y comedia que les traigo como el anuncio de mi regreso. Es la primera vez que escribía algo tan light, que hasta yo lo sentía extraño. Gracias por acompañarme hasta aquí. Espero puedan seguir a mi lado por el tiempo que pueda seguir dándoles muchas mas historias de este shipp que sigue vivo en nuestros corazones.
Pao. <3
p.d:
Siento que he dejado la historia de Mikey y Bob inconclusa, ¿les gustaría un epílogo?
p.d 2:
ESTRENÉ MI NUEVA HISTORIA!!.
Reino de antaño es mi nueva fic, traida con cariño para ustedes. Pasen a darle un vistazo, siento que es muy bizarra pero interesante (quizá).
Te amo si llegaste hasta acá- <3.
ESTÁS LEYENDO
Embarazado -Frerard-
FanfictionGerard y Frank (inexpertos recién casados) van a tener un bebé.