Paso 20: Evitar que sienta peligro

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Hyukkie está terminando de cortarle el pelo a un joven. La melena que llevaba era bonita, pero el chaval le ha dicho que quería un cambio de aires. Si hubiera podido, se habría rapado a cero. Pero como Hyukkie no puede rapar, se ha conformado con pelo muy corto.

Mientras va dando los últimos retoques, va tarareando. Es una canción a la que últimamente le ha oído cantar a Hee Chul y aunque no se sabe ni la letra ni el nombre, el ritmo le ha gustado. Es bonita y con ritmo.

La primera vez que escuchó cantar a su amo fue en la ducha. Al principio se asustó, pues un chillido salió del baño y creyó que se había resbalado o algo parecido. Un rápido escaneo le demostró que en realidad tan solo estaba haciendo un concierto exclusivo en la ducha.

Desde entonces, había prestado atención a la voz de Hee Chul y se había sorprendido gratamente al notar que tenía un potente vozarrón. Podría haberse dedicado a eso perfectamente.

Suspira levemente. Se siente satisfecho.

Con una sonrisa, intercambia opiniones con el chaval sobre el resultado final. El joven queda satisfecho con el corte y le deja sitio a su compañera para que termine de secarle el pelo y dejarlo decente.

Como ya ha terminado con todas las cabezas que querían corte, decide retirarse a la parte trasera de la peluquería. Ahí molestará menos. Busca a Hee Chul por los alrededores, no le ha visto en el salón.

—¿Estás seguro de que quieres hacerlo? Es una lástima —escucha la voz de Gun Hee en su despacho.

Hyukkie se acerca con sus pasos silenciosos hasta el despacho y agudiza el oído. No necesita que la puerta esté abierta para poder escuchar lo que están diciendo dentro.

—Yo de ti me lo pensaría mejor. Es un total desperdicio que hayas pedido el recambio.

—Ya, lo sé, es una pena —reconoce la voz de Hee Chul y suspira—. Pero entiéndeme tú a mí también, no puedo ir por ahí con un robot que raya cualquier cosa con tan solo tocarlo. ¡Incluso llama demasiado la atención!

Si tuviera corazón, seguro que se habría saltado un latido. Hyukkie se pone nervioso al saber que es objeto de debate entre su amo y su socio.

—Pero será malo para el negocio —protesta Gun Hee.

Hyukkie está seguro que Hee Chul ha mirado mal al otro hombre.

—De todas formas, será en vano por mucho que protestes. Llamé hace un par de días para que vinieran a casa.

—¿Y ya sabes cuándo vienen exactamente?

—Esta tarde.

Hyukkie aprieta la mandíbula y empieza a sentirse triste. No lo entiende.

¿Qué ha hecho mal para que Hee Chul tenga tantas ganas de cambiarlo? Ha sido muy bueno, ha obedecido en todo lo que le han dicho. No ha creado problemas. Le ha ayudado en todo lo que ha podido.

Se mira las manos. Malditas manos. Aprieta los labios mientras se las mira.

—Pues claro que él no sabe nada. ¿Qué quieres que le diga? ¿Que he llamado a Dal Company para que vengan? Hyukkie se asustaría.

Está en lo cierto. Hyukkie está asustado ahora mismo. No quiere marcharse. No quiere que su amo lo deseche así de fácil. Quiere quedarse al lado de Hee Chul.

Retrocede lentamente de la puerta, asegurándose de no hacer ruido. Se aleja de allí y no atiende a ninguna llamada cuando va atravesando el salón.

—Voy a hacer un recado —es todo lo que responde antes de salir por la puerta.

Y huye para retrasar su inminente destino en cuanto lo devuelvan: el desguace.

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