Miremos al cielo

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Cuando el destino saque su témpera gris,

su pincel de desconsuelo y pinte el mundo,

con su manos metálicas y dedos ferrosos;

cuando los ángeles tomen en sus manos

los baldes de agua fría y los derramen

sobre la cabeza del individuo terrenal,

y las brasas hieran el corazón de los vivientes;

cuando se impregne de dolor

toda la atmósfera que nos contiene,

y se tiña el aire del color de las lágrimas,

avancen los ríos amargos,

se tropiecen los niños en las ciénagas,

y los perros nos muerdan los tobillos;

cuando los lobos aúllen asustados

atravesados por las tinieblas de la noche,

por las lanzas obscuras del infinito,

y veamos los gigantes demostrando

su apariencia poderosa e invencible;

cuando nos parezca que el mundo

se nos está cayendo a pedazos,

y es destruido lenta y dolorosamente,

miremos al cielo!

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