d o c e

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Ni bien entramos, la observé con atención. Al soltarle, directamente se abrazó a mis misma y se frotó sus brazos con las manos descubiertas, sin guantes si quiera, y gracias a un poco de luz interna noté que su palidez era más evidente que antes, cuando se encontró bajo un poste que irradiaba una luz más amarillenta.

—No es necesario... —susurró algo nerviosa.
—Ya lo hablaremos, ahora tan solo espérame un momento mientras voy a dejar esto y regreso en seguida... —susurré algo acelerado antes de ir por un vaso a la cocina que llené de agua y apresurarme a subir las escaleras para ir al cuarto de mis padres a dejar las medicinas con el agua para mi madre.

Ambos estaban tan somnolientos, y me alivié al notar el alivio de ellos. Me despedí suavemente antes de salir y cerrarles la puerta de paso para enseguida bajar a buscar a Sonozaki. Seguía donde mismo, esta vez con sus zapatos en mano observando a su alrededor con inseguridad.

—Sígueme —dije al llegar a ella, logrando captar su atención.

Me estremecí al tocar su mano por lo gélida que esta se encontraba. No puede mentirme tan descaradamente a la cara diciendo que no es nada ante esto. Mi preocupación superaba los nervios que suelo tener ante su cercanía, mi mente priorizó bien las cosas. La llevé conmigo a la cocina y puse a hervir agua antes de buscar algún té de hierbas y el endulzante para preparar un par de tazas, siendo yo también necesitaba algo para entrar en calor, pero no más que ella.

—Demonios, me pegaste un susto horrible —admití finalmente cuando solo quedaba esperar por el agua.

No lo pensé dos veces y la atrapé entre mis brazos, tratando de brindarle algo de calor, sea cual fuese el método. Era la primera vez que la abrazaba de este modo, pero tenía que controlar esas emociones. Su abrigo estaba levemente húmedo, probablemente debido a la neblina nocturna.

Respondió el gesto. Se aferró a mi dejando de lado su modestia y orgullo, cosa que hizo sentir bien. Frotaba las palmas de mi mano contra su espalda con cuidado, y poco a poco noté su respiración dejaba de ser tan agitada. Era un buen comienzo. Escuché el hervir del agua y tuve que separarme lentamente hasta poder liberarme e ir a preparar el té en sí. Ni bien le entregué la taza, noté sus manos tensas sujetando el envase de cerámica. Parecía su cuerpo controlaba su mente en estos momentos, buscando calor en cualquier parte, cualquier modo posible.

~~~

Entre todas las cosas que pudieron ocurrir, ¿por qué debió encontrarme? No había ningún motivo para que justo él, la persona más cercana que tengo en la escuela, me haya visto de paso. ¿Cómo se supone explicaré esto? Ya delaté sin decir los motivos el que no podía regresar a casa, cosa no es mentira en sí, pero aún así. Me forzó a venir a su casa, que desde que entré me hizo sentir algo insegura, como si estuviera invadiendo espacio que no me corresponde cubrir.
No puedo hacer caso omiso a su sincera preocupación. Simplemente me di cuenta que no tenía fuerzas para negarme, por más que lo intenté. Mi necesidad de la "supervivencia" estaba activo, y ni que me fuera a morir en la noche, pero considerando los factores, creo estoy propensa a un resfriado tras el frío de hoy.

Ardía la sensación del calor que emanaba de la taza a mis manos expuestas, pero era agradable en el sentido de que podía estar consiente de que sentía algo. Iwaizumi me dirigía y mis pies se esforzaban por seguirle el paso hasta la sala de estar, donde me hizo sentarme a su lado en el sofá. Parecía que el frío había afectado a mi garganta, porque buscaba hablar, decir lo que sea, pero me trababa sin si quiera dar indicios de que estaba intentando comunicarme.

—Dijiste que no podías regresar a casa... ¿No es así? —susurró Iwaizumi antes de tomar un sorbo de su té sin esperar a que este se enfriara si quiera un poco, cosa me sorprendió.

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Observé el líquido que no reflejaba muy bien ante la carencia de luz, y claro, dijo algo de un medicamento urgente, así que había más gente aquí, deduje que sus padres. Tras unos momentos sentí que el aire ya no me faltaba como antes, pude reaccionar mejor.

—No puedo hasta unas cuantas horas más... —logre decir con una voz muy débil para mi gusto.

¿No estoy diciendo más de lo que debería? ¿Cómo se supone debo sentirme ante algo que jamás me esperé ni veía venir? Es molesto no poder aclarar mi cabeza, no estar en condiciones para seguir la corriente.

—Prepararé un futón, vas a pasar la noche aquí
—¿Qué...? —respondí reaccionando algo tarde ante sus palabras que generaron eco dentro de mi.
—Sé que lo digo como una orden, pero a juzgar por tus reacciones, buscarás la manera de irte y decir que no pasa nada, que estarás bien —interrumpió con un tono decidido, y creo haber notado tenía sus manos tensas mientras sostenía su taza.

¿Está molesto conmigo?

—Solo te seré una molestia, no tienes por qué... —intenté explicar, sintiendo tan frustrada y avergonzada por la situación en sí.

¿Cómo demonios permití esto ocurriese?

—Nunca me has sido una molestia —agregó mirándome directamente—, entonces, ¿por qué crees que ahora?
—Bueno...

Cerré la boca al saber que no tenía nada que decir.

—¿No puedo preocuparme por ti?

¿Por qué me siento tan vulnerable? ¿Por qué siento mi lado emocional tan expuesto? Me forcé a tragar un poco de té en busca de tratar el nudo en mi garganta de paso, y el quemarme un poco la lengua me ayudó a ello. Aún si ardía, era dulce.

—Lo siento...
—No tienes por qué

La suave presión que sentí cuando colocó una de sus manos contra mi hombro hizo reaparecer el nudo, y tragué nuevamente a la fuerza. No quiero romperme. Creo que nunca me había imaginado que me daría miedo dejar salir un lado así ante alguien, aún si yo lo escuché a él quebrarse en el pasado. Ahora empatizada con el motivo que debió acomplejarlo, pero a la vez él mismo me buscó en ese momento. ¿Podría contar con él del mismo modo? Todo apuntaba a que sí, y no pude evitar ceder ante ello. Estoy agotada. El fría me había hecho imposible el dormir en aquel lugar.

—¿Quiere más? —dijo apuntando a mi taza, haciéndome consiente de que me bebí todo, y que esa debía ser la razón por la que me sentía mucho mejor.
—No, gracias —respondí de forma precisa, pero sincera—. ¿Realmente no me dejarás ir?
—No
—Vaya, eso fue directo... Te voy a reportar por secuestro —dije dejando salir una risa que no me dio aviso que iba a hacerlo.
—¿Tienes energía para intentar hacer bromas? —cuestionó algo divertido.
—Creo que es la costumbre —admití aferrándome a la taza para colocarla contra una de mis mejillas.

Dejé salir un suspiro de alivio. Finalmente me sentía tranquila.

—Ya vuelvo —me dijo seguido de tomar mi taza y llevársela con él a la cocina.

Sentí el sonido de agua correr y deduje que las estuvo lavando antes de regresar y ofrecerme su mano. La acepto mientras con mi mano libre cargo mis zapatos. Nuevamente se vuelve mi guía en lo que es para mí un terreno desconocido. Tras pensarlo unos momentos logré comprender qué era lo que sentía en estos momentos: Me sentía protegida, como si nada pudiese hacerme daño, nada podría lastimarme. Tan solo cargaba algo de tormento conmigo, pero que si lo dejaba salir, tal vez él podría hacer que se desvaneciera en el acto. Aún así lo retuve, aún si me pesaba en el pecho.

"Can't Believe You Noticed Me" Iwaizumi, HajimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora