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El estar enamorado de alguien, es decir, sentir amor , es el sentimiento mas hermoso y único que puedes sentir, pero también, el mas desgarrador y destructivo si la persona que amas no te corresponde.
Esto es lo que le pasaba, a cierto héroe de alas rojizas.

Pues su corazon había caido en las garras del amor, para ser mas específicos, en el hermoso Izuku Midoriya, un estudiante en la U.A, candidato a ser un prestigioso héroe en el futuro.

¿Qué lo diferenciaba de los demás estudiantes?
El pecoso tenia un corazon puro, una sonrisa que te hacia sentir seguro , ojos esmeraldas que derretían a cualquier persona que pudiera apreciarlos, esos pelos verdosos que parecían algodón de tan suaves que eran, entre muchas otras cosas más. Si por él fuera, podría escribir libros enteros sobre cuanto le gustaba ese chico de corazon puro.

Pero claro, no todo era de rosas en la vida.
El amor, no siempre es fácil, y este es el caso de Keigo.
No era culpa de él.
Conoció a la persona correcta, en el momento incorrecto.











Podía soportarlo, hasta cierto punto. El hecho de que coquetearan con su Izuku tan descaradamente lo mataba por dentro.

O eso es lo que se repetía en su cabeza miles de veces mientras veia la escena frente de él detrás de un arbusto, claramente no se estaba escondiendo de nadie.

-¡Ah! Gomen Todoroki-kun, pero este Sábado estoy ocupado- el pecoso, se inclino en disculpas con pena.

-No te preocupes Midoriya, otro día será...- la decepción se notaba en su cara y su voz, sabiendo que nuevamente, el menor lo rechazaba.

Hawks, observaba la escena con felicidad, al saber que rechazaba al chico que osaba conquistar a su amor platónico. Claro que le disgusto que el chico siguiera intentando salir con Izuku a pesar de las múltiples veces que lo rechazo. ¿Acaso así de idiota te volvía el amor? Se preguntaba el alado hombre.

—Umm...— Keigo, cómo es de costumbre comía sus pollos fritos, pero está vez los comía con tristeza y felicidad mezclada. El nunca pero nunca, le rogaría tanto a alguien. O eso quería hacerse creer a él mismo, porque en lo profundo, haría lo que fuera por estar con el pecoso.

No era fácil, Midoriya tiene 16 y el 22. El era un héroe y el otro era un pro-héroe. Se pasaban por 6 años, aunque igualmente, no le importaba la edad ya que según él, la edad es solo un número.

Y la cárcel solo un edificio... agrego de la nada, riéndose de su propia teoria.

La vida era muy injusta, lo era.

Aunque no tanto, al menos se conformaba con observar al menor desde lejos. Lo miraba como si fuera una obra de arte, un nuevo sabor por descubrir, una presa. Aun que eso último, intentaba sacarlo de su mente, Izuku no era un animal, no lo era, pero su instinto lo hacia verlo así, aunque el no quiera.

Pero cuando salio de sus pensamientos, se había dado cuenta de que cierto peliverde no estaba mas en el lugar, y además, sus pollos fritos se habían enfriado.

-Bueno, la comida nunca se desperdicia- dicho eso, comió lo que quedaba en el envase para luego irse volando hacia su hogar. No tenia nada que hacer en ese lugar si no estaba él.






𝗗𝗼𝗹𝗼𝗿 (Re-escribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora