Fotografias

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Yolanda salta sobre mi cama. Lo se, esta prohibido que estudiantes de las otras casas entren a mi casa. Nadie mejor que Yolanda lo sabe, inteligente como toda Revenclaw se conoce las leyes de Hogwarts de pie a cabeza. Sin embargo, como ella dice, mientras mas sabes sobre leyes mas placer da romperlas. 

Asi que aquí estamos, una chica de Revenclaw en Slytherin saltando sobre la cama de la princesa de las serpientes, ayudando a la misma a planear como asaltar la oficina de la directora. 

—¿Por que crees que el sombrero loco sabe algo de tu maldición?—pregunta dejando de rebotar.

—Dijo algo extraño cuando me seleccionaron. No recuerdo con exactitud, pero mi instinto me dice que debo empezar por allí.

—No entiendo porque ese adivino que conoces no te dijo también como romper la maldición—espeta Yolanda.

Por supuesto que no podía decirle que quien me dio la esperanza fue Rachel Dare, una oráculo que vive en un campamento en Long Island, y quien me llamo fue Quirón un centauro hijo de Cronos con mas de tres mil años, director de actividades del campamento para hijos de dioses. Ni siquiera puedo imaginarme el desastre que seria si brujos y semidioses conocieran la existencia de ambos. ¡Mírenme a mi! Soy el ejemplo claro de porque no deben mezclarse los mundos. 

—Porque entonces todo seria muy fácil. Y no hay nada fácil en la vida.

Yolanda refunfuña para si. 

—Nececitamos una distracción—dice al fin—algo tan destructivo como para que llamen a la directora.

—Podría pedirle a Bestia que ataque a un estudiante—ofrezco. 

Ella lo piensa un segundo antes de negar.

—Nop, te expulsaran.

—Bestia no es mas mi mascota.

—Sin embargo, tu la trajiste. Piensa en otra cosa. Preferiblemente, que no involucre heridos de gravedad.

—La directora solo sale de su oficina cuando sucede cosas que atentan contra la vida de su alumno—señalo—si es alguna broma los profesores llevaran ante ella a los bromistas. No sale ella en persona a buscarlos para castigarlos.

—¿Metemos un troll?—propone.

—Acabas de decir que no quieres heridos—niego—Además ¿ de donde diablos sacaríamos un troll?

—Mmm.

Nos quedamos en silencio, pensativas. ¿Cómo hacer que la directora McGonagall salga de su trinchera?

—A Tedd se le ocurriría algo—suelta de la nada Yolanda—¡Vamos a preguntarle!

Me tenso de inmediato. La idea de ver a Teddy me llena de alegría pero una intensa incomodidad me impide moverme. Además, solo por las dudas, no quiero decirle. ¿Y si al final todas estas esperanzas son en vano? No quiero que el piense algo diferente de mi.

—¡Vamos Tina! Teddy es uno de los alborotadores de la escuela, el sabría como hacer para robarle el sombrero seleccionador a la directora.

—Pero no quiero explicarle para que lo queremos. Y Teddy no nos ayudara a menos que lo sepa.

Una sonrisa aterradora se dibuja en el rostro de Yolanda. 

—Déjamelo a mi.

***

Encontramos a Teddy cerca del lago negro. Jack le lanza piedras a los tentáculos del calamar gigante, que han salido a la superficie a tomar sol. Los mellizos me miran con asco antes de darme la espalda como si tuviera una peste. Fred codea a Teddy y nos señala. Su sonrisa es instantánea, pero lo conozco demasiado bien. Se que esta incomodo. Lo se por la forma en que camina al acercarse a nosotras, dudando y por como tiemblas las comisuras de sus labios, como si en cualquier momento su sonrisa fuera a fallar.

—¡Hola chicas!—nos saluda una vez llega a nuestra altura, dejando a varios metros atrás a sus amigos.

—Necesitamos tu ayuda—suelta Yolanda, directa al grano.

Teddy pierde la sonrisa y nos mira precavido.

—¿Qué sucede?

—¿Cómo podemos hacer que McGonagall salga de su oficina?—pregunto.

Por fin, Teddy me mira a los ojos. Parpadea. 

—¿Qué están tramando?—pregunta entrecerrando los ojos y regresando a Yolanda. 

—Mira—dice Yolanda una rápida mentira formándose en su cabeza—el profesor Slughorn me confisco mi teléfono, ese viejo gordo aun no acepta la tecnología como algo esencial para la vida. Lo dejo en la oficina de la directora por un mes. Y necesito ese teléfono.

Sin embargo, como si el mundo estuviera en nuestra contra, el celular de Yolanda vibra en su bolsillo, iluminado la tela. Enmudecemos. Mierda. Teddy enarca una ceja, entre divertido y mas intrigado.

—Esta bien, tu ganas—espeta al final—es el celular de Tina—Yolanda me señala y yo rapido compongo mi mejor cara de seriedad.

Teddy me mira con una sonrisa cálida.

—¿No puedes esperar hasta que termine el castigo? Nunca fue un problema antes.

—¡ES URGENTE!—Chilla Yolanda, viendo desesperada como se le acaban las cartas del juego y todavía no gano.

—¿Por que?—insiste Teddy—No es como si no pudiera usar el tuyo.

Miro intrigada a Yolanda, esperando a cómo va a continuar la mentira. Yolanda carraspea, me mira pidiendo disculpas con los ojos, se acerca un poco más a Teddy y dice en voz baja para que solo nosotros tres hoyamos.

—Es que hay fotos allí que nadie puede ver.

—¿Fotos?—pregunta incrédulo Teddy.

—Aja—asiente muy seria Yolanda. Teddy niega con la cabeza, pero Yolanda agrega desesperada—¡Desnuda!

Palidezco.

—¿Qué?—espeta Teddy, mirándome de reojo.

—Hay fotos de Tina desnuda—repite Yolanda, mis ganas de estrangularla aumentas, las serpientes sisean furiosas sin saber muy bien porque, pero consientes de mi ánimo—Tenemos que recuperar ese teléfono.

Zeus, mátame ya. No, mejor mátala a ella.

Tenebrosa #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora