Unrequited [JyuDoppo] [HifuJaku]

Parte 10

La noche empezaba como era la costumbre. Tras alistarse y colocarse el saco, era momento de hacer su gran entrada en el club. Era una razón más para amar su trabajo ahora, pues le ayudaba a distraer por completo su mente al centrar su entera atención en aquellas desconocidas que alegremente gastaban sus ahorros en botellas de champagne para él. Se podía dar el lujo de, por ejemplo, no pensar ni tantito en la llamada que Doppo aún no le devolvía, ni los planes que el pelirrojo aún no confirmaba. Se evitaba también pensar en la tentación de llegarle de sorpresa en el trabajo o el departamento.

El estar en escenario o con alguna de sus gatitas le hacía sentir por un momento en las nubes, flotando lejos de sus problemas. Pero sintió un terrible jalón desde sus pies para volver a ponerlos firmemente sobre la tierra cuando en la barra del lugar le pareció ver a Jyuto. Como, ¿qué estará haciendo ahí? Sacudió la cabeza, volviendo a poner la debida atención a la morena con la que se encontraba en ese momento, pero queriendo o no hacerlo voluntario, daba miradas discretas a la barra, para ver lo que hacía el policía de Yokohama a solas.

Para empezar, no llevaba el traje de siempre, sino que venía totalmente vestido como un civil cualquiera. De hecho, de no ser por los lentes y que se había aprendido su rostro a como diera lugar, no lo hubiera reconocido con tanta facilidad. Al inicio tuvo dudas, pero tras verlo durante un largo rato, estuvo seguro de que era Iruma.

Conociendo la sucia reputación que el policía se construyó con el paso de los años, el ver que se empezaba a hablar con algunas personas desconocidas le causaba cierta curiosidad. Y esta curiosidad le generó sospechas cuando uno de esos desconocidos le entregó un sobre bastante grueso, el cual Jyuto se guardó debajo de su cazadora gris. Hifumi sospechó entonces, de inmediato, que algo se traía el policía entre manos, peor cuando el sujeto que le dio aquel sobre grueso se marchó, y Jyuto inmediatamente tomó su celular para enviar un mensaje de voz inmediatamente.

Le preocupaba ahora también la posibilidad de que fuera a hacer del club el escenario de uno de sus tan típicos enfrentamientos. Aquello arruinaría totalmente la economía del lugar. Pero conforme la escena terminó y pasaba el rato, no parecía suceder nada. Quizá afuera estaba ocurriendo todo, pero la música del lugar atajaba cualquier ruido externo.

—Hifumin —la voz de aquella mujer lo trajo de vuelta a sus asuntos, inmediatamente disculpándose e inventándose alguna excusa elegante y conquistadora para no hacer molestar a su gatita. Era una fortuna que su descanso estaba a poco de empezar, y podría sacudir toda esa paranoia de su mente. Al cabo que Jyuto al parecer se marchó tras recibir el sobre y hacer su llamada. Le daba mucha curiosidad, pero no podía evitar pensar que algo malo estaba ocurriendo.

A la hora de su descanso, sin embargo, recibió una llamada en su teléfono. Al revisar, vio el nombre de Jakurai en la pantalla, inmediatamente respondiendo.

—Es muy inusual que me llames a esta hora —dijo apenas apretar el botón verde.

—Lo sé, de hecho, pensaba llamarte desde hace dos horas, pero sabía que aún te encontrabas trabajando. Por eso esperé a tu descanso —Jakurai sonaba calmado. Bueno, siempre sonaba así, aunque había algo fuera de lugar en su «calma» de ahora.

—¿Sucedió algo? —preguntó, intentando indagar en los motivos que el médico tuviera para llamarle.

—Sí, una mala noche laboral.

Resultó ser que un paciente llegó de urgencia a la media noche. Requería de una operación urgente, puesto que ignoró los síntomas de peritonitis hasta que fue demasiado tarde. A pesar de dar todo de sí durante la cirugía, lamentablemente el paciente perdió la vida. Sabiendo lo que ocurrió, Hifumi podía notar con más claridad aquello que le sonaba tan fuera de lugar en el tono de voz de Jakurai. Le frustraba tanto el no poder salvar una vida.