Capítulo 15

29 8 6
                                    

– ¿Charlie? –asentí y ella resopló– Por lo que me ibas contado ya me agradaba el chico.

¿Se supone que ese comentario era para hacerme sentir bien? Porque ha conseguido hacer todo lo contrario. Ya estoy harta de que me sonría con pena. Lo último que necesito es la lástima de alguien. ¿No lo entiende?

– ¿Cómo murió?

– No lo sé –respondí– A veces era inentendible, simplemente aparecían los cuerpos tendido en la arena sin ningún indicio de cómo sucedió... Parecía que dormían, pero no había respiración y sus corazones no latían.

– Comprendo –anotó algo y volvió a mirarme– Aunque me hago una idea, no lo sabremos exactamente hasta que los médicos examinen el cuerpo de la última persona en morir... Es, el que está en mejor estado.

– ¿La última? –pregunté confundida.

– Sí perdón, me equivoqué –negó con una mueca– Me refiero a la penúltima.

Porque todos sabíamos cómo había muerto la última persona...

Los ojos se me cristalizaron una vez más y mi labio inferior comenzó a temblar cuando mi mente recordó aquel último día...

18 DÍAS ANTES

Mi respiración era pesada, el corazón me latía deprisa, tenía los ojos cerrados y no escuchaba nada, mi cuerpo flotaba en el agua intentando relajarse.

(...)

Lo siento, hoy no tengo cabeza para chistes.

Nadie, pero eso no me impide seguir intentando arrebatar al menos una sonrisa.

Gracias, eres una buena persona.

(...)

Aquella conversación que había tenido con Charlie vino a mi mente como un momento fugaz. De pronto un vacío se apoderó de mi y me vi obligada a incorporarme.

– Se ha ido –las lágrimas se asomaron en mis ojos– Ahora ya no hay nadie que provoque sonrisas.

– Yo lo haré.

– ¿Tú? –asintió y no pude evitar reír– Joshua, tú odias a todo el mundo, dudo que seas capaz de hacerlos sonreír.

– Nunca dije que haría sonreír a todo el mundo. Yo solo te haré sonreír a ti

Colocó sus manos en ambos lados de mi rostro y me dio un tierno beso en la frente. Ahí estaba otra vez su hermosa sonrisa así que no pude impedir que mi corazón diera un vuelco.

– Venga, una vez más.

– Por hoy he terminado –negué, lo dejé allí y salí hacia la arena para volver a nuestro lado de la playa con el resto.

En realidad estaba evitando la posibilidad de colapsar allí mismo. Ya me era imposible mirarle y fingir que no sentía nada, me era imposible exigirle a mi corazón que no latiera tan deprisa. Y sobre todo me era imposible olvidar que me tenía superada, eso era lo más difícil de todo. Me molestaba, me hacía querer gritarle y golpearlo, pero no era su culpa, simplemente las cosas sucedieron así y tenía que vivir con eso.

Solo que a veces me confundía. ¿Por qué era tan dulce conmigo? Provocaba que me sentiera tan bien y luego... aquello que dijo el día de la fogata me traía a la realidad.

Odiaba odiarle por eso, odiaba que me importara tanto odiarle, odiaba no querer odiarle... odiaba quererle.

¿Cuándo fue? ¿Cuándo comenzó? Ni siquiera me di cuenta.

Contra Toda Evidencia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora