Capítulo IX

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-¿Sabes escribir?- le pregunté a Elise al ingresar a su habitación. Estaba rodeada de libros y hojas sueltas, pero podía estar fingiendo que estudiaba a fin de permanecer en el palacio.

-¿Para qué te molestas en preguntar las cosas si puedes meterte a mi cabeza y averiguarlo ti misma?- respondió con brusquedad.

Sus tutoras la miraron con censura, creyendo que las haría responsables de su insolencia, pero conocía muy bien lo testaruda que podía llegar a ser, así que les hice un gesto de tranquilidad.

-Porque requiere de mucha energía y me es difícil ingresar a mentes como la tuya.

-¿A que te refieres con mentes como la mía?- gritó ofendida tirándome uno de los libros que sostenía. Lo atrapé antes de que me golpeara y leí la portada. Era solo un manuscrito sobre comportamiento, sin duda no lo había abierto.

-¡Señorita!- gritó alarmada una de sus tutoras. Las cuatro mujeres se dirigieron hacia Elise para castigarla, pero las detuve.

-No sé preocupen. Quiero un momento a solas con mi hermana.

Se miraron entre sí, indecisas de dejarme con aquella salvaje, pero una orden real debía cumplirse sin importar qué.

Hicieron reverencias hacía ambas y logré notar la mirada de satisfacción de Elise cuando también se inclinaron ante ella. Después, nos quedamos solas.

-Para que un libro funcione como arma, se debe de leer- dije tirando a sus pies el que me lanzó. –Veo que las clases no están dando resultado.

Observé su figura encorvada, los nudos en su rubio cabello y como a pesar de ser más de medio día, aún llevaba pijamas.

Sabía que su salvaje educación sería difícil de cambiar, pero dada las circunstancias, necesitaba que se comportará como una princesa cuanto antes.

Si las tutoras no eran suficiente, debía tomar otras medidas. No tenía el tiempo suficiente para enseñarle yo misma, pero que mejor que la instruyera quién me formó.

Era hora de que mi madre se involucrara, pero para ello tenía que preparar el terreno para ambas. En el caso de Elise era un aviso con antelación, en el de mi madre era ahorillarla hasta que no tuviera otra opción.

-Si no vas a poner un esfuerzo de tu parte, entonces yo tampoco tengo que hacerlo- dije con más rudeza de lo que pretendía. –Si no quieres las lecciones, se te serán retiradas. Y si no puedes comportarte como una princesa, no recibirás ese título.

Creí que mis palabras la harían entrar en razón, pero solo se rió en el suelo de forma exagerada. A pesar de que era mayor que yo, era obvio que mi madurez la superaba, pero con sus risas escandalosas me sentía como un gato tratando de asustar a un salvaje león.

-No nací para ser una princesa- dijo cuando terminó su pequeño espectáculo. –Nací para ser una reina.

Si no tuviera educación, me habría reído como lo hizo ella, pero dado que sabía cómo comportarme, solo hice un pequeño gesto de burla. Así que aún seguía aferrada a esas ridículas ideas.

No tenía ánimos de pelear con alguien que se supone debía apoyarme. Esa ignorante no podía hacer ni la mitad de lo que yo hacía. Tal vez solo necesitaba un poco de atención para sentirse a gusto con su posición.

-Por algo se empieza.

Me senté en un sillón frente a ella y rápidamente se puso de pie para no sentirse inferior y tomó lugar en su cama. Iba a necesitar más que un asiento alto para estar a mi nivel.

Decidí que la mejor manera de que hiciera lo que quería era yendo tras su orgullo. No necesitaba ejercer control mental sobre ella, era tan transparente como el cristal. Aún sin el don de la clarividencia podía predecir sus acciones.

CORONA DE VALHEUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora