Las tropas estaban reunidas, Severus Snape no entendía por qué su rey le había reunido en la plaza del reino.
—Mis queridos soldados, gente leal al reino de Slyther, me he enterado de una traición a manos de mi hijo Draco Malfoy Black.
Los murmullos sorprendidos rápidamente inundaron la reunión, el rey levantó las dos manos para callar a la multitud.
—Somos un pueblo pacífico y limpio de canales de magia —el silencio en la plaza ahora era brutal—, pero el príncipe Draco Malfoy es un canal de magia, desconozco la magnitud de su poder. Les ordeno que preparen sus caballos, sus lanzas, sus armas, iremos tras el traidor que ocultó esa habilidad mientras vivía felizmente en nuestro reino. Cuando ubiquemos las tropas de Potter yo personalmente iré por Draco y aquí delante de todos y en esta plaza, será condenado a muerte como lo fue su madre.
Ahora los murmullos fueron confusos, pues todos sabían de los malos tratos del rey para con su hijo, todos vieron al príncipe ganar legítimamente su libertad, triunfo que el rey se negó a reconocer.
—El príncipe ganó su libertad de forma legítima, mi señor —Severus miró desafiante a su rey.
—No permitiré cuestionamientos y tampoco permitiré asociaciones con el traidor, así que, si alguien está a favor del enemigo, también será condenado a muerte.
Severus soltó la espada y dio un paso al frente, de alguna extraña forma estaba en paz y no sentía miedo.
Lucius lo miró con odio.
—Tú, tantos años a mi servicio, ¿y así me pagas?
Severus no bajó la mirada.
—Cuando me hizo caballero juré servir lealmente a una causa justa, a un rey justo, pero usted es una blasfemia con corona pues exterminó a los canales de magia, a los jinetes enlazados con los dragones, usted adulteró la nobleza de una corona y corrompió a hombres buenos. Los hizo temer y los hizo ciegos a su inmundicia, prefiero morir a seguir deshonrando a mi armadura y mi espada.
Lucius sonrió cruel, desenvainó la espada y miró a la multitud.
—Esto es lo que tengo para todo aquel que se rebele.
La filosa hoja cercenó la cabeza del general Severus Snape desde el cuello con un limpio tajo, la sangre salpicó los pies del rey mientras cientos de soldados miraban asustados...
Un momento de desconcierto antes de que la guerra iniciara.
[...]
El ataque fue sorpresivo pero todos hábiles soldados de forma rápida tomaron sus armas, sus cotas de mallas, cascos y escudos. Harry tomó a Draco, quien aún estaba debilitado.
—¡Nos atacan! —gritó Harry mientras se colocaba la cota de malla, amarró su espada y puso el casco en su cabeza.
Draco se vistió de igual manera, aunque su cuerpo se sentía débil agradecía haber comido algo, rápido las tropas se formaron.
Harry vio a Ron dar instrucciones a algunos soldados para proteger a los rehenes, los rostros de aquellos chiquillos delataban su terror y su falta de comprensión ante lo que sucedía, los dragones fueron soltados y Harry ordenó que preparen su montura para volar a Norberto. Draco montó a Polemistis su caballo y galopó junto a Harry.
El joven príncipe era la epítome de un caballero de brillante armadura, gallardo y seguro. La visera del casco estaba levantada, así que Harry vio la determinación en los ojos de Draco.
—Montaré a Norberto —la firme mano de Harry acariciaba el puntiagudo hocico del dragón de oro.
Draco sintió la confusión de los dragones, sabían que se avecinaba peligro, pero también estaban ansiosos por algo más.
—Está bien, todos estamos dispuestos a luchar, nos cuidaremos unos a los otros, ¿entendido? —Draco trató de proyectar sus pensamientos y sentimientos a los dragones.
Pronto, sintió la tranquilidad de ellos, sus cálidos alientos al ver al joven príncipe rugieron y lanzaron sus llamas al cielo, Harry sorprendido miraba la escena, los dragones nunca se habían comportado de esa manera. Draco era un jinete enlazado, un mago, un canal de magia, un descendiente de las hadas muy fuerte y los dragones lo reconocían.
Los aires se estremecieron cuando unos gritos y una sombra oscureció el recién empezado día, un enorme dragón plateado aleteaba en el aire.
—¡Tine! —gritó Draco.
Los demás dragones se postraron ante el enorme dragón plateado mientras este descendió lejos del aglomerado de personas, Draco empezó a galopar pero Harry lo llamó con todas sus fuerzas, asustado y desconfiado del hermoso dragón al cual nunca había visto, ambos hombres se miraron en silencio.
—Es mi dragón, soy su jinete, me reuniré con él —Draco esperó a que Harry reaccionara y se fuera para liderar la batalla que ya empezaba.
El rey dragón aflojó su agarre, su garganta se cerró, deseaba decir palabras que jamás había dicho a alguien, deseaba implorar perdón, deseaba ser digno para alguien por una vez en su vida, pero en cambio sus ojos solo siguieron al delgado hombre que galopaba hasta quedar cerca del majestuoso dragón.
Un dragón plateado que solamente podía ser montado por un canal poderoso, un dragón plateado que estaba enlazado por siempre a su jinete. Draco de inmediato reconoció la alegría del hermoso dragón que lo miraba fijamente.
—Nos volvemos a ver, hijo de Narcisa Black.
Draco bajó del caballo y corrió a abrazar a Tine, el dragón quiso cubrir con sus alas a su jinete.
—¡Nos atacan Tine!
El dragón dejó salir una débil fumarola como señal de afirmación.
—Tu misión es ahora, para esto has sido preservado. Los dragones morimos cazados por reyes déspotas e ignorantes, somos muy pocos los que quedamos, y mucho a ayudado el rey dragón a protegernos.
Draco miró a lo alto para observar a Tine.
—¿De qué misión hablas?
El dragón bufó y batió ligeramente las alas.
—Tu misión es restaurar los canales de magia y junto con el rey Potter, es protegernos. Yo a cambio te llevaré por los aires y pelearemos desde ahí.
Draco miró a los dragones que estaban sueltos ya, batiendo sus alas como si esperaran alguna señal.
—Usa tus habilidades para salvar a tu pueblo, usa tu conocimiento para poder restaurar el reino en donde naciste y al final... tu nombre será recordado, Draco Malfoy Black, el hijo de hada que sobrevivió para salvarnos. Cuando tu nombre sea invocado por los magos, tus enemigos temblarán, no existe espada que pueda arrebatar lo que es tuyo, pero tu corazón será puesto a prueba. A no juzgar sin entendimiento debes aprender.
Los gritos lejanos se escucharon, los escudos siendo golpeados para intimidar al enemigo se acercan, entonces la primera lluvia de flechas llegó.
Harry subió sobre su dragón, al cual acarició para tranquilizarlo.
—¡Ron, enfiles y cubran con los escudos a los soldados!, los dragones volarán conmigo y con el príncipe Draco.
Ron azuzó su caballo y gritó órdenes. A lo lejos vinieron un grupo de soldados galopando, el estandarte del rey dragón ondeaba, era su gente, pero sorprendentemente otro batallón de soldados tomó el estandarte Black.