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es primera vez que escribo algunas cosas subidas de tono, sooo... no se quejen si lo hago mal o que escribo este tipo de cosas 

***

"en 22 horas estaré allá"

Esas cinco palabras lo tenían vuelto loco de nervios, significaba que en menos de un día vería nuevamente a la chica que estremeció su mundo lentamente durante estos meses.

Dejó su celular a un lado del sofá y dedicó toda su atención a la tv que estaba encendida, justo en un canal de fútbol, intentando evadir los pensamientos de todas las cosas que podía hacer con ella. Sin darse cuenta, su mente llegó a otro nivel y dejaron de ser fantasías inocentes cuando notó que un bulto empezaba a crecer en su entrepierna.

— Mierda — murmuró mientras se removía incómodo. Pensó en satisfacer su necesidad, pero no, no lo haría. Debía aprender a controlar sus alborotadas hormonas de adulto joven. Nunca imaginó que una chiquilla casi 4 años menor que él le causaría todo esto.

Inhaló y exhaló, tratando de calmarse; le costaba y mucho, sus manos apretando los cojines lo demostraban. Suspiró pesadamente antes de dejarse llevar por el instinto, desabrochó sus pantalones y rápidamente apartó su boxer, liberando a su miembro ya erecto. 

Tanteó un poco dudoso antes de continuar el acto, lo único que tenía en su cabeza era ella. Guió su mano izquierda y tomó a su querido amigo, empezando por masajearlo lentamente de arriba hasta abajo y viceversa. Sentía que el placer se apoderaba segundo a segundo de cada rincón de su cuerpo, dejó escapar un gemido ronco y en medio de eso, el sonido de unas llaves contra la puerta lo interrumpió.

Liam observaba divertido la situación por la que el rubio estaba pasando.

— ¿Cómo está manuela? — preguntó con un evidente tono de burla.

— Cállate si no quieres que corte tus bolas.

— Sophia las protegerá — sonrió satisfecho — En realidad, las ama. ¿Y a las tuyas quién?

— Te odio — dijo Niall a regañadientes — Tengo millones de chicas que desean jugar con ellas; no hables sin saber.

— Te recuerdo que estamos en la misma, solo que yo te gano por una mujer más.

— ¿A qué vienes?

— No sé, estaba aburrido en mi casa, mi novia salió con su familia. Hey, no ruedes los ojos, ya sé lo molesto que estás porque te interrumpí en aquel sagrado ritual de hombres.

Luego de pasar una avergonzada tarde junto a su amigo y compañero, al fin quedó nuevamente solo. Eran cerca de las diez de la noche y hace seis horas April le había mandado el mensaje anunciando el inicio de su viaje. Calculó con los dedos de sus manos que pasado el mediodía ella ya estaría en territorio inglés. Sin nada más que hacer, decidió aprovechar el siguiente tiempo para descansar.

El rubio terminó por levantar sus párpados al sentir que ya no podía dormir más, perezosamente sacó de encima el cobertor de la cama, dejando que una ola de aire frío chocara contra su cuerpo y lo estremeciera. Acomodó su camiseta que usaba en las noches para cubrir totalmente su torso y partió hasta el baño para tomar una larga ducha con agua caliente.

Una vez listo, el poco ánimo que tenía, hizo que preparara un desayuno simple: café y tostadas. Masticaba lentamente cada trozo de alimento que introducía en su boca, todo cambió cuando dirigió su vista hacia el reloj digital que colgaba en una de las paredes de la cocina. Faltaba poco para que fueran las 13:00 pm; eso significaba que en menos de una hora su amiga llegaría, debía ir a buscarla y acogerla. Por lo tanto, tuvo que devorar lo que le quedaba de comida, dejando los trates sucios encima de un mueble.

Hey, April. (Niall Horan) -EDITANDO.Where stories live. Discover now