Capítulo 5. El mejor

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El mejor, Bellamy había crecido escuchando esas dos palabras junto a su nombre y apellido

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El mejor, Bellamy había crecido escuchando esas dos palabras junto a su nombre y apellido.

«Bellamy es el mejor».

«¿El mejor? O'Neill».

«No hay nadie mejor que Bellamy O'Neill».

Los adultos lo veían como un prodigio, una promesa, pero la competencia, los demás chicos de su edad que también se encontraban en la carrera por conseguir la gloria, lo marginaban por el simple hecho de ser superior a ellos.

Recordaba claramente cuando solo era un niño de dieciséis años y estaba en una sesión de entrenamiento o, mejor dicho, el final de una de estas. Corrieron alrededor de la pista, él obtuvo los mejores tiempos entre todos sus compañeros y, por ende, las alabanzas de su padre y su entrenador. Fue al vestidor para cambiarse, regresar a casa y realizar sus tareas; no asistía a la escuela, sino que llevaba clases en casa para enfocarse totalmente en su carrera de piloto. No conocía a otros chicos de su edad fuera del entrenamiento y tampoco tenía amigos, su padre se lo advirtió cuando comenzó a entrenar:

—Ellos no son tus amigos, son tus rivales.

Y se lo tomó a pecho, casi tanto como aquellos otros chicos de su grupo. La única diferencia es que ellos estaban invadidos de envidia y él, de presión por siempre ser el mejor.

—O'Neill es un hijo de puta —dijo uno de sus compañeros. Bellamy podía oírlos desde la regadera, a través del agua helada que caía sobre él. Ellos no sabían que estaba ahí.

—Su padre tiene comprado al entrenador, ¿cuánto apuestan? —inquirió otro, su tono denotaba crudo resentimiento.

Se escuchó una risotada. Eran tres y los reconocía incluso sin verlos, había aprendido a analizar a sus rivales, a conocerlos de pies a cabeza para poder identificar sus puntos débiles y vencerlos. Sabía que uno de ellos era el que lo alababa por sus tiempos, otro que lo saludaba con una sonrisa cada vez que llegaba al entrenamiento y el último que siempre lo invitaba a sus fiestas, pero Bellamy nunca atendía.

Solo eran un grupo de rencorosos e hipócritas.

—La nena favorita del entrenador, le darán lo que quiera si llora un poco —añadió el que acababa de reírse—. Dicen que su coche está modificado, mejorado a propósito.

—Desearías que eso fuera cierto, te patea el trasero cada día.

—¡Cierra la boca, imbécil, tú no estás mejor en tiempos!

—¿Y si le damos una lección a O'Neill? —sugirió el chico que inició la conversación—. Nada radical, solo algo para bajarle los humos.

Bellamy se tensó, ya ni siquiera sentía escalofríos por el agua. Se limitaba a permanecer en silencio y escuchar con atención.

—¿Y qué propones?

—Yo qué sé, ¿amedrentarlo un poco? ¡Ustedes también piensen, tarados!

—Tú no seas tarado, sí le tocamos un solo cabello al niño estrella, nos echan —argumentó otro.

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