Capítulo 4

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—Ayla, despierta —escuché la voz de mi tía seguida de pequeñas sacudidas. Fruncí la nariz.

—5 minutos... —dije con lentitud. Abrí los ojos, pero los volví a cerrar debido al cansancio que sentía en mi cuerpo. Me di la vuelta.

¡Ni siquiera en vacaciones me dejan dormir en paz!
Pensé para luego intentar volver a conciliar el sueño.

—Ayla, llegamos a Londres. Vamos. —Me jaló de un brazo obligándome a levantar.

—¿Qué? —Me incorporé junto a ella y caí en la realidad.

—Que te levantes, ya todos se están bajando —repitió molesta y yo me levanté de un salto, golpeándome la cabeza con el techo del avión.

Un chico que iba pasando pegó una sonora carcajada que hizo que otros pasajeros se le unieran discretamente.
Posé mi mirada en el con desagrado por un segundo, solo se trataba de un desconocido. Cabello castaño oscuro y ojos marrones, lindo rostro pero eso no le quitaba lo molesto, pensé.

Bajamos del avión mientras yo me sobaba la cabeza disimuladamente, recorrí el lugar con la mirada, todo era desconocido para mi y totalmente nuevo.

Luego de recoger las maletas, nos dirigimos a la salida el aeropuerto. Gracias a Dios, todo había salido bien.

—Espera, ¿ya pensaste dónde viviremos? —pregunté abriendo un paquete de galletas, quizás tomándomelo demasiado bien para la gravedad de la situación.

—Reservaremos un hotel.

—Debería llamar a Sam —sugerí. Había pasado un año desde la última vez que la había visto, si, pero jamás habíamos dejamos de estar en contacto.

—Pensé en pedirles que nos dieran alojo, pero es un poco penoso tener que...

Le hice un gesto con la mano para calmarla, sabía perfectamente que Sam y su madre no se molestarían ni un poco en recibirnos, habíamos sido vecinas por tantos años que al final, éramos como una familia.

Saqué el celular de mi bolsillo y marqué el número de Sam. Al cuarto tono, contestó.

—¿Hola? —respondió del otro lado.

—¡Sam! —No pude evitar sonreír, estaba tan acostumbrada a hablar por mensajes que escuchar su voz luego de tanto se sentía... extraño.

—¿¡Ayla!? ¡Por qué carajos no me habías llamado! ¡Te extraño mucho! ¿Cómo estás? —preguntó todo a la vez. Sonreí.

—En Londres.

—Ajá, claro. —Soltó una risa del otro lado.

—Sam, sonará muy de la nada, pero es verdad. Con esto no bromearé, lo juro.

Entonces, escuché un grito jodidamente agudo del otro lado que me obligó a alejar el móvil de mi oído por unos segundos.

—Pásame con tía Verónica. No puedo creerlo... ¿Cómo? ¿Estás segura que no es una broma? Porque si es así juro que...

—Quiere hablar contigo —pronuncié estirando el móvil hasta mi tía. Ella lo recibió.

En cuanto finalizó la llamada me apresuré a comenzar mi interrogación.

—¿Y? ¿Qué dijo? —dije con rapidez, tenía ganas de dar saltos por la calle para celebrar algo que aún no me confirmaba.

—Nos podemos quedar unos días en su casa hasta que encontremos un lugar definitivo donde vivir. —Sonrió—. Luego de tanto, por fin veré a Anna.

Cambio Radical [Novela en Dreame]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora