Escena extra: Elige un compañero, Andrea.

82.6K 11.8K 1.6K
                                    

Andrea

Cuando suena el timbre todos se ponen de pie sin pensarlo, sin embargo, la señora Pratt me pide yo espere. Quiere hablar.

Ella ha estado pendiente de mí desde que me mudé. Más pendiente que otros profesores. Se mantiene cerca durante el receso y me pregunta si todo está bien cuando mira a algún alumno o alumna tratar de acosarme.

—Te he notado distraída, Andrea —dice cuando todos se van. ¿Está enojada?

Siento miedo. —Lo lamento, no volverá a pasar —Mi voz tiembla—. Yo...

—No, no estoy molesta —suspira, calmándome con su cálida voz de anciana—. Estoy preocupada.

¿Preocupada?

—Soy algo distraída —intento justificarme. Sueno acobardada y confusa.

No quiero que la señora Pratt piense mal de mí, es de las pocas personas que me ayudan.

—Acércate —Me alejo de mi banco y camino hasta donde está ella—. No te pedí que te quedaras para hacerte sentir mal —asegura, mientras acomoda sus gafas—. Quiero ayudarte.

¿Ayudarme?

—No voy bien en Español  —acepto. Estoy consciente de ello.

—Ni en ninguna otra clase —me hace ver ella.

Cierto. Siento miedo de que me pida hablar con mamá.

Cambio de un lado al otro el peso de mi cuerpo. —No es fácil —digo, intentando que ella comprenda a qué me refiero. Sé que tía Di puso al tanto a todos los profesores respecto a mí.

—Andrea —La señora Pratt me mira seria—, en mi opinión no es saludable para ti no integrarte. Eso de que hagas cada tarea sola...

Tía Dio les pidió a los profesores no obligarme a trabajar en grupo, lo cual es perfecto para mí.

—Estoy bien así —intento convencerla. Mi opinión de ella es que es una anciana benévola. Debo convencerla.

—Pronto les pediré que trabajen un ensayo en parejas —me informa, procurando sonar como alguien que entiende mi problema—, y no quiero verte renuente a trabajar con alguno de tus compañeros.

—Pero... —Estoy asustada ahora.

Ella niega con la cabeza. —¿Por qué les tienes miedo?

¿Cómo puede no saberlo? Desde que llegué Joseline y compañía se han encargado de que todos sepan de mi vídeo.

Acomodo mi escaso cabello detrás de mi oreja. —Señora Pratt, ellos... Ellos no me aceptan.

No me respetan.

—¿Ninguno? —pregunta ella, preocupada. Niego con la cabeza—. ¿Ni siquiera el señor Yura o el señor Odom?

Yura y Odom. Lo pienso un poco... Ambos son reservados y sí, me han respetado.

—Sí... —dudo—. Supongo que ellos han sido amables conmigo.

Entiéndase que para mi ser amable es que estén ignorándome.

Daniel Yura es uno de los alumnos más aplicados, siempre destaca en todo; mientras que Oliver Odom, en mi opinión, tiene que ser un espía, un superhéroe o un infiltrado de algún grupo terrorista superlativo; porque a veces lo imagino saltar de su banco para advertirnos a todos que tiene escondida una bomba en su mochila, y que de no arrodillarnos ante él hará explotar en mil pedazos todo.

Y creo que le ayudaría. 

Sí, tengo mucha imaginación. Más porque con el tiempo descubrí que Odom es reservado y evita tratar con todos porque hasta hace poco recibió clases en casa. Él cuida de su papá, que tiene un problema cerebral y eso lo obliga a permanecer en cama. Oliver es tímido porque no está acostumbrado a tratar con mucha gente.

Y me agrada. En serio me agrada. Lo veo como un gran misterio, un laberinto o un crucigrama. ¿Quién eres Oliver Odom que no dejas a nadie acercarse?

—¿Te sentirías bien trabajando tu ensayo con alguno de ellos? —pregunta la señora Pratt, prudente.

—Señora Pratt, yo...

Me da miedo dar una respuesta.

—No quiero verte no intentarlo.

Dudo, pero al final acepto.

—¿Quién de los dos? —pregunta, cogiendo un lápiz. Va a anotar mi respuesta.

Y aunque suene poético, busco la respuesta correcta en mi corazón. ¿Con quién quiero trabajar? ¿A quién quiero tratar?

—Oliver Odom —digo, poniendo atención a la reacción de la señora Pratt, que para mi sorpresa dice que de haber elegido a Yura igual me hubiera obligado a trabajar con Odom.

¿Por qué? Supongo que lo descubriré pronto.

Cuando me despido, la señora Pratt me entrega una hoja que al leerla sé que atesoraré hasta el final de mis días:

Trece líneas para vivir

1. Te quiero no por quien eres, sino por quien soy cuando estoy contigo.

2. Ninguna persona merece tus lágrimas y quien las merezca no te hará llorar.

3. Solo porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser.

4. Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el corazón.

5. La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener.

6. Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.

7. Puedes ser solamente una persona para el mundo, pero para una persona tú eres el mundo.

8. No pases el tiempo con alguien que no esté dispuesto a pasarlo contigo.

9. Quizá Dios quiera que conozcas mucha gente equivocada antes de que conozcas a la persona adecuada, para que cuando al fin la conozcas sepas estar agradecido.

10. No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió.

11. Siempre habrá gente que te lastime, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y solo ser más cuidadoso en quien confías dos veces.

12. Conviértete en una mejor persona y asegúrate de saber quién eres, antes de conocer a alguien más y esperar que esa persona sepa quién eres.

13. No te esfuerces tanto, las mejores cosas suceden cuando menos te las esperas.

Gabriel García Márquez.


-------------

¿Todo termina así? ¿Qué opinan?

NO. Las y los espero en La buena reputación de Oliver Odom. Libro en el que continúa esta historia, ya publicado (la historia ya está completa) aquí mismo en mi perfil de Wattpad c:

También te invito a seguirme en redes sociales para fangirlear ↓

Grupo de lectores en Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros.

Twitter: TatianaMAlonzo

TikTok: TatianaMAlonzo

Instagram: TatianaMAlonzo (CONTENIDO EXTRA)

¡Y gracias por apoyar mi trabajo votando!

La mala reputación de Andrea Evich ©Where stories live. Discover now