Capítulo 23

2.7M 161K 771K
                                    

—¡Jane! ¡AAAAAAAH! ¡PARA! ¡PARA, PEQUEÑO DEMONIO!

Parpadeé, sorprendida.

—¡Naya! —fruncí el ceño—. ¡Cálmate, me has asustado!

—¡Es que la maldita niña no me hace caso, JODER! ¡CÁLLATE YA, DEJA DE MOVERTE!

—¡Que no digas palabrotas!

Ella suspiró, frustrada, y dejó de intentar cambiarle el pañal. En realidad, solo tenía que ponerle el nuevo. Pero su hija no dejaba de retorcerse con una sonrisa malvada.

Decidí acercarme antes de que la matara y Naya se apartó como si lo hubiera estado pidiendo en silencio. Jane sonrió como un angelito al instante y dejó que lo hiciera sin problema.

—Creo que le caigo mal a mi hija —masculló Naya detrás de mí—. ¿Puedo caerle mal? ¿O no es posible?

—Naya, no digas tonterías. Te quiere mucho.

—Lo dudo —murmuró Sue desde el sillón.

—¿Lo ves? ¡Incluso la antisocial de Sue se ha dado cuenta!

—Creo que el término que buscas es asocial! —aclaró ella tranquilamente.

—¿A ti quién te ha metido en la conversación? —protestó Naya.

—Yo solita. Gracias.

Naya la miró un momento antes de suspirar.

—Me quiero morir. Soy una madre horrible.

—No digas eso —levanté a Jane con un brazo y ella se acomodó en mi pecho—. Solo es un pañal, no es para tanto.

—¡Sí lo es! Todo lo hace Will. Soy una madre horrible —repitió e hizo un mohín—. Incluso ella, siendo un bebé, lo sabe.

—Es un pañal —repetí, sacudiendo la cabeza—. Por Dios, Naya, si se pone a llorar cuando estás cinco minutos sin ella.

Ella dejó el mohín a un lado.

—¿Sí?

—Claro que sí. Eres su madre.

—Oh...

Esbozó una pequeña sonrisita orgullosa. Qué fácil era consolarla.

—Venga, ve a llevarla a la cuna —se la devolví, divertida—. Es tarde.

—Sí, eso haré —dijo felizmente—. ¡Vamos, ven con mami!

Puse una mueca cuando vi que se iba tambaleando a la niña de un lado a otro sin mucho cuidado. Sue suspiró desde el sillón cuando me acerqué a ella.

—¿Seguro que no quieres venir? —le pregunté.

Íbamos a ir a una de las famosas fiestas de Lana y Sue había dejado claro que no iba a acompañarnos. De hecho, había sido la excusa perfecta para que Naya y Will pudieran venir sin dejar a su hija sola. Ahora, él y Jack estaban arriba fumando y hablando de sus cosas.

Es decir, de nosotras, porque, si no, me habrían dejado ir con ellos.

De todos modos, me senté al lado de Sue y la miré. Ella negó con la cabeza.

—No me apetece —murmuró, cambiando de canal.

—Creo que es la primera vez que no quieres venir a una fiesta.

Puso los ojos en blanco.

—No quiero ir.

—¿Estás bien?

Antes de diciembre / Después de diciembreWhere stories live. Discover now