CAPÍTULO DIECISEIS

123K 9.5K 4.6K
                                    

SEGUNDOS DESPERTARES




Si hay algo por lo que todas y cada una de las personas deben pasar por lo menos una vez en la vida, es que la despierten haciéndole sexo oral.

Me remuevo cuando siento algo caliente en mi centro, que se mueve por aquí y por allá, mientras comienzo a sentir ese tirón en el vientre que te produce el placer. Me estremezco mientras me pregunto qué demonios está pasando, y si bien el placer que siento es tremendo, por alguna extraña razón no puedo terminar de despertarme.

Si, me dormí luego de tener sexo con Pierce, así de patética soy, no quiero siquiera pensar si babee o algo por el estilo.

Me obligo a mi misma a abrir los ojos, mientras medio me estiro, intentando alejarme del agarre férreo que siento en mi cintura. Mis pestañas revolotean, la luz de la habitación encendida haciéndome entrecerrar los ojos con molestia, sin embargo una vez que lo veo allí, entre mis piernas, con su boca dándose un festín con mi vagina, me despierto por completo.

Pierce tiene el cabello revuelto, sus manos están enredadas en mi cintura manteniéndome en mi lugar, mientras sus ojos color turquesa están fijos en los míos.

Gimo cuando hace un movimiento circular con su lengua en mi clítoris, haciendo que el tirón de placer sea grande.

—Pierce... —murmuro, con la voz pastosa por el sueño.

De todas maneras él no me responde, sino que sigue a lo suyo, su lengua dando algunos círculos en mi clítoris para luego bajar y hundirse en mi.

Por. Todos. Los. Putos. Santos.

Nunca nada se sintió tan bien.

Mientras uno de sus brazos sigue sosteniéndome en mi lugar, el otro lentamente se interna entre mis piernas y mientras su pecaminosa lengua sube nuevamente a mi clítoris, uno de sus dedos se interna dentro mio, haciendome gemir con fuerza, mientras mi espalda se arquea por las sensaciones que aquella caricia produce.

Pierce gruñe cuando me ve presa del placer que estoy sintiendo, y aquel gruñido no hace otra cosa más que excitarme sobremanera.

¿Como puede ser tan malditamente caliente?

No tengo idea, lo único que sé, es que a medida que aumenta el movimiento de su dedo, aumenta también el movimiento de su lengua y son tantas las sensaciones que me recorren, que comienzo a gemir esta vez más fuerte. Intento alejarme de su agarre cuando el orgasmo comienza a formarse, sin embargo él no me lo permite, sino que afianza su agarre en mi cintura y chupa mi clitoris con fuerza y es en ese momento que el orgasmo me golpea de una manera increíble, haciendo que me espalda se arquee y una de mis manos se entierre en su cabello, no se si para alejarlo o acercarlo más a mí.

A medida que el orgasmo comienza a menguar, Pierce va suavizando sus movimientos...

—Para... —jadeo, cuando un cosquilleo molesto me ataca después del orgasmo—, para, por favor —insisto, al ver que no se aleja.

—Sabes deliciosa —murmura él, mientras se relame la boca.

Comienza a escalar hasta que estamos frente a frente y sin previo aviso me besa, haciendo que sienta mi propio sabor en su lengua, de todas maneras aquel beso dura demasiado poco, ya que se aleja para esta vez meter un dedo —aquel que estuvo dentro mío— en mi boca. Paso mi lengua alrededor de él, como si estuviera diciendo: «esto es lo que haré a continuación con tu polla»

Pecado con sabor a chocolate [+21] ©️ LIBRO 1Where stories live. Discover now