Smeraldo.

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  Las semanas pasaban. SeokJin cada vez plantaba más flores en su jardín, cada vez más hermosas que el resto. Así la muchacha tendría flores aún más bellas.

Pero entonces SeokJin plantó una flor que le recordó a ella. Una flor totalmente diferente a cualquiera que en su vida haya visto. Era delicada, hermosa y única... como ella.

No importaba cuanto costara, él bajaría del castillo cuando la chica llegara y le entregaría la flor personalmente. SeokJin estaba listo para profesar su amor... o eso creía.

La angustia comenzó a llegar a su cuerpo cuando los días pasaban y ya no había rastros de su amada. La mujer no iba en busca de flores, ya no pisaba el jardín.

¿Será que acaso por fin se fijó en el horrible ser que la admiraba desde la ventana?

El miedo fue la nueva emoción que recorrió el cuerpo del castaño. Sus manos temblaron y sus ojos se llenaron de lágrimas. Soltó un alarido que detuvo el tiempo. El frío y viejo suelo de madera era quien lo estaba recibiendo mientras que el chico se deshacía en agrías lágrimas.

¿por qué tuvo que existir? ¿por qué si nadie iba a amarlo? Jamás conoció las palabras dulces ni los cálidos abrazos. Siempre recibió rechazo y burlas.

Él tuvo que aislarse del mundo y crear uno propio en donde sólo eran sus flores y él, pero entonces... ¿por qué esa muchacha también formaba parte de su mundo ahora?

SeokJin la amaba con todas sus fuerzas.
SeokJin iría al pueblo, la encontraría, le entregaría la flor y profesaría su amor.

Él debía hacerlo.

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