Capítulo 17 | PDV de Cameron |

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¡Dios! Sus labios eran exquisitos. Podría estar así todo el día. Ella estaba tensa, lograba sentirlo. Pase una mano por su nuca, enredando mis dedos entre sus sedosos cabellos. Presioné su cabeza con ésta para así dejar un firme beso. Al ver que no respondía, me aparté, algo apenado después de todo.

— Yo… Lo siento, Jennifer. No debí hacerlo. Me dejé llevar.
Ella se ruborizó.
— No… No te disculpes… Me ha gustado… Pero… —Suspiró, ruborizándose aún más— No sé… Nunca he dado un beso en mi vida… Uhm.

Sonreí. Le había robado su primer beso. Era toda una inexperta respecto a ese tema. Acaricié su ruborizada mejilla.
— Solo relájate, ¿sí?
Asintió, sin mirarme. Alcé su mentón con mi mano, para así poder verla a los ojos. Sus hermosos ojos del color del whisky. Me volví a acercar; nuestras narices chocaron, nuestros alientos volvieron a mezclarse, y nuestros ojos se conectaron. Me demoré unos segundos en darme cuenta de que Jennifer estaba aguantando la respiración. Acaricié su cabello suavemente antes de sonreír.

— Relájate, Jenn.

Demoró en que me hiciera caso. Reí bajo antes de volver a unir nuestros labios. No hizo nada, por lo que yo abrí sus labios con la punta de mi lengua para explorar su interior. Sabía a algo que jamás había probado. Era dulce y amargo a la vez. Una combinación perfecta. Cerró sus ojos, dejándose llevar por las emociones, al igual que yo.
No estaba acostumbrado a ser tan suave con las chicas en lo que respecta a un beso. Siempre buscaba algo brusco y fuerte, pero con Jenn era diferente. No podía evitarlo. Debía ser suave con ella. Era extraño en mí actuar así. Algún día mis padres sabrían lo que yo hacía; matar y vender droga. Quizás no me dejarán más ver a mi hermanita por temor a que yo le hiciera daño… Primero muerto. No quería pensar en eso en este momento, por lo que borré aquellos pensamientos de mi mente.
Tomé las manos de Jenn para dejarlas sobre mis hombros y hacer que de alguna manera me abrazara, pero ella no cooperaba. Me aparté unos milímetros.
—Abrázame, Jenn. No te haré daño. —Aseguré, antes de volver a besarla.
Su respiración era irregular, por lo que a veces se separaba de mis labios para tomar aire. Jugué con su lengua un par de veces antes de apretarla más a mí, cuerpo con cuerpo. Ella se estremeció y me abrazó con debilidad, pero al menos me había abrazado. Comencé a regar besos desde las comisuras de sus labios hasta su cuello.
— Cam… —susurró, mientras un jadeo se escapaba de sus labios.
— ¿Quieres que me detenga? —susurré contra su húmeda piel.
—N… No.
Al escuchar su respuesta, inmediatamente le quité con suavidad la blusa con suavidad, dejándola solo con el sostén que mi madre le había regalado cuando llegamos aquí. Ella intentó cubrirse, separándose de mi ruborizada. Me aparté mientras corría su cabello de su frente.
— Oye… No tienes que hacer esto si no quieres —le dije.
Ella me miró, mientras suspiraba y veía a otro lado de la habitación.
— No quiero que veas esto… —susurró ella.
— ¿Qué cosa?
—Las marcas… Del paso del tiempo… —Bajó la cabeza, sin apartar sus brazos de su pecho y estómago, intentando cubrir aquellas partes lo más que podía.
—Déjame ver, Jennifer.
Negó con la cabeza. Me tiré con suavidad sobre ella, dejándola bajo mi cuerpo. Le quité los brazos, agarrándola con firmeza por las muñecas con una mano y elevándolos sobre su cabeza. Ella chilló en protesta, pero no intentó volver a cubrirse. Me alcé para ponerme de rodillas; cada una al lado de su pequeña cintura y miré su cuerpo. Tragué saliva.
Las cicatrices llenaban casi cada lugar de su piel. Algunas de tonos oscuros y otras de unos tonos más claros. Tenía moretones que recién comenzaban a desaparecer, y una que otra herida casi curada por completo. Había una larga cicatriz cubriendo su vientre, de extremo a extremo. No era muy gruesa, pero era notoria por lo blanca que era. Toqué con suavidad con la yema de mis dedos, mientras la miraba a los ojos. Ella los tenía cerrados.
— ¿Qué te sucedió?
— Ese día… Llegué con un golpe en el brazo. Era un moretón muy grande y muy oscuro. Papá se enfureció. Era verano y yo solo llevaba una camiseta. Me aventó un plato grande y uno de los pedazos me provocó la herida. Demoró al menos dos o tres semanas en curarse casi hasta desaparecer… Tengo otra en la espalda de esa vez, cuando caí sobre otro… Es pequeña… Cam… —gimió asustada— No me toques allí…
Dejé de tocarla. Besé su frente, sus mejillas, sus párpados, sus labios, su barbilla y su cuello. Quería que se sintiera segura conmigo. Me quité la camisa y la arrojé a un lado, antes de abrazarla con fuerza.
— Te haré olvidar… Si me lo permites.
— Cam… Tengo miedo.

(…)

Bajé las escaleras frustrado mientras me arreglaba un poco la ropa y el cabello… E intentando hacer pasar desapercibida mi erección. Al abrir la puerta, vi a Michael parado allí, completamente de negro.

—Surgió un problema, Cameron. Y no, no puede esperar. —Señaló antes de tener que escuchar mi protesta.
—Dispara.

Suspiró, sacando las manos de los bolsillos de su cazadora, dejándome a la vista la sangre que había en ellas.

—The Blue Hold. Llegó hace unos días causando ya problemas. Ahora llegamos de una persecución luego de que hicieran explotar uno de nuestros camiones que iban hacía el sur. Logramos matar a su conductor, pero ellos escaparon. Llamaron advirtiendo que matarían a cada uno de nosotros. Uno por uno. Vine a buscarte para que nos ayudes a investigar sobre ellos. Sé que tus padres fueron a la casa de una tía tuya. Los vi cuando íbamos en camino para acá. 
— No puedo ir con ustedes.

Michael se mostró estupefacto. Era evidente ya que siempre hacía lo que él necesitaba que hiciera.

— ¿Qué? ¿Por qué?
— No estoy solo.
— ¿Cam? — Llamó Jennifer.

| PDV de Jennifer |

¿Qué estará haciendo? Me pregunté. Llevaba más de 5 minutos allí abajo. Hablaba con un hombre… Podía escuchar sus voces. Me levanté, colocándome un chal de polar sobre los hombros para calentarme y comencé a bajar las escaleras.

— ¿Cam? —pregunté cuando ya llegaba al final. Vi a Cam parado allí, frente a un hombre alto, fornido y de apariencia sombría. Él clavó su gélida mirada sobre mí, luego miró a Cam.

— ¿Quién es? —preguntó. Su voz gruesa y grave. Un escalofrío recorrió mi espalda. Retrocedí  instintivamente.
— Ella es Jennifer, Michael. Te dije que no estaba solo.

Lo miró duramente antes de volverse y acercarse a mí. Tomó mis manos.

— Jennifer, él es Michael Busher. Michael, ella es Jennifer Deveraux. Se queda ahora en mi casa. —Dijo él, recalcando las últimas palabras.

Michael me sonrió a duras penas antes de hablar: —Es un gusto conocerte, Jennifer.

Intenté sonreír, pero en vez de eso salió una mueca.

— No iré, Michael.
— Llévala, Cameron. Te necesitamos ahora.
— No sabe nada.

‘’Deberían dejar de hablar como si yo no estuviera aquí’’ pensé. Bajé la mirada.

— Si te quedas aquí, podrían venir, ver las luces encendidas de esta casa y matarlos a los dos.
— El muy hijo de… —gruñó Cameron.

“¿Matarnos? ¿Quién querría matarnos?’’ Comencé a retroceder, completamente bloqueada. ¿Nos matarían si nos quedábamos? Cameron me miró, con expresión preocupada. Comenzó a acercarse a mí, con precaución.

— Jenn… Déjame explicarte, ¿vale?

Lo miré, pero no respondí. Retrocedí tanto que choqué contra el respaldo de una silla y casi caigo. Por suerte me afirmé lo bastante fuerte al suelo como para no hacerlo, si me pegaba en alguna parte de la herida en mi cabeza tendría que ir de nuevo al hospital.

— ¿Q-quién quiere m-matarnos?
— Tú no estás metida en nada de esto, Jenn. Mira, ¿recuerdas la otra noche, cuando me viste salir tarde por la noche? Iba a juntarme con Michael y otros chicos. Somos una organización, que... vende drogas, ¿entiendes?

Lo miré, completamente quieta. Mis sentidos me decían que comenzara a correr, así que lo hice. Corrí tan rápido como mis piernas me lo permitieron, por entre los sillones, escalones y muebles.

— ¡Jennifer! ¡Detente, Jennifer!

Comencé a llorar de la desesperación y el miedo que sentía en ese momento. Estuve todo este tiempo con alguien que vende drogas y que probablemente mata.
Necesitaba tiempo. Mucho tiempo para acostumbrarme. No, mucho no era suficiente. Creo que necesitaba toda mi vida para acostumbrarme… si algún día lo hago.

No entraba en mi cabeza la idea de que Cam era un criminal; inclusive si hablo de esto con alguien me mate...

Sálvame... (TERMINADA)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum