23 | Te reto a...

9.5K 821 375
                                    

Cuando cumplí diecisiete, pasé mitad del día con mamá y la otra con papá. Para ese tiempo ellos ya estaban algo distanciados y, aunque aún no se habían separado del todo, no podían estar en el mismo lugar sin discutir o tirarse miradas asesinas cuando uno hacía algo que al otro no le gustaba.

Pasar el día en la playa, con amigos, tomando cervezas y hablando de absolutamente nada importante, es el mejor plan que se le pudo ocurrir a Klara para pasar mi cumpleaños. Al amanecer nos despertó a todos a gritos emocionados para que nos apresuráramos en buscar ropa, traje de baño y toalla, porque ella ya se había encargado de la comida y de todo el resto. Sin duda es la menos entusiasta de todos nosotros, nótese sarcasmo, por favor.

Mi piel tiene un bronceado lindísimo, fruto de las cuatro horas que estuve recostada bajo el sol esta mañana mientras los chicos jugaban fútbol cerca de la orilla. A la hora de almorzar, Klara nos sorprendió con sándwiches de pollo para todos y una ronda de cervezas.

—¡Cantémosle a la cumpleañera! —grita Klara mientras camina hacia nosotros con un pastel en brazos.

Ayer Klara y Jazz desparecieron todo el día, Lucca dijo se habían ido de compras, que él les había prestado su tarjeta para que Klara comprase el top que le prometió, y nos quedamos con esa idea. No negaré que me sentí excluida porque no me hayan invitado, pero supongo que fue porque en realidad estaban planeando esto.

Todos se ponen a cantar a coro el «Cumpleaños feliz», mis mejillas se vienen controlando bastante bien hasta el momento, pero cuando Lucca pasa su brazo por encima de mis hombros y me besa la cien, mis muros se derrumban y me quedo roja como un tomate.

—Feliz cumpleaños, Sara —susurra contra mi cabello.

—Ya me lo dijiste hoy.

Me despertó a besos por todo el rostro y lo primero que dijo en cuanto abrí los ojos fue «Feliz cumpleaños, rubia».

—Y te lo volveré a repetir dentro de unas horas —me mira de reojo y tuerce sus labios en una sonrisa.

—Pide un deseo —Klara acerca el pastel a mi.

Le doy una última ojeada a todos antes de cerrar los ojos con fuerza y soplar las velas con el número dieciocho. 

Todos aplauden con entusiasmo y Klara se dispone a cortar el pastel y repartir las rebanadas. Incluso convida a los niños que les prestaron la pelota de fútbol a los chicos y ellos les agradecen con sonrisas y un «Gracias, señora» que hace rabiar a Klara y estallar en risas a los demás. 

Cuando estamos otra vez todos sentados en ronda encima de las toallas, Klara me dirige miradas fugaces con picardía.

—¿Qué deseo pediste? —me muestra una sonrisa que deja ver todos sus dientes.

—¡Si lo dice no se le cumple! —exclama Ander y me guiña un ojo—. Aunque, si el deseo me incluye, dímelo. Puedo ayudarte a hacerlo realidad con gusto.

Me quedo en silencio durante unos milisegundos en los que pienso qué responder. Estoy lista para soltarle de la forma más educada posible un rechazo a su intento de lo que sea que haya sido, pero cuando me dispongo a hablar, las palabras se ahogan en otros labios.

Lucca me besa y mientras lo hace sonríe, no sé como, pero juro que está sonriendo, puedo sentir la curva de sus labios sobre los míos.

—Otro le hará realidad el deseo, me parece —dice Jazz y lo mira a Lucca fijo a los ojos.

Ahora es cuando comprendo la frase de que una mirada vale más que mil palabras, sus ojos están cargados de complicidad e incluso algo más, así como lo que siento cuando comparto algo íntimo con Klara.

Polvo de estrellas [✓]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz