Capítulo 35

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La locura del amor nubló nuestros verdaderos sentimientos.

Pov Calle.

Llené de aire mis pulmones y me dispuse a abrir la puerta de mi departamento, después de despedirme de mi peliazul vine hasta acá, tenía que prepararme para la cena y también tenía que hablar con Rebeca.

Me adentré al lugar y no me sorprendió ver a Rebeca con su laptop en las piernas, mis mejores amigos estaban viendo una película, al sentir mi presencia dejaron de ver la televisión.

—¡Hasta que apareces, Cal!— Exclamó Dallas con una sonrisa pícara.

— Regresé.— Canturreé divertida acercándome a la sala.

—¿Cómo te fue? Cuéntanos las noticias.— Pidió Irina con tono de voz alegre.

— Pues, Poché y yo estuvimos juntas todo este tiempo.— Contesté acercándome a ellos, miré a Rebeca de reojo.

—¿Y...?— Presionó Dallas viéndome expectante. Miré a los chicos y sonreí.

— Todo se arregló entre ambas.— Declaré con una sonrisa en mi rostro.

Entonces Rebeca saltó de golpe en el sofá, fruncí el ceño y ella celebró.

—¡Ja! ¡Me deben 20 euros!— Exclamó viendo a mis mejores amigos, abrí mis ojos sorprendida.

— No es justoooo.— Se quejó Irina echando su cabeza hacia atrás.

—¿Apostaron? ¿De verdad?— Inquirí cruzandome de brazos.

— Ajá, la idea vino de Rebeca.— Explicó Dallas burlón.— Ella dijo que apostaba lo que quisiera, pero que tú y Poché iban a volver.— Finalizó sacando un billete de su bolsillo, Rebeca sonreía tomándolo.

— Yo aposté porque solo iban a tener un polvo y cada quien por su lado.— Se quejó Irina, dándole el billete a mi amiga.

Rebeca tomó el billete de mi amiga y lo guardó en sus pechos, Irina alzó sus cejas pícaramente.

— Yo dije que no volverían.— Mencionó Dallas, rodé los ojos.

— Ganó Rebeca entonces.— Hablé con certeza, los chicos se quejaron.

— Así es, gracias por darme dinero fácil, Cal.— Rebeca tomaba mis mejillas con sus manos y movía mi rostro contenta.

—¿Podemos hablar?— Hablé con las mejillas apachurradas.

— Claro.

Rebeca y yo nos fuimos al balcón del departamento que compartíamos, Dallas e Irina hacían caras divertidas mientras volvían a ver la película.

— Creo que debemos hablar del beso.— Rompí el silencio rascando mi nuca.

— Calle, antes que nada me considero tu amiga.— Rebeca sonrió.— No sé, hemos estado juntas en muchas situaciones y creo que tal vez debido a eso nos confundimos y nos besamos, pero...

— No sentimos nada.— Completé por ella, Rebeca asintió.

—¿Verdad que sí?— Replicó arrugando el entrecejo.— Es decir, te besé y sentí que estaba besando a una prima o algo así.— Añadió arrugando el rostro.

— Si, es decir si estuvo bien pero se sintió raro.— Acoté con tono de voz pensativo.

— Si, después todo se volvió raro.— Confesó, recargandose en el barandal del balcón.

—¿Te sentiste incómoda?— Pregunté culpable.— Lo siento si te hice sentir así.— Agregué con tono de voz tímido.

— No, no fue eso.— Me calmó con una sonrisa.— Por un momento pensé que ese beso iba arruinar nuestra amistad, no quiero eso.— Confesó viéndome con sus ojos verdes, sonreí.

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