Capítulo 11 | Sorelle

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«...siempre somos grises, seres opacos que dan luz a la oscuridad y oscuridad a la luz»

Nix

Una maldita bomba... una bomba, esto es una clara advertencia de que debo hablar y no callar más las estúpidas verdades, pero no puedo, no siento poder hacerlo.

—No me quiero morir

—Déjate de pendejadas Nix, no te vas a morir —Espetó hosco, casi tan alterado como yo, pero claro estaba que mi actuación era jodidamente espectacular—. Debemos esperar a que la brigada antiexplosivos llegue y nos saque de manera segura.

Sin duda la brigada vendrá, pero mientras tanto Caius estaba igual o peor que león enjaulado y era normal, luego de que sonara la alarma, estoy sentada sobre el escritorio con las piernas cruzadas en pose de "loto o indio" como sea que se le diga, extrañamente me siento relajada, muy diferente a mi compañero de celda.

Una leve vibración tomó el tenso silencio y tomé mi teléfono para responder. La pantalla brilló con la entrada de la llamada, Caius dirigió su vista a mi móvil cuando lo tomé e hizo una mueca con la boca.

Es como un niño pequeño cuando le dicen algo o enseñan algo que no es de su agrado hace muecas y sonidos de disgusto, pero que se vaya bien lejos si cree que le daré explicaciones.

Bajé ambas piernas cuando sentí que comenzaban a adormecerse y me estiré para alcanzar el celular.

—¿RP? —ladeó la cabeza—. ¿Quién es? —interrogó con un tinte de curiosidad y un poco de molestia en su voz.

—Que te importa —dije en tono de reclamo con algo de burla y respondí la llamada.

Buenos días hermosa Diosa de mi corazón —se me hacía muy raro que no me llamara en la brevedad.

—De buenos no tiene nada cariño —un gruñido me hizo voltear viendo a Caius acechándome como cazador a su presa «que pesado»—. Ahora ¿Qué carajos hiciste? Porque créeme que más molesta ¡No puedo estar! —elevé la voz ante esas últimas palabras y Caius me miró como si una segunda cabeza me hubiera salido.

Nada, enserio, sólo quizá moví unas cositas y ahora están buscando algo que jamás hallarán —ella es mi maldita penitencia, ¿Qué mal fue el que hice en otra vida?

Ésta loca y sus pendejadas.

—¿Acaso quieres matarme? —pregunté— Enserio cariño, eres un pesar, pero por favor dime que no hiciste lo que creo que hiciste —suspiró y casi la sentí sonreír.

Obvio... que no, ¿Cómo podrías siquiera pensarlo? Eres mi hermana, mi otra mitad, el oro de mi mina, las gemas de mi corona, el fuego de mi infierno, el...

—¡Cállate de una vez! —sus pendejas me matarán uno de estos días—, joder. Eres un martirio ¿Dime por qué sigo soportándote?

Porque me amas —su voz se volvió cantarina y medio sonreí «está loca» aun así es imposible no quererla.

Resiliencia [+18] ©Where stories live. Discover now