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Capitulo 5: El violinista del balcón

—¿Qué hechizo has puesto sobre mí? —le susurró Ahmet al oído y ella lo observó procurando taparse sus partes íntimas con la sábana —¿Acaso eres una bruja?

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—¿Qué hechizo has puesto sobre mí? —le susurró Ahmet al oído y ella lo observó procurando taparse sus partes íntimas con la sábana —¿Acaso eres una bruja?

—Soy solo una esclava, su majestad. Pero le aseguró que jamás encontrará otra esclava como yo —Antes de que el sultán pudiera besarla, ella se coloco encima de él y acarició suavemente su rostro.

No enamoraría al sultán en tan solo una noche, eso lo sabía. Pero no se permitiría ser olvidada, debía mantener su atención hasta que quedará embarazada y dé a luz a un niño.

Hasret se acercó y le dio un tierno beso.

—Estoy hambrienta. Usted también debe estarlo —Ahmet la beso y se levantó para pedir la cena.

Se levantó de la cama con un gran dolor en sus caderas y su entrepierna. Ahmet la trató con mucha delicadeza esta noche. De seguro él ya poseía experiencia, después de todo tiene un hijo y una consorte principal.

Cuando se sentó en los almohadones volvió a pensar en su padre. ¿Qué pensaría él sobre todo esto? Había cometido adulterio. Mantuvo relaciones con un hombre que no era su esposo e incluso ya tenía su propia familia. En Europa dirían que era la amante del sultán.

—Cuéntame sobre ti —le dijo Ahmet mientras empezaba a comer.

—Mi nombre solía ser Yelena, soy de Rusia, trabajaba en la casa de una familia rica pero hace dos meses unos soldados me secuestraron a mí y a otras chicas y asesinaron a mi padre y a más gente —soltó Yelena con el enojo que se estuvo guardando por mucho tiempo.

El ambiente se volvió algo tenso. El sultán parecía estar reflexionando sobre lo que dijo, especialmente la parte donde fue secuestrada. Hasret extrañaba a la vieja, a la feliz Yelena de antes; pero debía aprender que esa persona ya estaba muerta desde que puso un pie en Topkapi. Hasret se acercó a él y agarró un dulce turco llamado lokma y se lo tendió a Ahmet, el cual lo mordió sin apartar su vista de ella.

—Eso ya no tiene relevancia, su majestad. Estoy con usted ahora, eso es lo único que me importa —El padishah le sonrió y le dio un pequeño beso en la frente 

—Una vez me dijeron que algunos errores nos llevan al lugar correcto. Ahora que te conocí a ti veo que tienen razón. 

Yelena aún no estaba segura de si estar aquí era lo correcto; pero el Sultán Ahmet la estaba haciendo feliz en este momento y la ayudaba a olvidar sus dolores, y estaba agradecida por eso—Cuénteme sobre usted.

En ese momento se escuchó la melodía de un violín. Hace tanto tiempo que no había escuchado música. Quiso poder ir a ver quien era el causante de esa canción tan hermosa pero se tenía que quedar allí. Ahmet sonrió al escuchar el sonido.

—Ibrahim es mi hermano, mi compañero de caza, mi camarada. Ha sido mi confidente por seis años. Hemos vivido juntos muchísimas cosas. La primera vez que mi hijo Mustafa sonrió o en sus primeros pasos, Ibrahim estuvo . . . —Antes de que él pudiera seguir hablando, se acercó y lo besó. No quería que él pensará en su hijo; sino en el hijo que ella pudiera darle.

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