Capítulo 4 /El espadachín pálido

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Me encontraba en el submundo atravesando desiertos de finas arenas negras sin sol, cuevas colosales, conductos acuáticos estrechos, templos y lugares tan mágicos como peligrosos además de puntos claves para encontrar aquella montaña en donde yace el espadachín pálido, con lo poco que me quedaba de alimento caminé tanto que estaba reventando del cansancio con mis pies tan enrojecidos que el azul de mis pies parecían volverse rojo hasta ver que había llegado al pueblo de trelgent tal fue mi felicidad que me levante corriendo con esperanzas de poder encontrar un poco de agua en el pueblo, sin embargo terminar cayendo por una gran zanja llena de irregularidades muy afiladas, causándome varias laserac iones en la piel, pensando que me quedaría ahí por un buen rato solo me recargue sobre la pared con ganas de llorar, estando tan cerca de mi objetivo falle en el ultimo instante como si se tratara de aquel niño el cual una vez fui siempre acercándome tanto a esa misma ventana pero contenido por aquel que una vez fue mi padre, quería llorar pero mi fuerza no me lo permitía solo me quedaba mirando al suelo rocoso mientras me mortificaba a mi mismo por mis errores, para mi mucha suerte una entidad misteriosa me miraba desde lo alto, pensando que pudiese ser la leyenda de la cual tanto me hablaron, obteniendo valor me dispuse a decir

— espadachín pálido, ¿eres tú? soy Tirón he venido a cumplir con la profecia—

al decir esto la entidad misteriosa solo se retiró con mucha prisa, no pasó mucho tiempo hasta que empezaron a llegar mas personas a observarme de pronto una persona que portaba una especie de armadura ligera comenzó a bajar desprendiendo una luz de sus manos y piernas, levantado su dedo anular al bajar de aquella saliente

mirándome a los ojos, estando el suelo me miró un par de veces y mientras me ofrecía su mano para levantarme comenzando a levitar a la par de que el subía, ubicándonos casi en la salida del foso dijo...

—!hermanos y hermanas he aquí a nuestro salvador y príncipe que por fin después de su larga siesta cósmica ha vuelto a su reino, para nuestra dicha¡... así que lo celebraremos en grande por que no hay alguien que se lo merece más. que nuestra leyenda—

acercándome a la multitud que permanencia en un puente con las manos extendidas hacia mí listos para cargar en brazos hacia lo desconocido, llevándome hasta el edificio principal que contaba con 5 torres de piedra muy oscura con jeroglíficos de apariencia lúgubre, entrando en ella para ser recibido por quien parecía ser el jefe del pueblo, dirigiéndose a mí como maestro, posando su mano en mi espalda hablándome de lo agradecido que se sentía de que yo estaba ahí, antes de mi se sentian desesperanzados su pueblo parecía estar sin vida no hay color, no hay felicidad como si al entrar en aquel pueblo te sumergieras en una profunda depresión, no me hubiera imaginado que un pueblo que una simple vista puede verse tan imponente y majestuoso, pensando en si debía arrepentirme de la decisión de ser un intento de leyenda, deje de considerar la opción cuando pude ver la esperanza en los ojos de aquellos habitantes los cuales buscaban un salvador recordándome a mi mismo en aquella situación en la que algún día me encontré sin tener a nadie que me consolara en esa solitaria celda rezándole al sol y las estrellas por un milagro.

Mientras me encontraba sumergido en estos mismos pensamientos el jefe del pueblo se me acercó para decirme que sabía que no tenía intenciones de quedarme en ese lugar, sin embargo me rogó con lágrimas entre los ojos que al menos me quedara para comprobar lo que su pueblo me Podía ofrecer, algo que claro no hubiera rechazado, explotando de alegría sabiendo que aceptar, me sacó al palco real mostrándome con una gran sonrisa lo que su pueblo me ofrecía lanzando al cielo montones de coloridos polvos y arenas mostrándome el lado más colorido del submundo, mientras la gente se dirigia a mí para recibirme en brazos cargándome hacia una gran mesa ubicada en el centro de la ciudadela recibiéndome con grandes cantidades de comida, alabandome solo a mí sacándome por fin una sonrisa legitima al ver todos los entes que allí me recibiran , mientras que la felicidad no fue solo miá, al sonreír todo el pueblo se levantó para gritar mi nombre en plan de alago sintiendo que yo formaba parte de algo importante, si bien pude descontrolar mi gula tanto como quisiera ese día no tenia hambre, solo ese intenso deseo de que todo fuera perfecto, repartiendo la comida entre todo el pueblo, sin importar quienes fuesen una cosa era clara ellos me amaban, agradecido por las sensaciones que allí me generaron, me acerque al líder para decirle.

El guerrero sangrientoWhere stories live. Discover now