I De las calles a ¿una mansión?

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De las calles a ¿una mansión?

Moví suavemente los parpados de mis ojos. Estaba acostada en una cama, era muy suave tentadora para volver a dormir. Me senté y admire el cuarto, era grande podía jurar que estaba en el Palacio Real y la cama en la que me encontraba parecía la de una princesa. Vi cómo iba vestida, era un  tipo vestido flojo para dormir blanco, era de algodón porque se sentía suave y estaba descalza ¿Qué hacía yo aquí? ¿Qué rayos me había pasado? Tal vez solo estaba soñando y en realidad estaba desmayada en la lluvia junto a un basurero. Me vi a través de un espejo y estaba limpia, no tenía tierra en mi piel y mi pelo estaba seco y ordenado. La puerta se abrió y entro una joven con un uniforme negro y blanco, como las mucamas que aparecían en las telenovelas que veía cuando a veces me detenía a velas en comerciales de cosas para la casa, se asustaban tanto de mí que me gritaban que me largara del lugar ya que espantaría a los clientes.

―Buenos días, mi señorita―me hizo una reverencia.

¿Mi señorita? ¿Por qué me llamaba así? Tal vez ella sabía que estaba pasando.

― ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué me llama "mi señorita"? ¿Cómo llegue a aquí? ¿Quién era el hombre que me trajo?―empecé a acosarla de preguntas, me miro mareada de tanta pregunta y se puso más pálida de lo que ya era.

―El joven señor la trajo―fue lo único que me respondió―Vengo a cambiarla, el joven señor espera que le acompañe a desayunar―se acercó a mí con unas prendas en sus manos―.

―Yo me cambiare―me resultaba incomodo de que alguien me viera desnuda y me cambiase―.

―Son órdenes del joven señor y no puedo desobedecerle―.

No muy convencida deje que me vistiera. Era un vestido muy bonito, rosado con círculos blanco y me llegaba hasta la rodilla ¿Cómo sabia mi talla? Me quedaba a la perfección y me puso unos zapatos cerrados dorados.

―Y ¿mi ropa y mis zapatos con mi mochila?―quería saber que les había pasado con mis cosas―.

―En el basurero―me respondió como si nada―.

― ¡¿Cómo?! ¿Por qué botaron mis cosas?―era lo único que tenía―.

―El joven señor así quiso. Le voy a guiar al comedor―.

¿Quién carajos se creía ese "joven señor"? ¿El rey del mundo? Ya estaba ansiosa de verle para hacerle unas cuantas preguntas. Bajamos unas escaleras y caminamos por un gran pasillo, se detuvo en una puerta y entramos. Había una gran mesa, hizo que me sentara a la par de la silla principal. No paso mucho tiempo para que el rey de roma llegara. Un joven rubio, ojos azules, alto y con ropa casual hizo acto de presencia y sentó en la silla que estaba a mi lado.

―Buenos días ¿ha descansado bien?―.

¿En serio? ¿Me estaba tomando del pelo? ¿Me estaba saludando y preguntando como si nada haya pasado? ¿Se le hacía normal esta situación de secuestrar señoritas? Quería respuestas y las quería ahora.

 ― ¿Por qué me ha traído aquí?―fui directa al grano. No se vio sorprendido por mi pregunta, al parecer se lo esperaba―.

―Desayunemos primero― fue lo que obtuve como respuesta―.

En ese momento llego la comida, jugo de naranja, panqueques con miel y frutas. Sé que se estarán preguntando porque no he escapado, porque no sé dónde carajos estoy y no sé cómo es este lugar. Mis tripas reclamaron comida y les hice caso empecé a comer. Bendita sea la persona que cocino esto, esta riquísimo, le enviaría mis felicitaciones.

― ¿Esta buena la comida?―.

¿Qué no tenía paladar o qué? Solo era necesario probar un bocado para saber cómo estaba.

―Sí, esta buena― le respondí―.

Después de desayunar, me llevo a una oficina donde solo estábamos los dos. Creo que ya me era permitido hablar.

― ¿Por qué me ha secuestrado? ¿Por qué me ha traído a aquí? Y ¿Por qué yo de todas las personas?― inicie mi ronda de preguntas―.

Nos sentamos en el sofá negro que tenía en esa espaciosa oficina. Solo tenía unos pocos minutos aquí y ya se notaba que esa mansión o lo que sea que fuera era inmensamente grande.

―Si dice que te he secuestrado haces que suene mal. Te he traído porque tú eres una pieza importante en mi vida―.

¿Una pieza importante en su vida? Cada vez estoy más confundida, fruncí el ceño dándole entender que no comprendía nada.

― ¿Por qué yo? Solo soy alguien de la calle ¿no tienes miedo que le haga daño? Podría matarlo si deseo―.

―No lo harías. Te conozco más de lo tú crees―me dijo confiado―.

―Jamás lo he visto en mi vida, hasta ayer y hoy. Y ¿cómo es que me conoce?― no me respondió, solo se quedó callado―.

―Lo sabrás a su debido tiempo―fue lo único que me dijo y salió de la oficina dejándome sola―.

Salí también de la habitación y empecé a caminar por todo el castillo. Había muchos cuadros en las paredes de personas y lugares. Llegue a una gran puerta, la intente abrir pero estaba sellada.

― ¡Señorita!― me llamaron, pegué un pequeño grito ya que me tomaron de sorpresa― ¿Se encuentra bien?― era un criado joven de pelo negro y ojos café―.

―Lo estoy―.

― ¿Qué se encontraba haciendo?―.

―Trataba de abrir la puerta― fui sincera―.

― Y por lo visto intento abrirla. Déjeme informarle que todas las puertas y ventanas están selladas―.

― ¿Por qué?― le pregunte desesperada, eso hacia mi escape más difícil―.

― El joven señor supuso que usted intentaría salir de aquí. Así que sello todo― me informo―Si me disculpa, me retiro―dijo yéndose―.

Joder, me encontraba atrapada en ese gigantesco lugar. Ahora ¿cómo haría para salir de aquí?

Hola! Me siento muy emocionada por iniciar este proyecto, un poco corto el capitulo pero hay capitulo.

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