CAPÍTULO 16

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El repiqueteo del teléfono resonó en la habitación por varios minutos; sin embargo, nadie contestó

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El repiqueteo del teléfono resonó en la habitación por varios minutos; sin embargo, nadie contestó. El eco de una nueva llamada entrante volvió a romper el silencio de la mañana; pero, una vez más, no hubo respuesta. Nadie parecía querer responder. 

Dominic se movió entre las sábanas, abriendo lentamente los ojos. La cabeza le daba vueltas, y demoró en enfocar la vista. Talló sus ojos, intentando sentarse en la cama. Parpadeó varias veces, dándose cuenta que las paredes blancas a su alrededor no eran las de su habitación. 

Nick frotó sus sienes, intentando recordar lo que sucedió la noche anterior. Todo se ponía borroso después de la conversación que tuvo con Brooke, y no sabía en qué momento se fue de la discoteca. Sin embargo, lo que más le preocupaba, era el lugar en que despertó. No tenía idea de dónde estaba. 

Dominic bufó al escuchar el teléfono sonar otra vez, y decidió responder. No tenía ganas de hablar con nadie, pero suponía que seguirían llamando hasta que él contestara. 

¡Dominic! —gritaron al otro lado de la línea—. ¡Dominic!

Él alejó el teléfono, aturdido por la voz. Todavía le dolía la cabeza, y el ruido solo lo empeoraba. 

—¿Quién es? —gruñó. 

Soy yo, Adam. —Él suavizó la voz—. ¿No reconociste mi voz?

—No. —masculló—. Acabo de despertar. 

Dominic escuchó a su amigo reír, e intentó sentarse. Se acomodó entre las sábanas, pudiendo ver finalmente la habitación completa. Un ligero déjà vu lo invadió, pero no lograba recordar en dónde se encontraba. Tenía la sensación de haber estado en ese lugar antes, pero no conseguía descifrar el nombre del hotel. 

¿Cómo estás? —Adam consultó cuando terminó de reír—. ¿Cómo te sientes?

—Hasta el culo. —Dominic carraspeó—. Ni siquiera sé qué día es hoy. 

Has mezclado drogas con siete tipos diferentes de alcohol. Agradece siquiera estar vivo. —La voz de Kate chilló en la línea, regañándolo—. ¿En qué estabas pensando?

—Lo único en lo que no pensé, fue en que despertaría con esta migraña. —Se quejó, tallando sus ojos—. Me da vueltas la cabeza. 

Toma agua, eso te va a ayudar. —Kate sugirió—. Y come algo, que ya casi es medio día. 

—Para eso, primero necesitaría regresar a mi casa. No sé dónde estoy. 

Revisa que todavía tengas los dos riñones. —Adam gritó, riendo—. Uno nunca sabe. 

—Imbécil... —Nick resopló, sacudiendo la cabeza. 

Dominic bajó el teléfono, escuchando un ruido provenir de una de las dos puertas que vio en la habitación. Él colgó la llamada, y bajó de la cama. Solo traía puesta la ropa interior, y resolvió revisarse los costados. Tenía varios arañazos en el cuerpo y brazos, pero no eran graves. Al menos, sabía que nadie le habría robado un órgano.

Distancia InesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora