[TERCER LIBRO]
«Tenemos algo pendiente. Tú me mataste, ¿lo recuerdas?», con una nota bajo la puerta emprende el espanto.
El alma de Daniel Bellamy se ha escapado del infierno poseyendo a uno de los tantos ciudadanos de la ciudad y desatando el crime...
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“Quienes se entregan a la venganza y se toman la justicia por su mano rara vez saben dónde está el límite”.
Gabriel Morrison esperaba impaciente una respuesta ante todo el secretismo que se traían, entre ellos, su amada, Laura. Ella jamás le dijo qué fue lo que ocurrió en realidad con Daniel Bellamy, incluso cuando cinco años atrás fue interrogada, mintió sobre su paradero. Volver a abrir ese expediente era algo que no estaba preparada. Pensó que jamás tendría que dar explicaciones de aquel maldito hombre que arruinó su estancia en el internado Fennoith. Imaginó que aquel calvario terminó para siempre... Pero las mentiras no permanecían mucho tiempo bajo tierra.
Melissa sostuvo la palma de la mano de su mejor amiga. Victoria la correspondió y pudo notar en su mirada cierta intranquilidad por la situación.
—¿Me vais a decir qué demonios está pasando aquí? —Inquirió Gabriel, impaciente.
Cuando quiso leer la carta que sostenía Laura entre sus manos, el teléfono móvil del susodicho sonó interrumpiendo el acto a lo que tuvo que atender de inmediato por temas de trabajo. Al otro lado se presentó Frank, su amigo y compañero, para que fuera inmediatamente a la comisaría.
—Tengo que irme —dijo Gabriel. Observó a Victoria y Caym con recelo y dijo:—. No sé qué es lo que está pasando, pero vosotros dos siempre estáis juntos cuando algo no va bien en la ciudad. Si esto nos compete, espero una explicación a la mayor brevedad posible.
—La tendrá —finalizó Victoria.
Morrison asintió con la cabeza y se marchó de la casa, no sin antes despedirse de Laura dedicándole un beso tranquilizador en su frente.
—Nos vemos luego, cariño. Te quiero.
—Y yo a tí —respondió ella, dedicándole una sonrisa nerviosa.
Una vez se marchó el hombre, Caym se sentó en el sofá demostrando un semblante relajado atrayendo la mirada de sus compañeros. Elliot le dijo entre dientes:
—¿Qué diablos haces, idiota? Es un momento serio.
El demonio soltó un largo suspiro.
—Sentarme. ¿No lo ves? —alzó una ceja—. El infierno está lejos, ¿sabes? Estoy cansado. Te invito a venir cuando quieras. Estoy seguro que te encantará.
—Tan inoportuno como siempre —farfulló.
—Yo también me alegro de verte.
—Jenkins —La llamó Victoria—. Temo decirte que Daniel Bellamy se ha escapado del infierno. Lo más probable es que haya sido invocado mediante algún ritual oscuro y se haya ido de las manos. La persona que lo hizo era inexperta y no sabía con lo que estaba jugando. Ha debido poseer a un ciudadano de la ciudad.
Elliot estudió cómplice a Victoria esperando que la información fuese falsa, pero nada más lejos de la realidad. Sus ojos esmeraldas le advirtieron que todo estaba siendo muy verídico.
