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Son recien las 2:00 A.M de la madrugada y dirijo mi mirada perdida hacia el espejo retrovisor del auto para ver los ojos de mi padre, tratando de hacer ver que estoy escuchando sus consuelos. Me habla, pero las palabras son borrosas, ahogadas por la tormenta de pensamientos que arremete en mi mente.

"Lo escondió tan bien."

"De verdad no lo entiendo."

"¿Cómo no lo noté?"

Las preguntas invaden mi cabeza y ni siquiera puedo procesarlas por completo. Por más que intento, no consigo concentrarme en lo que mi padre me dice. 

Mi cabeza va a mil por hora y no puedo controlarla. Trato desesperadamente de reproducir imágenes en mi mente, buscando alguna señal, algo raro, algo que me indicara que todo lo que había pasado hace unas horas no era cierto.

Nada.

-No me estás escuchando. -afirma mi padre y suspira.

-No, no lo hago. -admito, luchando por relajar mis pensamientos. Levanto la vista y miro por la ventana, pequeñas gotas resbalan por el vidrio. Observo la gran ciudad, llena de edificios iluminados, carreteras atestadas de autos y las estructuras hermosas de aquella metrópolis. 

Pero lo que más me gusta ver es como se refleja la luna y las estrellas en el obscuro mar.

Una lástima no poder disfrutarlo. El enojo me invade.

O quizá es tristeza. Son sentimientos muy fáciles de confundir.

-Por favor, prométeme que vas a ayudarme a que lo superemos... -vuelve a hablar mi padre. -Juntos.

-No hay nada más que hacer, solo queda superar.

...

Impresionantes los giros de la vida, ¿cierto?

Y una mierda.

Braking PointWhere stories live. Discover now