Capítulo 2:

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Han pasado dos días desde la última vez que te escribí. Tampoco han pasado muchas cosas, pero hoy mismo partimos hacia el hotel donde siempre pasamos los veranos. Hay una horita y media de camino y se encuentra en Ametlla de Mar. Vamos allí desde siempre, y hasta he hecho un grupito de amigos con los que siempre van.

Me gusta ir, es un lugar seguro donde puedo ser yo misma. Conozco el lugar tanto como la palma de mi mano y me encanta refrescar todos los momentos que he vivido allí.

Al llegar al vestíbulo del hotel me sorprende una ráfaga de recuerdos, las cascadas que se encuentran en la recepción siguen iguales que el año pasado, la decoración costanera no ha cambiado y las muchas plantas del terrenario continúan creciendo saludablemente.

Lo primero que hago al llegar es ir directa al panel de actividades que ofrece el equipo de animación. Hay para todas las edades y te puedes apuntar para divertirte. Esta vez escogí snorkel, tiro con arco y kayak, que son mis favoritas, y luego fuimos al bufet libre para comer algo antes de instalarnos en nuestra habitación.

La comida era exquisita, saludable y con muy buen aspecto. La enorme fila de platos era tan grande como la había recordado, y era tan difícil escoger qué comer que me abrumó hasta el punto de marearme.

Parece una tontería marearme por comida, pero entre la cantidad de gente que había en el comedor, las colas, tener que escoger, y la emoción de por fin estar en mi lugar favorito, fue demasiado para mí.

Sumida en mis pensamientos, mi despertador fue Keylan. Uno de la pandilla con los que voy habitualmente. Él es un chico amable, extrovertido, leal, pero sobre todo muy empático. Creo que su único "defecto" es que es muy fanático del futbol, e invierte casi todo su tiempo jugando.

– ¡Hola!-Dijo él animadamente,- por fin vienes, pensaba que nunca te volvería a ver, ya tardabas!

– Hola a ti también Keylan, ¡no sabía que me echabas tanto de menos!-dije yo burlona.

– Yo a ti siempre te echo de menos, sobre todo lo cascarrabias que eres-respondió imitando mi tono.

Los dos nos reímos por lo dicho y nos quedamos hablando un rato mientras paseábamos por el comedor.

No sabía qué relación manteníamos él y yo, era demasiado complicada para describirla, pero era tan especial... Con mirarnos sabíamos lo que pensábamos, siempre estábamos para lo que necesitábamos, nos escapábamos juntos a la playa por la noche, y a veces... a veces quería más que no solo esas miradas y sonrisas, pero no tenía claro si esas aspiraciones solo las tenía yo.

Este verano sería diferente: o éramos algo más, o nada, pero amigos, como hasta ahora, no. No podía soportar sonreír cuando solo quería llorar.

Antes de volver a sumirme en mis pensamientos autodestructivos, Iryna apareció para unirse al dúo que formábamos Keylan y yo.

– Hola chicos - dijo ella en tono triste - ya, de buena mañana juntos? ¡Este es un récord!

– Por tu tono no pareces muy contenta de vernos - replicó Keylan sonriendo con su habitual sonrisa perfecta y radiante.

– No, no es eso, es que estoy enfadada con mi madre, no me entiende! - dijo Iryna cambiando su tono de voz.

– Oh, qué raro! - dijo él irónicamente.

Yo le ignoré y le dije a mi amiga que disfrutase y se olvidase de las preocupaciones externas, que no pensase en más cosas que la playa y la piscina. Ella asintió sonriente, le dirigió una mirada asesina a Keylan y se fue con su familia para acabar de comer. Yo hice lo mismo y él, después de mirarme con una leve sonrisa, se fue a por más comida para llenar su plato.

Iryna es mi mejor amiga. Es una chica morena, con un ojo azul y el otro color avellana. Su personalidad es alegre, pero directa, justa y sincera, divertida... La adoro, me parece una persona magnífica y he aprendido mucho de ella.

Después de comer fuimos a instalarnos a la habitación. Ordené un poco mi ropa, el neceser y bajé a la terraza para encontrarme con mi grupito, sobre todo con la esperanza de encontrarme con Keylan.

Nada más bajar le vi, esperándome donde siempre quedamos, en el parque infantil de la playa, con su sonrisa radiante. El sol hacía brillar su pelo marrón oscuro, y transformaba sus ojos grandes color chocolate en color avellana.

Le estaba admirando cuando el suelo vibró fuertemente, el viento era muy intenso y la gente empezó a correr gritando. Yo no sabía qué estaba pasando, pero un impulso me llevó a correr hacia Keylan, él hizo lo mismo, pero antes de encontrarnos tropecé con una roca que se había desprendido de la montaña y caí al suelo. Noté como un gran peso se venía encima de mí y no podía levantarme por más que lo intentara.

Perdí la esperanza de salir y cerré los ojos, como esperando a que mi muerte llegara.

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