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Patrick

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Patrick...

Desde temprano me encontraba ansioso y no podía concretarme en los documentos que leía sobre un nuevo embarque de armas que debía enviar a una base militar. Golpearon la puerta y vi a Jack entrar con una chica muy joven detrás de él.

-Señor, hoy vino más temprano-

Asentí. -Debo dejar todo listo e irme-

-¿Ira?-

-Si- vi de reojo a la extraña -¿tienes algo que contarme?-

-Oh- asintió dando un paso al costado para que la viera mejor. Una joven mujer, que no pasaba los 22 años y por su forma de vestir, parecía querer impresionarme. -Ella es la nueva empleada a prueba para el puesto de secretaria del lobby.-

-¿Y Sasha?-

-La despidió, usted-

-Oh, ya lo recordé. - le reste importancia -bueno, muéstrale todo y...-

-Señor, disculpe el atrevimiento. Yo le pedí al jefe Hatman que me presentara ante usted- ese era un tono coqueto -He escuchado tanto de usted. Se ve tan bien en persona que ...-

-¿Vienes a conseguir un empleo o un Sugar Daddy niña?- corte su rollo.

Vi cómo se ponía roja de la vergüenza y enojo, llevé mis ojos a Jack quien la veía con desprecio pero lo disimulaba -Jack, sácala de aquí y muéstrale su lugar. Dos días a prueba, si falla-

-Si señor, lamento el mal momento que le hice pasar. Fue una incompetencia mía- tomo a la mujer del brazo y la saco.

Cerca de las 11 tenía todo listo, había salido del trabajo y fui directo a la sastrería donde estaban terminando de preparar el traje que llevaría esa noche. Como todo lo que hacia la familia Hamilton, la apertura de la tienda de mi Rell no pasaría desapercibida.

Esa semana los programas de tv se dedicaron a hablar de la reciente reaparición de Fiorella Duke en el ámbito social, luego de haber estado oculta de las cámaras por cerca de un año y medio. El escuchar que aun la asociaban con mi apellido, era una esperanza de que todavía, nada había acabado y que podría recuperarla.

Al llegar a la tienda, el dueño me recibió y le dimos los últimos retoques para poder llevármelo a casa y alistarme allí. Salí con la bolsa del traje y mientras iba caminando a mi coche vi una florería abierta e instintivamente entre a comprar sus favoritas.

Tulipanes. La empleada del lugar me miraba un poco sonrojada y hasta intento coquetear conmigo, tuve que cortarla y decirle que en la tarjeta pusiera "Para la dueña de mis sueños". Cosa que logro detenerla y hacerla avergonzarse.

Mi móvil sonó y lo saque, notando el mensaje número 40 de Charlotte Fernand, esa mujer no dejaba de molestarme nunca. Aunque no le atendiera, ella seguiría insistiendo. Bloqueé el móvil y volví a lo realmente importante ese día.

El Precio de tu CariñoWhere stories live. Discover now