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[A partir de aquí, todo ocurre despues de la parte 72, alias el capítulo lleno de párrafos innecesarios]

Han pasado seis semanas desde que Dan salió del hospital.

Durante este tiempo, el fisioterapeuta ha estado recuperándose en casa junto a Changmin, quien se mudó con Dan a su apartamento, dejando los dormitorios del equipo, y Pang, disfrutando de la tranquilidad y de que le acariciaran la barriga. 

Las semanas han estado llenas de pequeños logros y momentos de alegría, mientras Dan se adaptaba gradualmente a su rutina diaria y continúa fortaleciendo su cuerpo y su espíritu. Volvió a trabajar en el gimnasio a las 3 semanas de haber salido. 

Dan salió del consultorio de la doctora Lee, visiblemente tranquilo pero con una expresión de seriedad que no pasa desapercibida para quienes lo esperan afuera. Changmin, Heesung, Yoongu, Daehyun, el entrenador Park, Yosep y otros amigos y compañeros del gimnasio aguardaban con nerviosismo, ansiosos por escuchar las noticias sobre su salud. Jaekyung, quien estaba también ahí, aunque intentaba aparentar una total indiferencia, su preocupación se notaba mientras esperaba junto a los demás.

Cuando Dan aparece, todos contuvieron el aliento, observándolo atentamente. Dan se detiene frente a ellos, con una expresión seria que causa un momento de silencio tenso. 

—¿Y? ¿Qué pasó? — dijo Papa, quien algo nervioso, sostenía la mano de Heesung.

— Pues... Es una noticia sorprendente, incluso para mí.

Al principio, hay un suspiro colectivo de decepción, pero pronto se disipa cuando Dan empieza a curvar sus labios, formando una sonrisa. La tensión creció hasta que Dan por fin habló nuevamente

Estoy en remisión chicos... Estoy libre de cáncer

Los rostros se iluminan con sonrisas radiantes y lágrimas de alegría llenan los ojos de sus amigos. Changmin es el primero en abrazar a Dan, seguido por Heesung, Yoongu, Daehyun y el resto del grupo, todos expresando su alivio y felicidad de una manera que las palabras no pueden captar completamente. Jaekyung, con su actitud reservada, aplaudió e inclusó sonrió ladinamente ante la noticia dejando de lado cualquier orgullo para mostrar su apoyo a Dan en este momento tan especial.

— Bien Dan... Oh, hola chicos, soy la doctora Lee, la encargada del caso de Dan — dijo la docxtora Lee, saliendo del consultorio, mirando a todos los que estaban presentes — Bueno, por favor, todos dejen espacio en el pasillo.

Entre un corredor formado por sus amigos y seres queridos, Dan empezó a caminar con determinación hacia la zona designada. Cada paso que daba está lleno de significado, una victoria sobre la enfermedad que ha desafiado con valentía durante tanto tiempo.

Al caminar entre caras familiares que lo animaban, cada uno de sus pasos dados despertaba una avalancha de recuerdos, un torbellino de emociones que lo llevaba de vuelta a los momentos más difíciles de su batalla contra el cáncer.

Recuerda el día del diagnóstico, cuando el mundo parecía derrumbarse a su alrededor y se enfrentó al miedo y la incertidumbre del futuro. Las imágenes de la primera quimioterapia lo inundan, el sabor metálico en su boca y la sensación de debilidad que lo abrumaba, pero también la determinación de luchar contra la enfermedad que amenazaba su vida, y la misma que le arrebató la vida a su abuela.

El día en que se afeitó la cabeza, un gesto de valentía y aceptación de los cambios que estaban por venir, momento en que sus amigos no lo dejaron solo e incluso se afeitaron la cabeza en honor a él. Cada sesión de quimioterapia, cada día de lucha, se presenta ante él como un testamento de su fuerza interior y ​​resiliencia. El día de la recaída, momento en que el camino hacia su recuperación parecía desvanecerse ante sus ojos. La cirugía, un hito en su viaje, un paso hacia adelante hacia su homeostasis. El dolor, la incertidumbre, pero también la promesa de un nuevo comienzo, un renacimiento de esperanza y posibilidades.

Y finalmente, el momento de la noticia de la remisión, un rayo de luz en la oscuridad, el milagro por el que tanto había rezado y luchado. La alegría abrumadora, la gratitud indescriptible al saber que la batalla había sido ganada, al menos por ahora.

Cada recuerdo, cada desafío, ha moldeado a Dan en el hombre fuerte y valiente que es hoy, una batalla que a pesar de cosas malas, le trajo cosas buenas: el fin del maltrato sufrido por un año, la sanación del dolor de la perdida de su abuela, una nueva confianza, una mejor autoestima, una relación más estrecha y atiborrada de confianza con sus amigos... Y la epifanía de que sí era merecedor de poder experimentar un amor genuino, bonito y sano.

 El peso de su experiencia, pero también la esperanza renovada y la promesa de un futuro lleno de posibilidades. Se aferró a la vida, en medio de la adversidad, siendo el amor y el apoyo de sus seres queridos lo que lo sostuvieron en los momentos más oscuros.

Finalmente, llegó a la campana de la victoria, un símbolo tangible de su triunfo sobre el cáncer. Con una sonrisa radiante y un corazón lleno de gratitud, Dan levantó la mano, tomó aquel listón color lavanda atado al badajo de la campana y la hace sonar con fuerza, llenando el pasillo con su sonido triunfante.

El sonido de la campana es seguido por un estallido de aplausos y vítores de alegría. Los ojos de Dan se iluminan al ver las caras sonrientes de sus amigos y familiares, todos reunidos para celebrar este momento significativo con él.

En medio de la multitud, Dan logró distinguir la figura de su abuela, quien lo miraba con orgullo y alegría, aplaudiendo con sus arrugadas manos. Sus ojos se encuentran brevemente, intercambiando un momento lleno de significado que habla más que mil palabras.

Este era un momento de triunfo compartido.

[Fanfic/AU] Espero no sea tarde (Jinx)Where stories live. Discover now