La Sirenita.

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  Una sirena cumplió quince años y entonces le fue permitido subir al exterior. Hasta entonces, como ocurrió con el resto de sus hermanas.

Era la menor de todas estas hermanas; así, una vez tuvo el permiso de visitar la superficie, abandonó su hogar y sacó la cabeza del agua por primera vez.
Aquello que encontró le puso muy nerviosa, y la enamoró inevitablemente. Entre cohetes y fuegos artificiales, un barco hermoso se balanceaba entre cánticos y risas. . El príncipe cumplía 16 años y aquella era su gran fiesta.
Divertida, La Sirenita miró a su admirado príncipe, hasta que una terrible tormenta provocó un naufragio y la joven no dudó en rescatarlo. Dejó el cuerpo del desconocido sobre la arena cuando él abrió los ojos y tuvo un corto tiempo para observarla. La sirena volvió al mar, y tanto ella como el joven príncipe quedaron obsesionados el uno con el otro.

¿Cómo tentar a la suerte para seguir al corazón?

¿De qué manera alcanzar un sueño casi imposible?

¿Para qué seguir viviendo bajo el mar, si los únicos latidos de amor los provoca un humano?

Encima, la inocente joven se enteró de que un humano, una vez muerto, su alma se haría eterna mientras que la esperanza de vida de una sirena de 300 años acto seguido de morir son convertidas en espuma siendo parte del mar, pero sin vida. Siendo nada.

La Sirenita optó por visitar a una bruja que le prometió tener unas piernas preciosas a cambio de su voz. Tras aceptar el trato, la bruja comenzó a preparar el brebaje que cambiaría la vida de la chica mientras que le explicaba con cuidado que debía de ir a la orilla tras tomar la poción. También le advirtió de que el cambio resultaba ser bastante doloroso y que, aunque tuviese las piernas más ligeras que se puede encontrar en la Tierra, cada paso sería como si le clavasen cuchillas.
Aun después de advertirle varias veces que en aquel proceso no habría vuelta atrás, y que si no conseguía enamorar a un humano se quedaría muda, la chica seguía decidida a tomar la poción.

La inocencia es un veneno, y el amor mata; por eso a la pequeña sirena no le importó lo que la bruja decía, y tras quedar inconsciente por el brebaje y el fuerte dolor que le había sido advertido, se vio convertida en una chica de verdad, con sus nuevas y temblorosas piernas incapaces de caminar.Nadie le había dicho que el camino fuera fácil, y La Sirenita, ahora con forma de muchacha literalmente deslenguada, andaría por primera vez sintiendo cómo su propio peso le hacía anclarse al mundo, con un dolor intenso en sus ensangrentados pies.Al verla aparecer, el joven príncipe no pudo evitar enamorarse de ella, pero no lo suficiente como para que el hechizo se rompiera y la adolescente pudiese tener un alma eterna como la de los humanos. Aunque aquella muda le recordaba a la chica que días atrás lo salvó, pero creía que no era ella. Le faltaba su perfecta voz.A él le divertía verla bailar y, a pesar del tremendo dolor que ello le conllevaba a la joven, ella lo hacía de buen gusto. Para él. Para ver su sonrisa. Para enamorarlo de ella como ella estaba enamorada de él.Un día apareció en el palacio una mujer con una voz preciosa, similar a la de la sirena, creyendo que ella había sido su salvadora tiempo atrás. Entonces el príncipe decidió que su búsqueda había terminado, y que se casaría con ella. La Sirenita cayó entonces en una tremenda depresión. Era muda, se sentía dolorida y estaba sola. Las predicciones de la bruja habían sido ciertas, y su corazón estallaría en mil pedazos si no encontraba consuelo.


La ceremonia de la boda se celebró en un barco y, cuando llegó el fin de ésta y todos se fueron a reposar, la Sirenita salió a la borda pensativa. Fue entonces cuando sus hermanas subieron a la superficie ofreciéndole un puñal, que obtuvieron a cambio de sus cabellos, con la información de que si mataba al príncipe con el arma, ella volvería tal y como estaba antes de entregar su voz por unas piernas.


Uno de los dos tenía que abandonar el mundo para que el corazón de La Sirenita no se pudriera. Estuvo a punto de hundir el puñal en la piel del joven príncipe mientras éste dormía cuando se dio cuenta de que prefería dejarle vivir junto a su novia. Por lo que optó por lanzarse al mar, lo que antes era su hogar, dejando que las salvajes olas acabasen con su vida.La inocencia es un veneno, y el amor mata.Y aunque La Sirenita no murió, sí fue condenada a una eternidad de recuerdo y sufrimiento: Al tratar de suicidarse en el mar, finalmente la joven se elevó por el cielo condenada a ser hija del aire.Como un ángel ascendió.Como una metáfora se evaporó.Como una inocente enamorada tuvo su cruel destino.Como una desobediente tozuda, quedó expuesta al calor intenso del sol, con el que su belleza y su nombre desaparecerían para siempre.


Autor: Hans Christian Andersen


Érase una vez lo que no es de Disney.Where stories live. Discover now