Capitulo 1 - Huyendo

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New York – 1970

Detrás de un aparador de relojes se marcaron las tres de la mañana, la calle Varick se encontraba desierta, uno que otro auto pasaba rechinado en el pavimento mojado, eran finales de febrero y aun muchas de las calles tenían ese pantanoso y grisáceo hielo en las aceras, sin contar con el frío que helaba hasta la médula, todos los semáforos cambiaron a rojo desde el parque Father Fagan hasta el local donde residía el Club GreenHouse, un pequeño edificio de tres pisos, con paredes de cristal azul marino.

 Un hombre de chaleco negro hasta las pantorrillas se subió el cuello de este con ambas manos mientras cruzaba en una esquina en dirección al club, subió un par de escalones con agilidad y tocó la puerta del mismo, segundos después le abrieron y entró.

 No pasaron muchos minutos cuando todos los vidrios de la fachada principal de club se hicieron añicos, un Impala de color negro salió disparado y antes de chocar contra el edificio de enfrente, derrapó patinando un poco para luego avanzar a toda velocidad calles abajo.

 -   ¡Maldita sea Sam! Acabas de destruir el parachoques delantero -espetó Patrick, un joven pelinegro de 19 años en el asiento del copiloto mientras se aferraba con una mano del techo.

 -    No fue mi culpa -se quejó Sam, una joven contemporánea con Patrick pero de cabello corto castaño por los hombros, con ambas manos al volante- No habría salido de esa forma si no te hubieras puesto a coquetear con la camarera.

 -   No estaba coqueteando con la camarera ¡Cuidado! -volvió a gritar cuando casi eran chocados por un auto que venia por un lateral- Ten cuidado o nos vas a matar.

 -    No seas paranoico Patrick, además, tienes que admitir que todo salió mal por tu descuido.

 -  ¿Paranoico? ¿Paranoico yo? -se señaló a si mismo colocando su mano derecha en su pecho- Por favor, no estuvieras aquí si no fuese por mi persona.

 -  Tienes razón, estaría en mi casa trabajando, sabes lo mucho que me encanta el trabajo de oficina -Sam sonrió de lado mirando un momento a su compañero pelinegro con ojos pícaros y luego de nuevo al camino, este le devolvió la sonrisa y se relajó en su asiento, ya se había acostumbrado a la velocidad.

 -  O en la cárcel -espetó- Estoy seguro que allí podrías haber hecho un excelente papeleo. -ambos rieron.

 -  Tenemos un fanático -comentó Sam segundos después mirando por el espejo retrovisor un auto negro que los seguía a la misma velocidad.

 -    Bien, tenemos que firmarle un autógrafo. Dobla a la derecha y agarra la avenida West

Sam asintió y pisó a fondo el acelerador, Patrick abrió la guantera sacando un Revolver Colt, amartillándolo luego

 -    Espero que tu puntería sea mejor que tu capacidad de persuasión.

 -    Mucho mejor -Patrick alzó las cejas divertido y bajó la ventana del auto mientras Sam doblaba y entraba en la avenida, pero antes de que dispara los hombres que venían detrás se adelantaron barriendo los vidrios traseros del Impala con unas Thompson- ¡Perfecto! Primero el parachoques y ahora esto. -dijo en tono molesto mientras se agachaba en el asiento evitando que le volaran los sesos de un tiro.

Sin pensarlo dos veces, Patrick sacó la mano de nuevo en dirección hacia el auto que venía detrás y disparó, el conductor era muy bueno y a cada disparo de él, una ráfaga de balas de parte ellos se hacían presentes.

 -     Necesito un arma mejor que esta. -comentó enderezándose de nuevo en su asiento.

 -     O tal vez...solo necesitamos una distracción -sonrió Sam.

 -     ¿Qué tienes en mente?

 -     Ya verás.

Sam comenzó a manejar cada vez más rápido por la avenida y justo cuando llegó al final de esta, dobló hacia la izquierda metiéndose en sentido contrario sin bajar la marcha del vehículo, los demás conductores que iban al contrario tocaban los cláxones de sus autos o gritaban intentando esquivarlos, tanto el Impala como los hombres que venían detrás, ahora confundidos y arreglándoselas también para pasar entre los carriles totalmente concurridos.

 Sam mantuvo la marcha hasta llegar al puerto del Río Este donde los perseguidores los alcanzaron quedando paralelos con ellos, mientras intentaban dispararles, ahora del lado del conductor.

 -   ¡Baja la cabeza! -gritó Patrick mientras apuntaba hacia el lado de Sam, por donde intentaba el otro copiloto meterse a la fuerza agarrándola del cuello, este disparó hiriendo al hombre en el brazo y ambos autos se separaron para dejar pasar por en medio a un camión que iba al contrario, volviendo a unírseles luego, chocando por un costado y casi sacándolos del carril; el otro auto volvió a alejarse para chocarlos una vez más con fuerza, pero Sam frenó de golpe y los hombres salieron volando por la baranda del puente directo al río.

 -  Eso fue... ¡Increíble! -comentó Sam y ambos chocaron las palmas luego de ver como los demás salían volando.

 -   Eres la mejor evasora que he conocido.

 -   Gracias, gracias -sonrío haciendo una pequeña reverencia.

 -   Volviendo al caso -Patrick suspiro mirando fijamente a Sam- Necesitamos un ladrón.

 -  Ah no, no -esta negó- Me niego, ¡NO! -ella se cruzó de brazos como niña pequeña y dirigió su mirada al frente.

 -   No podremos hacerlo sin él, y lo sabes, además -Patrick se acercó despacio hacia su rostro y comenzó a hablarle al oído- Prometo no decirle la verdad si tú no quieres.

 -  No seas tonto -ella le dio un leve empujón en el pecho haciéndolo sentar de nuevo, mientras negaba sonriendo volvió a encender el auto e iniciar la marcha- No me pidas imposibles Patrick.

 -  Solo te pido que confíes en mí, es todo -él le guiñó un ojo y sonrió mientras se acomodaba la chaqueta de cuero.

La Zorra y el HalcónWhere stories live. Discover now