i. Toska

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   Toska. Es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar, una añoranza enferma, una vaga inquietud, agonía mental, ansias. El deseo por algo.   

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En el alba del silencio, con su propia sombra temblando del pánico, lleva el corazón entre sus manos y la tranquilidad hecha pedazos.

Su celular vibra dos, tres veces, la alarma de las 9:00 a.m. sonando en vano, más cuando sus ojos están bien abiertos a pesar de que no hay ningún rayo del sol. Su cuerpo no se mueve, se queda quieto, casi inerte, las voces en la primera planta sirviendo como una mera distracción.

Sus propias feromonas lo sofocan hasta el punto en que no quiere respirar.

Para cuando se levanta de la cama para ir a darse un baño, su cuerpo se siente más cansado que antes pero ya no tiembla más. Su sombra lo sigue, siempre sigilosa, siempre presente. El tipo de espía secreto, el testigo renegado, la única cosa que lo observa entre la oscuridad inclusive en el día.

Al mirarse al espejo, se ve a sí mismo con los ojos apagados. Ojos verdes heridos, casi muertos, pero de todos modos coloca una sonrisa forzada en sus labios porque no desea preocupar a la gente que quiere.

Cuando empieza a desvestirse, le da la espalda al espejo para no ver ni una parte de su cuerpo.

En el alba del silencio, con su propia sombra proyectándose en una de las paredes, Harry se lleva una de sus manos a su pecho. La tranquilidad es sólo una imagen, una máscara.

En el alba del silencio, Harry se permite soltar una lágrima del dolor.

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El Harrods siempre se abarrota de gente a esa hora de la mañana.

En el área de Belleza, Fragancias y Cosméticos, Harry se queda de pie mientras se muerde los labios, indeciso, luciendo un poco tímido y sin saber qué hacer del todo. Sus pasos son lentos, temerosos, como si en cualquier momento alguien saliera para decirle que comete el peor error de su vida.

Sigue adelante, hasta que se detiene en un mostrador que se encuentra en la parte intermedia de Belleza y Farmacia.

Ve cada uno de los frascos con distintas presentaciones, siempre fingiendo desinterés. A la espera de que las personas que estén a su lado terminen de comprar y se alejen del mostrador, para que sólo se quede él perdido en sus pensamientos. El tiempo que pasa parece toda una eternidad.

Cuando la gente poco a poco se retira, cada quien platicando y sólo con unos cuantos omegas observando en su dirección, Harry siente un poco de libertad para ver muchísimo mejor. Toma un frasco entre sus manos, el mejor y más costoso de todos, mirándolo con cierta expresión en su rostro.

Sus manos tiemblan y siente que en cualquier momento las lágrimas empezarán a brotar. Pega el frasco más a su pecho (OmegA, se llama, con la capacidad de brindarle feromonas a él, alfa, de un omega) y, por la mirada que le dedica el guardia de seguridad, su actitud es demasiado sospechosa. Decide tranquilizarse.

Respirar. Una y otra vez, observando el frasco con manos temblorosas.

Las voces a su alrededor parecen lejanas, casi intocables, como si todo mundo se encerrara en una burbuja y Harry sólo tiene la capacidad de observar mas no de tocar. Si sólo pudiera abrir esa pequeña botella y...

—¿Busca algo en especial, joven? —escucha a su lado.

Parpadea, sintiendo el aire regresando a sus pulmones.

Cuando se gira hacia un lado, una beta le observa de par en par con cierto interés. No interés romántico o sentimental, sino el de alguien que sabe a la perfección qué sucede por su cabeza. Ni siquiera se atreve a sonreír.

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⏰ Last updated: Jun 23, 2017 ⏰

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Stjerneklart » omegaverseWhere stories live. Discover now