Capítulo I

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Secretos

El viento soplaba con fuerza, el sonido de las olas resonaban con estruendo y el canto de las aves armonizaban el ambiente, una gran calma ambientaba en la orilla del acantilado con espíritus volando por la zona. Sin embargo la calma terminó por grandes estruendos y gritos de pelea.
—¿¡Eso es lo mejor que sabes hacer!? –Gritó aquel chico corpulento, marcados por claros abdominales por debajo de esa pequeña playera, un rostro duro, ojos rasgados de color miel y cabello parado en puntas y pelirrojo claramente teñido.
—Pensé que solo estábamos calentando –Fanfarroneo la chica que era mucho más baja que su contrincante; era delgada, de cabello largo y tan negro como la noche, ella tan solo le llegaba al pecho a su rival y de talla debía de ser tres veces ella para llenar la comparación.– Apenas lanzas llamitas de bebé. Hasta un bebé dragón lanzaría llamas más potentes que las tuyas. –Aquella chica azabache hacía maromas con sus manos para provocar a su contrincante el cual claramente comenzaba a enojarse.
—¡Insolente! –Chilló el grandullón. El plan de la chica había funcionado, lo que buscaba era un reto al cual enfrentarse, y que mayor reto sería: Enfrentarse a un maestro Fuego con rango Salamandra. La chica ajustó sus Googles para prepararse de la verdadera pelea.

El pelirrojo comenzó a lanzar patadas y continuando con puñetazos expulsando de ellas fuego cuál aliento de un dragón en dirección a la chica azabache, todo el grupo detrás del Maestro fuego armaba con barullo animando a su compañero, pero la chica no parecía intimidada, es más, entre más hacía creer a su rival que tenía ventajas sobre ella le tornaba divertido. Aquellos golpes los esquivó fácilmente haciendo piruetas y saltando para que las llamas se extinguieron detrás de ella y así aterrizando con elegancia y volviendo a su pose de combate. La sonrisa de la azabache era de oreja a oreja, sin embargo el de su rival era de intensa frustración y su rostro rojo como el de su propio fuego provocando que sus manos humearan por la ira.
—Espero que me des más lucha que eso –Provocó la muchacha con seguridad– Bueno, pues ahora es mi turno.– Inquirió la chica. Corrió a toda prisa hacia su rival mientras que este recapacitaba y comenzaba a lanzar llamarada tras llamarada hacia ella, sin embargo ella los esquivaba como un paso de baile improvisado. En tan solo unos segundos estaba cara a cara de su rival tanto que el rostro de furia se reflejaba en sus googles tan bien cuidados y pulidos.– Tu pierdes...–Susurró ella. Y lanzó una fuerte patada hacia el costado derecho del chico, pero este la bloqueo con su brazo derecho y con su brazo izquierdo lo alzó en un puñetazo llameante dirigido a su rostro, sin embargo la azabache lo esquiva por unos pelos y se aferra al brazo para usarlo como sostén e impulsar sus piernas hacia arriba y propinarle una fuerte patada en la cabeza al grandulón. Pero no quedó satisfecha, por la postura que quedó, cayó de manos al suelo tras soltarse del brazo, con los pies al aire y le arremetió otra patada en el pecho lanzándolo unos metros hacia atrás, y con el impulso dio un giro cayendo de pie y quedando nuevamente en pose de pelea mirando a su rival tirado en el suelo.
—Malditaaaaa –Tosió el pelirrojo ya que la patada le había quitado el aliento.
—Y pensar que eso lo he aprendido ayer –Comentó la chica.
—Venga ya, no te pongas a presumir –Comentó el amigo de la azabache que estaba sentado en un banco no muy lejos de ahí mirando la pelea– Recuerda que hemos quedado de ir a ver una película, Gea...
—Vaaale, está bien Tai –Contestó la chica– Supongo Lao, que la victoria es mía, por quinta vez esta semana. –Continuó la azabache mientras se levantaba los googles para exponer unos bellos pero sumamente extraños ojos de color Verde el derecho y Ámbar el Izquierdo, y rasgados.
Gea estaba satisfecha con su victoria de hoy, había durado 8 minutos, 5 minutos menos que la pelea anterior que había librado con Lao, sin embargo él no estaba de acuerdo con ese resultado. Apenas Gea se giró para irse con su amigo este se paró e indicó a su séquito, que eran tres, a que atacaran junto con él de forma simultánea.
—¡GEA CUIDADO! – Grito alarmado Tai parándose de golpe del asiento. El aviso había llegado con tiempo. Gea se gira rápidamente mientras esquivaba una bola de Fuego dirigida a su hombro derecho, pero a causa del repentino ataque está cae al suelo de lado, dándole la oportunidad a un regordete M. Fuego lanzarle una bola de fuego hacia ella. La azabache actúa rápido rodando por el suelo, hace unas maromas con las piernas para ponerse de pie tras un impulso. No obstante queda rodeada por Cuatro M. Fuegos– ¡Gea!
—Tranquilo –Dijo con tranquilidad mientras se ajustaba los googles nuevamente– Esto será divertido –Exclamó con una sonrisa.
La pelea se encendió por la gran cantidades de bolas y estelas de Fuego dirigidos a un solo punto, pero este punto era escurridizo como el agua. Ataque tras ataque eran esquivadas con tal precisión y astucia que cuando esquivaba uno le terminaba llegando al que estaba justo detrás de Gea, y este si no atinaba a tiempo terminaría con la ropa chamuscada. No obstante Gea comenzaba agotarse, eran cuatro contra uno y le había impedido a Tai interferir en la pelea. Sabía bien que a causa de ese orgullo de peleadora le saldría algún día el tiro por la culata, pero los retos eran algo de lo cual no se podía resistir.
Tras esquivar una llamarada de Lao su pie trastabilló provocando que callera al suelo de rodilla. Dos de los rivales se aproximaron por su espalda, uno se quedó al margen al verla caer y Lao se aproximó enfrente de ella mostrando un puño llameante. Gea se veía rodeada, en circunstancias normales no se libraría de algo como esto, su profundo arrepentimiento por haber negado la ayuda de su amigo quedaría marcado en su existencia... Sin embargo una pequeña roca se interpuso justo en frente del pie de Lao provocando que este se tropezara y cayera de boca al suelo, y así también que sus amigos se distrajeran dándole la oportunidad a Gea de recomponerse y lanzar una patada lateral hacia a un chico y que este chocara con el otro provocando que cayeran al suelo uno encima del otro, luego levantando las piernas hacia el aire y dando una voltereta para finalmente caer en la espalda de Lao.
—Tan torpe como siempre. –Rió Gea Saltando fuera de su espalda– Espero que eso te enseñe a no ser un mal perdedor. –Gea lanzó su mirada hacia el chico que se había quedado apartado y le preguntó si quería acabar lo que iniciaron, pero este escondió sus manos y negó con la cabeza con nerviosismo.

AVATAR La Leyenda de Gea. Libro 1Where stories live. Discover now