Capítulo II

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####Solo es un chiste la imagen...💬
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El Jardín de la Familia Feng.

     En las noticias salía sobre el ataque "Terrorista" que se había llevado a cabo hace unas horas atrás. Entrevistando a las personas que presenciaron lo sucedido dijeron que eran Anarquistas contra el Avatar y contra el Loto Blanco, otros comentaban que apoyaban la opinión sobre ese grupo que atacó pero no su método, en cambio el L. Blanco no presentó opiniones al respecto.
     Tai-Lo y Gea se encontraban entrenando en su escondite secreto, una pequeña cueva que Gea había perfeccionado usando su T. Control. Su acceso era sólo del conocimiento de ellos ya que eran antiguas catacumbas con entradas secretas repartidas por casi todo el centro de la ciudad.
     —Eso fue peligroso Gea. –Interrumpió Tai serio a su amiga que se encontraba entrenando su elemento–. Alguien pudo reconocerte, que hubiera pasado si la policia te hubiera visto en el lugar–. Explicó mientras golpeaba el maniquí con fuerza.
     —Pero no fue así–. Responde ella sin dejar de hacer maromas con la tierra.
     —¿¡Pero qué pasa si fue así!?–. Volvió a repetir alterado mientras dejaba de golpear y dejaba a un lado los palos–. Si te hubieran visto tu padre se enteraría y----¡auch! –Una pequeña roca golpeó el centro de su frente interrumpiendo su alegato paranoico del momento dejándolo con un punzante dolor, y probablemente un chichón.– ¡Hey! Dolió...
     —Quieres tranquilizarte–, Alegó finalmente la M. Tierra–. Nadie nos vio a excepción de esos del Loto, y ellos no saben en dónde vivo.
     —¿Te das cuenta que no llevabas tus googles puesto?–, Gea se quedó como roca tras escuchar a su amigo, pero tras de eso le volvió a lanzar una roca a la frente–. AUU!, ¡Quieres ya dejar de lanzarme piedras!–. Ambos sabían muy bien qué llevar los googles no eran por tendencia de moda para Gea, sus ojos eran tan notorios que cualquiera que la viese en la calle sabían de quién se trataba: Gea Feng, hija del señor Lēe Feng, jefe de una multimillonaria empresa. Para que eso no sucediera y de que nadie la reconociera debía de llevar esos googles y cambiar su peinado, y así pasar desapercibida, sin embargo ese encuentro había provocado que reaccionara sin pensar para sacar a La Niña del lugar.
     —Por lo menos la pequeña no salió herida–. Respondió finalmente dejando caer las piedras al suelo.
     —Bueno, eso sí. Ahhh~, –Suspiró Tai–. ¿Que tal si volvemos a casa? Ya es tarde.
     —Si, está bien–, Se sacudió la tierra y se fue a otro cuarto para cambiarse la ropa–. ¿Quiere cenar en casa hoy?, –Dijo desde el otro lado de la cortina.
     —Claro.
     Cuando Gea peleaba usaba ropa de la cual no le importaba ensuciarse ya sea con tierra o incluso sangre por estar entrenando de forma intensa o en las peleas que solía tener. Siempre usaba su traje que ella misma había hecho: Unos pantalones ajustados para moverse con libertad, botas de segunda mano y una polera de mangas cortas y que dejaban al descubierto su cuello y hombros. Por debajo usaba una polera muy ajustada de color negro con mangas largas, y finalmente se amarraba el cabello en una larga trenza y con uno que otro mechón que caía sobre su rostro. Pero al volver a casa debía de cambiarse a algo completamente diferente: Usar una falda que le llegaba hasta las rodillas, unos zapatitos, pantimedias y una camisa adornada con pequeños dibujos de fuego, además de que debía de llevar el típico moño tradicional de la Nación del Fuego si era de una familia importante.

     —Jejeje, aún no me aburro de verte con esa ropa, –Comentó Tai con una pequeña risita–. te hace ver tan...
     —Incomoda...
     —Señorita... ¡Auch!. –Volvió aventarle una roca en el mismo lugar que la primera–. Odio tu buena puntería.

     Tai-Lo y Gea volvieron a la casa de La familia Feng, al llegar al hogar el mayordomo de la familia le dice a Gea que sus padres la esperaban en el jardín familiar.
     —¿Al jardín? –Pregunta Gea sorprendida–. ¿Para qué?, –Pero el mayordomo no dijo nada, se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia dentro de la casa–. Sígame, joven ama. –Dijo con cortesía pero con un tono de orden hacia Gea, ella no tuvo más remedio que seguirlo y Tai seguir de cerca a su amiga.
     —No creerás que tu padre se habrá enterado de lo de esta tarde o sí?–. Murmuró Tai a su amiga.
     —Espero que no, –Respondió ella.– Porque si es así ya no me dejara volver a pisar el suelo de la calle sin un guardaespaldas.

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⏰ Last updated: Apr 25, 2017 ⏰

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AVATAR La Leyenda de Gea. Libro 1Where stories live. Discover now