Capítulo 9

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-Pero, ¿Por qué te ha preguntado eso Carolina? –Siguen hablando Héctor y Jacinta.

-No lo sé. La verdad es que llevo unos días vigilándolos y hacen ciertas cosas un tanto sospechosas, como si supiesen algo más.

-El otro día cuando pasaba por la habitación de Marcos y los demás, vi mi viejo block de dibujo. Pensé que eran imaginaciones mías, pero ya no sé que pensar.

-Héctor, lo mejor es que dejemos las cosas como están. Lo que pasó, pasó hace más de treinta años. Esos niños no van a saber nada. –Dice Jacinta, intentando quitar hierro al asunto.

Cuando Héctor se marcha para clase, sabe que lo que le acaba de decir no es cierto, sabe que algo malo está pasando.

María, está muy contenta. Noiret va a estar un largo periodo en la cárcel gracias a Iván, que ha declarado en contra suya.

-¿Se puede saber qué es lo que te pasa? Debes ser la única a la que le gusta trabajar aquí. –Dice Jacinta.

-No, pero es que estoy feliz, sin más. –Dice pletórica.

-Bueno, tú verás. Oye, ¿Has visto las nuevas sábanas que han traído? –Dice Jacinta.

-No, solamente las he dejado encima de las camas. –Dice María. –No me ha dado tiempo a ponerlas.

-Bueno, las pondré yo. Total, no tengo mucho que hacer. –Dice Jacinta, marchándose a su habitación.

Cuando llega, ve las sábanas encima de las camas, primero coge la de María y se la coloca, el bedel ha debido coger mal las medidas de la sábana, porque se da con todo lo demás y arrastra en el suelo. Por lo que Jacinta, coge el doblez y lo mete entre los muelles de la cama, pero cuando lo está haciendo, encuentra algo que no se esperaba.

-¿Y estos papeles? –Dice Jacinta.

Los coge, sabe que no puede verlos, pero si los tiene escondidos ahí, será por algo muy importante. Cuando lo lee no puede dar crédito a lo que está leyendo. María es la madre de Iván Noiret.

María, por su parte, está en la cocina, cuando de pronto se le enciende una bombilla.

-Los papeles. –Dice en voz alta.

Corre hacia su habitación a toda prisa. Cuando llega y mira el lugar donde los tenía ve que ya no están.

-¿Buscas esto? –Dice Jacinta, con los papeles en la mano.

-Jacinta, te lo puedo explicar. –Dice María, nerviosa.

-Claro que me lo vas a explicar. Soy toda oídos.

-Puede que parezca imposible, pero hace dieciséis años di a luz a mi hijo, me lo quitaron nada más nacer, me dijeron que nació muerto, por lo que yo lo mantuve en secreto. Mis padres no querían que se supiese, así que pensé que fue un alivio, hasta hace unos meses. Iba corriendo por el parque de mi ciudad y un hombre me dijo que sabía lo de mi hijo y que estaba vivo. Que se encontraba en La Laguna Negra. Y no podía desaprovechar esta oportunidad y dejé mi negocio en manos de mi hermana y me vine. Arriesgándome a que no me creyese nadie o a que lo que decía ese hombre era falso.

Jacinta, no puede creerse lo que le está diciendo su compañera, pero sabe que no miente.

-¿Y alguien más lo sabe? –Dice Jacinta.

-Héctor. Cuando nos hicimos las pruebas rutinarias, el médico vio que algo no cuadraba entre la sangre de Iván y la mía y se tomó la libertad de comprobar si éramos algo más y en esos resultados salía que era mi hijo. –Dice María, enseñándole los papeles.

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