La fiesta

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Nota del autor:

En vista de las fechas en las que estamos, por la cercanía de Halloween, y de la buena acogida que ha tenido la actualización anterior, os dejo este relato de terror inspirado en un sueño que tuvo una persona cercana a mí, y que me impactó bastante.

También introduzco el elemento de una verdad oculta que algunos piensan que tiene lugar en nuestra sociedad, aunque le he añadido un toque fantástico para que resulte más asimilable, pues la verdad que se oculta tras ello es tan cruda que a muchas personas les cuesta asimilarla.

Así las cosas, os dejo con este relato que espero que os estremezca tanto como me estremecí yo el día que me contaron la pesadilla que le dio origen.


La fiesta


Este año la fiesta de la piscina estaba siendo un coñazo. Era una comunidad de vecinos normal, en un barrio normal, en una ciudad cualquiera.

Además, ya no disfrutaba tanto de aquel evento como cuando era niña. Parte de los vecinos la miraban raro por su atuendo gótico mientras que otra parte de los vecinos la miraban de una forma en que no se tiene que mirar a una niña, aunque la verdad es que ya era casi una mujer, pero aún no se había acostumbrado, y aquello la incomodaba.

Así las cosas, Emma decidió que el mejor plan era recorrer los escasos cincuenta metros de calle que la separaban de su portal.

Era una noche normal en un día normal. Las farolas proyectaban sus haces de luz mortecina. El cielo estaba levemente encapotado ocultando la luz de la luna, y las sombras se congregaban entre los arbustos de los parterres que decoraban la calle. Era un país tan seguro como cualquier otro país de occidente, por lo que el hecho de ver a un extraño de rasgos orientales que permanecía de pie, quieto, en mitad del recibidor del edificio, la alarmó levemente.

Tratando de no ser descarada, reparó en sus extrañas ropas. Un chándal que le estaba al menos 3 tallas grandes. Aquella indumentaria, que le hacía parecer un adefesio, habría sido cómica en otro contexto, pero en la soledad de aquel entorno tan cotidiano, y ahora tan amenazante, la llenaron de pavor.

El terror se activó como una espoleta y su explosión fue devastadora cuando el hombre, de forma brusca, se lanzó hacia ella con las manos extendidas.

Corrió como una gacela en peligro, y sin saber como se las arregló para insertar la llave en la cerradura y abrir en un solo movimiento.

Las manos del intruso se cerraron en torno al aire donde instantes antes había estado el cuerpo de ella. Traspasado el umbral, trató de cerrar la puerta con todas sus fuerzas, pero el hombre empujaba, y su mayor potencia muscular le permitió mantener abierta una ranura.

El tipo dio un violento empujón con todo su peso y penetró en el distribuidor de la casa.

Ella corrió gritando por el pasillo y trató de advertir a su padre, que se estaba en la cocina.

Pero el pánico ya se había aferrado a sus entrañas. Corrió atropelladamente. Se sentía como un conejo en su madriguera perseguido por aquella serpiente de forma bípeda y reptiles intenciones.

Salió por el patio interior, mientras escuchaba más pasos que entraban en tropel en el piso y un grito que le heló las venas; un alarido de dolor, y el inconfundible ruido de un líquido salpicando.

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⏰ Last updated: Oct 24, 2017 ⏰

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